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Crímenes Exquisitos, de Nieves Abarca y Vicente Garrido

Publicado el 16 diciembre 2013 por Aramys

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¨El Charlatán se acercó y la abofeteó con fuerza. Ella se mordió los labios, aguantando la ira. Después, con el cuchillo de nuevo pegado al cuello, el violador empezó a lamer lo senos y a morder y a chupar los pezones con verdadera saña. Su mano bajó a través de las medias, alcanzando las bragas y después los labios vaginales.¨

Por si alguien aún no lo sabe, no soy defensor de las novelas negras de más de 400 páginas. Creo que a partir de ese número de páginas ya no es una novela negra, su esencia se pierde, la contundencia, la rapidez, el ritmo, la acción, todo eso que (nos)me atrae tanto de ese género queda diluido, desdibujado, se pierde, la trama se alarga, se eterniza y acaba uno por aburrirse, por hastiarse.

Salvo contadas excepciones, claro.

Crímenes Exquisitos tiene la friolera de ochocientas páginas. Si, ochocientas justas, es mareante, y más cuando abres el libro y ves el tipo de letra, minúsculo. A Versátil le daremos una colleja, con cariño, pero una colleja, puede que unas páginas más, ya puestos, no significasen demasiado a cambio de un tipo de letra algo más grande.

Bien. ¿Entonces? ¿Están justificadas ochocientas páginas?  Como he dicho, hay contadas excepciones…

El cuerpo de la jovencísima Lidia Naveira aparece en el estanque de Eiris, ha sido asesinada y su cuerpo recrea un famoso cuadro. La inspectora Valentina Negro se hace cargo del caso junto con el criminólogo Javier Sanjuán. Ambos intentaran resolver un caso que, lejos de ser sencillo, los llevara también a Londres, donde el cuerpo de otra mujer también joven fue hallado en circunstancias parecidas al de Lidia.

Le he leído a Nieves innumerables veces en Twitter, cargar (y con toda la razón del mundo)   contra las novelas que ella llama para señoritas; novelas negras con tramas pseudo-románticas, novelas negras que se repiten una y otra vez con los mismos clichés, novelas negras para lectores que no son lectores del género. No me extraña. Después de leer Crímenes Exquisitos no me extraña en absoluto. Calzaros amigos.

Crímenes Exquisitos es dura, desde luego no es para lectores de estómagos blandos, es cruel, sádica, feroz y bastante brutal. Vamos, de las que a mí me gustan. Pero he de reconocer que, siendo un seguidor de éste tipo de tramas, siempre un punto excesivas, a menudo pasadas de rosca, con Crímenes he tenido un par de momentos de apartar la vista del libro, de repetirme una y otra vez, es sólo un libro, es sólo un libro. Eso es bueno, creedme. Los personajes están perfectamente creados, son tan creíbles que sucede que un feroz malestar se apodera de ti, una sensación de impotencia se va acumulando dentro de uno página a página, y aviso, esa sensación dura muchas páginas, hay mucho mal en esta novela.

Es fácil empatizar con los personajes, como digo están bien construidos, son muy cercanos, de ahí la impotencia que se nos acumula, la mala sangre que nos hierve, las ganas de vendetta. Los protagonistas son magníficos, Valentina un tanto perfecta para mi gusto, yo soy más de Sanjuán, pero fantásticos al cabo, y los secundarios son igual o incluso mejores, el Artista es un personaje extraordinario, Mendiluce un esteta millonario, Lúa, Raquel…

Pero si hay un personaje que ha logrado hacerme saltar todas las alarmas, inquietarme hasta lo indecible, odiarlo y maldecirlo, es Sebastián Delgado, un auténtico hijo de puta, un personaje perturbador, sádico, atroz, me daba miedo leer las partes en que salía este personaje porque sabía que nada bueno iba a pasar, un tipo sin escrúpulos, tan bien construido y tan cotidiano que da escalofríos.

En general la novela es bastante turbadora, oscura, y eso se nota, las páginas van pasando y van haciendo mella en el lector. Es la única cosa que le reprocharía a los autores, la poca tregua que le dan al lector, la acumulación de maldad en la trama, la sucesión de malas acciones, malas noticias, crueldad y sadismo, que no dejan al lector descansar hasta casi la página seiscientos, donde se empieza a ver un poco de luz al final del túnel. Eso a mí me ha agotado, que soy especialmente sensible con ciertos temas que toca la novela. Me explico, el sado, el bondage y la dominación sobre las personas está muy presente en la novela, mucho, y a mí me es difícil entender el sometimiento voluntario a terceros, así que algunas partes se me hicieron especialmente duras, se me acumularon los pasajes y me quedo un mal cuerpo bestial. Por eso me hubiera gustado que los autores le dieran algo más de tregua al lector. Pero entiendo el planteamiento de la trama y en su conjunto es normal la sucesión de acciones y golpes al lector.

Ochocientas páginas son muchas páginas, y hay que medir muy bien lo que se cuenta y cómo se cuenta, porque es fácil aburrir al lector. Crímenes Exquisitos está medida, para mi gusto, es justa y apenas tiene páginas de sobra. Tiene algunas páginas de cuota de romance y sé que Nieves me va a matar, pero las tiene, aunque son pocas, muy pocas la verdad, fuera de eso es correcta, así que volviendo al principio de esta reseña, Crímenes Exquisitos, aunque parezca mentira, tiene las páginas que tiene que tener acorde con su trama, acorde con la historia que cuenta, que es extensa, intrincada y potente. Porque otra cosa no, pero potente es, las ochocientas páginas se leen con suma rapidez, con gusto, Crímenes está bien escrita, es imposible saber dónde empieza la pluma de Nieves o donde empieza la de Vicente, los estilos, los ritmos, están perfectamente equilibrados, nivelados, integrados, y se lee como salido de una sola mano, de una sola cabeza. Esta pareja construye una trama sólida y creíble, con muchísima fuerza, oscura, cruel y bastante desalmada, una novela que he disfrutado y sufrido a partes iguales, una novela que no da un puñetazo en el estómago, da varios y bastante seguidos, para dejarnos sin aire, sin aliento, para luego darnos el golpe de gracia.

Crímenes Exquisitos

Nieves Abarca y Vicente Garrido

Ed. Versátil 2012

800 páginas.


Crímenes Exquisitos, de Nieves Abarca y Vicente Garrido
Crímenes Exquisitos, de Nieves Abarca y Vicente Garrido

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