Cuando en algún lugar y en una actividad concreta se producen crisis con mucha frecuencia, normalmente, tarde o temprano, acaba llegando la gran crisis, y si se trata de un lugar civilizado se le pedirán responsabilidades a los que no hicieron caso de los continuos avisos.
En el servicio de cercanías de RENFE en Catalunya hace años que se consideran buenos los meses en que solo se producen una o dos crisis del sistema, porque la frecuencia normal es cercana a una crisis a la semana. Cuando digo crisis me refiero a averías graves en una o más líneas que provocan retrasos considerables en los trenes de cercanías.
Después de tanto aviso finalmente llegó lo que se anunciaba. El jueves 21, desde aproximadamente las 7 de la mañana hasta las 14 horas se produjo una gran crisis que afecto a 80.000 pasajeros, con retrasos superiores a una hora en más de 200 trenes, por avería del ordenador que controla el tráfico en toda Catalunya, cercanías y trenes regionales. Encima el Presidente de ADIF tuvo la desfachatez de manifestar su extrañeza porque hasta entonces el sistema siempre había funcionado bien, cuando si no hubo ruidosas protestas y vidrios rotos en las estaciones fue porque los usuarios de cercanías de Catalunya están ya muy habituados a tener graves inconvenientes.
La razón del problema es muy clara: en las últimas décadas el gobierno central ha reducido tanto la inversión en el sistema ferroviario de Catalunya que incluso el simple mantenimiento de una mínima fiabilidad ha resultado muy afectado.
Precisamente hace pocos meses la Generalitat estimó que solo en Cercanías en los últimos 20 años el déficit de inversión es de 3.500 millones, aclarando que de haberse efectuado las inversiones correspondiente a dicho déficit el sistema de cercanías no sería una maravilla equiparable a los de Madrid, Málaga y otras ciudades españolas, sino que simplemente se habrían evitado las continuas crisis.
Encima, a esta discriminación en infraestructuras se ha de añadir el hecho que el Estado muy raramente cumple sus programas, presupuestos y compromisos en Catalunya, que siempre figura en primer lugar con el porcentaje más alto de presupuestos de obra incumplidos.
Como no podía ser de otra forma la jefa del PP Sanchez Camacho se puso a rebuznar criticando a los que se quejaban y afirmando que “se está haciendo la mayor inversión en cercanías e infraestructuras que se ha hecho nunca. La mitad de la inversión de 1.200 millones en cercanías para toda España vendrán a Catalunya, 500 millones, y de ellos, 400 millones a Barcelona”. Este rebuzno, aparte que 500 no es la mitad de 1.200, se refiere a una decisión reciente, olvidando el desinterés y la intención de dejar en estado deplorable todo el sistema ferroviario catalán, Corredor Mediterráneo incluido por supuesto, suena todavía más a un rebuzno de los que de dicha señora suelta cada vez que abre la boca si se tiene en cuenta que la mayor parte de dicha inversión se dedica a instalar Wi-Fi gratuito en las estaciones y trenes que no lo tenían, y por supuesto, donde RENFE tenía el Wi-Fi gratuito menos o nada desarrollado era en Catalunya.
Para completar las patrañas típicas del PP, al día siguiente la vicepresidenta Saenz de Santamaría repitió la falacia de la extraordinaria inversión en Catalunya. Las falacias del PP son fáciles de desmontar, siempre que se quiera, porque si la inversión en el sistema ferroviario catalán es la más alta de España, hechos como que los sistemas de control de tráfico están todavía al nivel de los años 60, y de todas las muy pocas zonas de España donde todavía hay vías únicas, Cataluña es de muy, muy largo la que disfruta de más kilómetros de la misma vía para ida y vuelta incluso en las líneas de más tráfico, deben ser debidos a que los gestores de RENFE, ADIF y el Ministerio de Fomento deben ser mucho más inútiles de lo ya mucho que lo parecen.