¿La de los políticos sinvergüenzas, que aún con 5 millones de parados, siguen mirando sólo para sus bolsillos, llenándolos de dinero público y saliendo de rositas sin más que un tironcillo de orejas?
¿La de unos gobernantes mentirosos, que a base de repetir hasta la saciedad que sus medidas, que saben de sobra que sólo traen más y más miseria al pueblo al que prometieron o juraron representar y defender, son las únicas medidas que nos van a sacar del abismo y nos llevaran a la felicidad eterna?
¿La de unos empresarios sin escrúpulos, como la mayoría, que a pesar de esta situación siguen enriqueciéndose, y logran que se empeoren hasta rozar el esclavismo las condiciones del asalariado medio?
¿La de unos banqueros que deberían ser fusilados tras tortura pública, que han arruinado a familias enteras con engaños y trampas, que dejan a niños y viejos en la calle, y que encima se van a casa con jubilaciones e indemnizaciones millonarias, pagadas de nuestro bolsillo?
¿La de unos policías que están dejando salir su verdadera personalidad repartiendo porrazos y bolazos de goma a diestro y siniestro, sin distinguir entre niños, estudiantes o ancianos? ¿O que parecen disfrutar enormemente mientras sacan a empujones a una familia desahuciada de su casa?
¿La de un pueblo que no acaba de tener lo que hay que tener para irse delante del parlamento a repartir pedradas y huevazos a cuanto político aparezca, hasta que realmente noten que estamos cabreados y no vamos a dejar que jueguen más con nosotros? ¿O la de un pueblo entregado, que ha decidido bajar la cabeza, y encima pagar la vaselina para que le duela menos cuando le violenten?