Revista América Latina

Crímenes contra la Soberanía Popular.

Publicado el 06 marzo 2019 por Jmartoranoster
Maria Alejandra Díaz Constituyente Maria Alejandra Díaz Constituyente
Foto: Internet Nuestro conflicto histórico con el capitalismo se originó cuando Bolívar asigna la propiedad de los recursos naturales bajo el subsuelo a la República. Hoy, la criptocracia petrolera mundial y la oligarquía criolla, apátrida desde sus inicios, se niegan a reconocer la Doctrina Bolivariana que convierte al pueblo en dueño de esos recursos, de la renta e ingresos provenientes de su comercialización, donde los privados sólo son agenciadores y no propietarios. Siendo así, hay que dejar claro que los delitos de corrupción y contra la patria no son contra el Estado sino contra el pueblo hecho Estado Social, en consecuencia, ya no sólo de lesa humanidad, también son delitos cometidos contra el pueblo. Los delitos de lesa humanidad han sido abstractizados, convirtiéndolos en delitos transnacionales, suprasoberanos y su tipificación determinada por la Corte Penal Internacional (Estatuto de Roma) y no por órganos nacionales. Creemos, por tanto que nuestro pueblo no sólo es víctima del Delito de Lesa Humanidad al enfrentar sanciones unilaterales, coercitivas e ilegales, sino que además es víctima de delitos de Lesa Majestad. Esa categoría se concreta aún si  el soberano no la conoce, entiende o no está consciente. No está tipificado en las leyes venezolanas por una razón: nadie imaginó que en Venezuela grupos políticos/empresariales organizados delinquieran y actuaran contra el pueblo soberano. Todos aquellos que se demuestre incurrieron en lo que nosotros llamamos desde la defensa de la patria “crímenes de lesa soberanía popular” deben ser castigados con penas de cárcel ejemplarizantes y si fuesen cometidos en el marco de una guerra, convencional o  no, obligaría a revisar los castigos. Con esa tipificación novedosa actualizaríamos la idea de Mao referente a crímenes contra el pueblo, reviviendo el espíritu del Decreto de Guerra a Muerte promulgado por El Libertador quien aseveró que la justicia exige la conducta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infectan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia y mostrar a las naciones del universo que no se ofende impunemente a los hijos de América. Este ejercicio colectivo de filosofía constitucional también debe incluir el rechazo al liberalismo propiciado por la ONU, usado para  despolitizarnos y neutralizarnos. El núcleo fundamental de la Revolución Bolivariana es el sujeto político que se materializó e hizo poder constitucional: La Soberanía Popular… El pueblo y el empoderamiento de su potencia como único soberano que decide. Nuestra propuesta de “crímenes de lesa soberanía popular” recupera lo político real.  En Venezuela el soberano es el pueblo. La soberanía popular no sólo descansa en mecanismos constitucionales de participación y medios de gobierno sino que es el pueblo donde realmente se concreta y objetiva y no en ninguna corporación o reinado. Si existieron crímenes de lesa Majestad, de lesa patria, también debe hablarse en pleno proceso constituyente y de liberación, de crímenes de lesa soberanía popular o contra el Pueblo Soberano. Imprescindible desvestir el lenguaje pseudo humanístico utilizado por las élites corporativas para usurpar el poder real del soberano desde una supuesta y falsa defensa de derechos humanos, que ha conllevado a crímenes atroces contra los pueblos escondidos detrás de sus instituciones trasnacionales y pseudo multilaterales. Hoy en Venezuela el pueblo es aquello que Zamora reivindicó como el pueblo soberano, de allí que este momento, además de Constituyente sea Zamorano. El Árbol de las Tres Raíces nos nutre programáticamente para librar la actual lucha: Rescatemos y utilicemos de Bolívar su geopolítica de equilibrio y su doctrina de propiedad sobre los recursos, de Simón Rodríguez la Unión Cívico militar y de Zamora el nuevo sujeto político. El pueblo que defiende y ama a su patria, y quien decide siempre lo trascendental, es el único soberano. Debemos pasar de la simple resistencia, sello de protección de la Unión Cívico Militar legada por Chávez, a una resistencia alternativa que contemple y contenga nuestra territorialidad, con una articulación creativa, popular y potente, y desde allí soltarnos a generar en el planeta una corriente emancipadora, real, concreta, soberana que nos permita revertir la tendencia concentradora de riqueza, fuente del poder de las élites tecnocráticas usurpadoras del verdadero poder humano. ¡Leales siempre… Traidores nunca! María Alejandra Díaz CONSTITUYENTE Anuncios

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