Zeus
En la era de los mitos, cuando todavía no había comenzado el reinado del logos, imperaba la ley del Olimpo, con dioses y diosas caprichosos que manejaban a su antojo los hilos de las vidas de las pobres criaturas que moraban más abajo. Debía de ser divertido vivir en una permanente minoría de edad (mental), expuestos a fenómenos incomprensibles para los hombres, antes de que se produjera el paso del mito al logos y el comienzo del triunfo de la razón. Eso ocurría en Grecia hace cientos de años, la misma Grecia que atraviesa momentos tan convulsos en esta segunda década del siglo XXI. Ha llovido mucho desde entonces, pero seguimos en manos de designios de seres de extraños nombres, sin el glamour, eso sí, de sus antecesores: agenciasderating, diferencialdeladeuda, bonoalemán… Nombres anodinos al lado de Zeus, Atenea o Poseidón. Y los primeros, más que dioses, son demonios, teniendo en cuenta el carajal que han originado. Hay una palabra sigue siendo igual: crisis, del griego κρίσις, que continúa azotando a los griegos y castigando también a todos los demás. En suma: fenómenos incomprensibles para el común de los mortales amargan la vida del común de los mortales.