Revista Cultura y Ocio

Crisis del comunismo-crisis del capitalismo

Publicado el 17 septiembre 2018 por Academiacruellas

Desde Academia Cruellas nos planteamos hoy la siguiente pregunta: ¿Por qué fracasó el comunismo como sistema de gobierno? La mayoría de los comentaristas occidentales lo atribuyeron al triunfo de la libertad y de la decadencia de la economía soviética, o dicho de otro modo, a la superioridad del capitalismo. La cuestión no es que estas explicaciones sean erróneas, ahora bien, son muy genéricas. Es lógico pensar que el mercado y un sistema de precios que funciona correctamente permiten un uso más eficiente de los recursos y por lo tanto de la satisfacción de las necesidades. Al mismo tiempo, estimulan la innovación. Pero tenemos que recordar que las economías socialistas no siempre fracasaron tan estrepitosamente. Sirvieron para reconstruir toda la Europa Oriental en la dura postguerra. Además, las tasas de crecimiento entre los años 50 y 70 del siglo XX, fueron comparables a las de Europa Occidental, teniendo en cuenta que el punto de partida de dichas sociedades era más bajo que las del resto. Entonces, ¿por qué fueron tan desastrosas las economías en los años 80?¿Por qué el sistema no pudo superar los obstáculos? Los defensores de los derechos humanos argumentan que un sistema político basado en una única verdad no puede conseguir nunca un apoyo real. Afirman, con razón, que los regímenes represivos son muy vulnerables. Pero también es verdad que poseen medios muy poderosos para acallar las discrepancias. Durante más de cuarenta años estos regímenes utilizaron la fuerza para acallar a la sociedad. Tenemos por ejemplo el caso de la Stasi en la antigua RDA. Dicha policía se convirtió en un aparato en un puntal de los grupos disidentes. Mucha gente que formaba parte de los grupos pacifistas eran informadores de la Stasi. Reclutados voluntariamente o sometidos al chantaje, más de 100.000 alemanes orientales actuaron como informadores de los servicios de seguridad. Incluso en los años 70 y 80 cuando ya no existía la amenaza de pasar largos periodos en prisión como ocurría en los años 50, el régimen controlaba los viajes, el sistema educativo, el empleo, etc. Así, ¿cómo se podía movilizar la oposición?

La cuestión estriba en que la historia no siempre ha sido la historia de la libertad. La explicación histórica no es completa a menos que se intenten especificar porqué los acontecimientos han ocurrido cuando han ocurrido y no antes o después. Por qué cayó el muro de Berlín en 1989?

Tras la caída de Kruschev, a partir de 1966, los soviéticos trataron de cavar con cualquier disidencia, y ahí están los ejemplos de la invasión de Checoslovaquia en 1968; en 1981 la ambigüedad de Moscú estimuló la proscripción de Solidaridad con la que procedió el régimen polaco. Con la llegada de Gorbachov se abandonaron estos métodos. El propio Gorbachov advirtió a Honecker que la historia penaliza a quienes llegan demasiado tarde. Por supuesto Gorbachov era consciente de encontrarse ante una crisis más amplia que no le dejaba otra opción que una reforma radical. Pero, ¿por qué dicha crisis del comunismo no dejaba otra vía? Podemos argumentar que la pesada herencia de la última fase de la era Breznhner, cuando la distención hacía aguas y la economía soviética no cumplía n ninguno de los objetivos planificados agravado además con los déficits de cereales, acero y petróleo. Pero esta explicación no es suficiente ya que a mediados de los 70 las dificultades de las economías occidentales fueron brutales: inflación, crisis de liderazgo, de legitimación, en definitiva crisis del capitalismo. Algunas de las crisis del comunismo también han sido crisis del capitalismo. Cada uno de los sistemas ha pagado por ellas de forma diferente. Como ocurre hoy en día. La crisis actual la pagaremos de alguna forma determinada. Pero esta es otra cuestión que quizá tratemos en otro artículo.

Los acontecimientos de 1989 pueden guardar una cierta relación con las conmociones de 1868 que de alguna forma tenía alguna relación con la crisis de 1848. En 1848 grandes aspiraciones colectivas entraron en colisión con las estructuras de la sociedad y fueron anuladas, pero volvieron a resurgir, transformadas en las siguientes décadas. Las aspiraciones aplazadas continuaron erosionando la legitimidad del “sistema de Viena” que había sido establecido en 1815 sobre la base de un consenso antirrevolucionario entre unas élites conservadoras. Purgado de su discurso revolucionario, fortalecido con las energías burguesas del desarrollo industrial y guiado por políticos conservadores, el nacionalismo popular posterior a 18484 conquistó la unificación alemana, impulso la consolidación territorial de Italia y logró la reorganización de Austria-Hungría, la reunificación de Estados Unidos.


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