¡Pobrecillo! El príncipe está triste, ¿qué tendrá el príncipe? Y es que no hay nada como entristecer. Ya dijo un antecesor suyo, otro Ronaldo, también jugador del Real Madrid, que no le querían. No hay derecho.
Construimos dioses, ídolos de oro, y luego les retiramos nuestro cariño. Seguramente algo tendrá que ver la envidia. Él, ya lo dijo, es rico, guapo y buen futbolista (hay que ser cretino para decir eso de uno mismo). Es un chico que hace de modelo publicitario. Un tipo que mete goles y demuestra que es uno de los grandes. Pero ayer no, ayer el pobre no disfrutó sus goles, no los celebró, estaba triste. Y es que en el vestuario no le adoran, no le quieren lo suficiente. Y lo mismo pasa con la afición. Una afición desagradecida, que no es capaz de entenderle. Él lo da todo, trabaja por placer, bueno y por diez millones de euros anuales más primas. Pero no consigue lo que él quiere. Ser amado y adorado, como buen dios, y está triste.
Y es que no terminamos de entender a los pobres futbolistas como CR7. A él el dinero no le importa, pero que Mou, Florentino o cualquiera de sus compañeros no le dén cariño sí que le afecta. Porque el dinero no es nada. ¿Qué son diez millones, más las primas, más la publicidad? Nada, o casi nada. Él busca el amor, incluso en los tiempos del cólera. Por eso se quiere ir del Real Madrid, porque no le quieren.
A mí, la verdad, me da una pena terrible. Un futbolista multimillonario sin amor no es nada, puede coger una depresión de no te menees. Para que luego digan que el dinero lo es todo. No señor. El quiere ser adorado, venerado y que la gente exclame el “¡0h” imprescindible cuando le vean pasar. No quiere amigos, esos son fáciles de conseguir, quiere admiradores, más todavía, súbditos.
Pero de dónde saldrán estos tipejos. Han conseguido llegar a lo más alto en su profesión, son multimillonarios y, sin embargo, se quejan, se deprimen. A pesar de su dinero, su fama y todo lo demás, demuestran un inmadurez y excentricidad tremenda. Están acostumbrados a que el mundo se pliegue siempre a sus deseos. Son unos niñatos malcriados.
¿Qué ha pasado en tres meses para que de querer retirarse en el Real Madrid pase a quererse ir? Pues parece que algunos de sus compañeros le han tratado como un igual, y eso no, él es un dios. Él es la figura, el crack y los demás los rellenos.
Hay quien dice que no entiende cómo no le votan como el mejor jugador y son capaces de votar durante varios años a Messi, ese niño feliz, o incluso este año a Iniesta, un jugador manchego. ¡Hasta dónde vamos a llegar!
Y es que el pobre tiene motivos (alguien en twitter decía que es porque le han subido la gomina al 21%). Porque ganar cerca de treinta millones al año de euros –con publicidad y dietas—, tener varias villas en el Reino Unido, Portugal y España, cambiarse de coche de lujo cada tres meses, ir a menudo a los restaurantes más caros, tener una novia a su medida, no es suficiente. Todo eso es secundario, lo importante es que todos le reconozcan como el gran Cristiano Ronaldo, el único, el mejor, que se inclinen a su paso. Y no ocurre. Algunos pretenden tratarle como uno más, ni más ni menos. Y eso no, que luego se suben a su tupé.
Por eso ha pedido marcharse del Madrid. No ha entendido que nadie es imprescindible, ni tan siquiera el gran CR7. Francamente querido, me importa un bledo, vete a hacer puñetas, aquí ya tenemos bastantes dioses postizos. Y te tragas tu soberbia, prepotencia, vanidad, chulería y orgullo. Ni todo el dinero del mundo ha sido capaz de hacerte una persona normal.
Mientras en el mundo real, el paro aumenta al 26%, todos los días desahucian a cientos de familias, muchos inmigrantes se quedan sin Sanidad Pública, nos han subido el IVA tres puntos, entre otras maravillas, este capullo se pone triste porque no le quieren.
Así es que menos pamplinas, menos lloros y no toques más las narices, porque podrás ser un gran futbolista, de los mejores, pero no dejarás de ser un ser humano insignificante.
Salud y República
P.D. Estoy hasta el gorro de hablar de la crisis y de los impresentables peperos. Así es que hoy me he permitido un paréntesis para hablar de otro impresentable, aunque no sea político. Mañana volveré a la carga.