Crímenes en venta (Crimes à vendre) ha resultado una lectura tan agradable como El asesino vive en el 21, si no tenemos en cuenta la mayor longitud y complejidad en la trama de esta última, de este mismo autor, Stanislas-André Steeman (1908-1970), escritor belga que comenzó en el periodismo antes de dedicarse a la literatura policíaca a tiempo completo, un tanto desconocido en nuestro país y del que no se reeditan actualmente, que yo sepa, ninguna de sus novelas policíacas ¡Una pena!
Con este inicio da comienzo la narración de Crímenes en venta,
"La carta..., la primera carta..., llegó el 6 de febrero, poco antes del mediodía. Escrita a mano con letras mayúsculas de imprenta y dirigida al "señor prefecto de la Policía de la ciudad de París", estaba concebida en los siguientes términos:
'París, 5.
Señor prefecto de Policía:
Le prevengo que se cometerá un crimen mañana en el distrito XVII.'
Ninguna forma de cortesía. Por toda firma, El Hurón."
Así de sencillo y así de intrigante. ¿Quién se resiste al anuncio de un asesinato?...
Podemos diferenciar dos partes en la novela. La estructura de la primera parte de la novela repite un esquema similar: la policía recibe en pocos semanas ocho distintas y escuetas notas, dirigidas "al señor prefecto de la Policía de la ciudad de París" y firmadas por El Hurón, en las que se anuncia que al día siguiente se producirá un asesinato en un determinado distrito de la ciudad; se narran entonces los momentos previos a los asesinatos, situaciones estas en las que inocentes parecen llevar todas las papeletas para ser acusados y encarcelados. Ocho crímenes, nueve muertos en total. Además- y para mayor desconcierto de la policía y de la prensa, que sigue de cerca la investigación- en cada caso desaparece un objeto, extraño y aparentemente absurdo- una aspidistra, un reloj de pared, una rueca,...- de la vivienda de la víctima.
Este modo de narrar de esta primer mitad resulta muy ágil y ameno y logra intensificar el interés del lector pero la segunda parte cambia de ritmo y estilo. Un accidente sentará a El Hurón frente a la policía y aunque parece que el caso llega a su resolución de modo sencillo y casual, el tener al redactor de las notas resultará no será la solución al problema; los crímenes siguen produciéndose. La policía, que se las daba ya muy felices, comprende finalmente que el asunto es más complejo de lo que inicialmente pudiera aparentar.
La desesperación de la policía- la del comisario, monsieur Hyacinte, y la de sus agentes- se verá contrapuesta a la observación de Monsieur Wrens, investigador al que se presenta brevemente y desaparece hasta su veredicto final y que dará con una solución lógica, la única posible frente a otras interpretaciones más intuitivas, al enigma.
La trama de Crímenes en venta- novela que recuerda vagamente a El secreto de Pale Horse, de Agatha Christie- es muy amena, divertida por momentos, sin grandes complicaciones pero que se lee con avidez y resulta eficaz si lo que se pretende es, como era mi caso en esta ocasión, una lectura cómoda para unas horas de desconexión.
Seguiré con la lectura del tomo II de la Novelas escogidas de Stanislas-André Steeman publicado en 1962 por la editorial Aguilar. La siguiente parada, La noche del 12 al 13.
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