Recuerdo que cuando era pequeña, solíamos hacer una gran comida para Año Nuevo. Después de pasar la nochevieja con mis padres y a veces con amigos, en mi casa se organizaba un lío bastante intenso porque venían a comer mi abuela, mis tíos, mis primos…toda la familia al completo.
Con el tiempo y el pasar de los años, esa tradición se fue perdiendo. Cada vez era más difícil juntarnos a todos, algunos salían de marcha en nochevieja y no tenían cuerpo para comilonas, otros se iban de viaje y no llegaban a tiempo…en fin, que la vida fue cambiando para todos y nos fuimos adaptando.
Cuando ya fui mayor, el día de año nuevo consistía en dormir, comer, dormir, cenar y volver a dormir
Ahora que tengo hijas nuestro día de año nuevo es bastante diferente. Para empezar, no nos levantamos a la hora de comer y aunque estemos cansados por dormir poco y no podemos estar tirados en el sofá todo el día dejando pasar las horas.
Sin embargo, nuestro primer día del año es un día casero, tranquilo, sin grandes pretensiones. Nos levantamos cuando las niñas se despiertan, desayunamos sin prisas, jugamos a lo que nos apetezca hasta la hora de comer, dormirmos siesta, merendamos, jugamos otra vez, nos damos un baño, cenamos y a dormir!
Puede parecer un poco aburrido, sobretodo para quien no tenga hijos, pero desde luego para mi, no existe mejor forma de empezar el año
¡Feliz año nuevo!