La crisis del 737 Max congela los pedidos de Boeing y dispara los de Airbus.
Boeing y Airbus son enemigos íntimos. Tan sólido es el duopolio que conforman en la fabricación mundial de aviones que, inevitablemente, lo que beneficia a uno perjudica al otro. Y así está ocurriendo otra vez con la crisis del 737 Max.Boeing ha frenado en seco sus pedidos. Desde que el pasado día 11 las autoridades de aviación mundial prohibieron el vuelo de estos aparatos por los accidentes de Etiopía e Indonesia, Boeing sólo ha firmado con la aerolínea alemana Lufthansa un pedido de veinte 787 Dreamliner valorados en catálogo en 5.132 millones de euros. El fabricante americano, además, se enfrenta al riego de perder alguno de los pedidos que tenía rubricados. La aerolínea rusa Aeroflot anunció el pasado día 15 que cancelaría su pedido de veinte 7373 Max destinados a su “low cost” Pobeda a no ser que Boeing les pudiera garantizar la seguridad de los aparatos. Las autoridades rusas, además, estarían aprovechando los problemas del fabricante americano para presionar a la aerolínea para que, en el futuro, compre aviones construidos en Rusia.Mientras Boeing sigue trabajando para solucionar sus problemas con el 737 Max, el modelo que más rápido ha vendido en su historia, Airbus ha cerrado dos semanas notables.El consorcio aeronáutico europeo ha firmado tres pedidos para la entrega de 337 aparatos valorados en catálogo a un precio de 43.892 millones de euros.
Boeing anunció el martes que ha estado desarrollando desde ese anterior accidente, en el que fallecieron 189 personas, una actualización de su software de control del vuelo para “hacer aún más seguras” sus naves de la gama 737 MAX.