Revista Opinión

Cristianos en Egipto, una minoría en el delta del Nilo

Publicado el 12 febrero 2019 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

La presencia de cristianos en Egipto se remonta al nacimiento del cristianismo como religión y se mantiene hasta hoy en día. Se calcula que la población cristiana de Egipto supone aproximadamente un 5% de la población del gigante árabe, repartidos de manera más o menos homogénea por todo el país. Alejandría, segunda ciudad de Egipto en peso demográfico y económico, continúa siendo uno de los grandes centros del cristianismo a nivel mundial.

Notoriamente desde los años 70, los cristianos egipcios han comenzado a sufrir una inestabilidad creciente debido al aumento de las amenazas, principalmente el terrorismo, dentro del país. En muchas ocasiones se han visto obligados a abandonar Egipto y trasladarse a zonas más seguras, normalmente en Occidente. No obstante, al igual que otras comunidades acostumbradas a la persecución, los cristianos en Egipto han demostrado su capacidad de resiliencia y hoy en día luchan por recuperar un papel destacado en la política nacional del país norteafricano.

Cristianos en Egipto, una minoría en el delta del Nilo
La población cristiana en Egipto lleva reduciéndose desde inicios del siglo XX. Fuente: The Economist

Más allá de los coptos ortodoxos

Dentro de Egipto existen varias comunidades cristianas, entre las cuales destaca de manera preponderante la Iglesia copta, presente en el país desde el siglo I d. C. y actualmente con sede en El Cairo. La Iglesia ortodoxa copta es la más grande del país y constituye la comunidad cristiana más grande de Oriente Próximo. Su nombre deriva del griego aigyptios, que pasó al árabe como qibt; de esta manera, copto quería decir originalmente ‘egipcio’. Según la propia Iglesia, el 90% de los coptos viven en Egipto; el 10% restante se concentra en África, otros países de Oriente Próximo y una diáspora repartida por países occidentales como Estados Unidos o Reino Unido. Los coptos, pese a no existir una distinción étnica real con la comunidad musulmana del país, reivindican su descendencia de los pueblos originarios de Egipto y utilizan de manera litúrgica la lengua copta, derivada de la utilizada en el Egipto faraónico, para diferenciarse así de los musulmanes, que reivindican normalmente su asociación con el mundo arabo-islámico.

La Iglesia copta está dirigida por su propio papa, el patriarca de Alejandría Teodoro II. Dentro del país árabe, la preponderancia de esta Iglesia frente a las demás hace que el resto se hayan refugiado bajo el paraguas del papa copto para realizar sus actividades aunque no reconozcan su primacía en la fe. Pese a ser ortodoxa, es independiente del Patriarcado de Constantinopla, al que sí que se adhiere la Iglesia ortodoxa griega de Alejandría, que también se reclama como única sucesora del Patriarcado de Alejandría. La Iglesia ortodoxa griega cuenta con el apoyo de Rusia como garante de los intereses de los cristianos ortodoxos de Oriente, de manera paralela al apoyo que recibían los católicos de Oriente por Francia. Se calcula que hoy en día sus seguidores en Egipto son más de 100.000, principalmente de ascendencia griega y siro-libanesa. Desde 2004 está dirigida por el patriarca Teodoro II, sin relación con el papa copto de igual nombre.

El catolicismo también está presente en Egipto y, aunque su Historia se remonta al siglo IV, su actividad en Egipto ha sido y es bastante reducida. La presencia de la Iglesia católica romana en principio cubría las necesidades de los comerciantes europeos, sobre todo italianos, instalados en la región y algunos conversos. Pese a que la Iglesia católica romana intentó sin éxito absorber la Iglesia copta egipcia durante la época de las Cruzadas con el apoyo de Francia, defensora de los católicos de Oriente, consiguió consolidar una pequeña comunidad católica copta, dependiente del papa de Roma, formada hoy por unas 250.000 personas.

Para ampliar: The Copts of Egypt, S. E. Ibrahim y otros, 1996

Otra iglesia cristiana presente en Egipto es la Iglesia presbiteriana evangélica, que según sus propias fuentes suma 250.000 feligreses en todo el país. La llegada del evangelismo al gigante árabe se produjo a mediados del siglo XIX con la instalación de misiones y escuelas evangélicas y la posterior construcción de centros universitarios como la Universidad Estadounidense de El Cairo.

Cristianos en Egipto, una minoría en el delta del Nilo
Presencia mayoritaria de musulmanes —en verde— o cristianos —azul— en el continente africano. Fuente: Pew Research

Las Iglesias presentes en el país nunca han tenido un enfrentamiento directo, pero sí ha existido una concurrencia por mantener o aumentar el número de adscritos. La Iglesia copta es la que más ha visto peligrar su posición hegemónica debido al apoyo recibido desde el extranjero a las Iglesias ortodoxa griega, católica y presbiteriana. Durante la colonización y el siglo XX, con la fundación de las escuelas misioneras, la Iglesia copta tuvo que realizar esfuerzos para impedir el traspaso de la responsabilidad educativa a Iglesias extranjeras. No obstante, sigue jugando un papel preponderante tanto en la Historia como en la política de la nación egipcia.

Los cristianos y la construcción de la nación egipcia

La colonización inglesa de Egipto en 1882 generó una ola de rechazo en la población egipcia, tanto cristiana como musulmana, que se organizó para expulsar a los ocupantes extranjeros reclamando la independencia del país. El movimiento nacionalista egipcio, también conocido como faraonismo, basaba sus fundamentos en la existencia de una pertenencia común de todos los egipcios al pasado faraónico del país. Dos coptos —Butros Ghali Pachá y Yusef Wahba Pachá— llegaron a ocupar el cargo de primer ministro gracias al incremento de la implicación de la comunidad cristiana en la vida política del país árabe. Paralelamente, los cristianos egipcios contribuyeron a la fundación de periódicos y revistas propios desde las que propagar ese mensaje nacionalista. Todo este movimiento nacionalista desembocó en la revolución de 1919, liderada por el socialista Saad Zaglul, del Partido de la Delegación —más conocido como Wafd—, contra la ocupación británica. La revuelta tuvo un éxito limitado, ya que en 1922 se reconoció la independencia de Egipto como reino, pero la presencia británica se mantuvo tres décadas más.

Cristianos en Egipto, una minoría en el delta del Nilo
Tres cuartos de los egipcios consideran la religión “muy importante en sus vidas”. Fuente: Pew Research

30 años más tarde se produjo la revolución de 1952, liderada por el Movimiento de Oficiales Libres, con el carismático Gamal Abdel Náser a la cabeza. Una vez más, los coptos apoyarían la revuelta contra el poder británico y su aliado, el rey Faruk. Durante los primeros años de gobierno de los Oficiales Libres, mantuvieron un discurso de unidad nacional a favor de la integración de la comunidad copta en la construcción del nuevo estado poscolonial —en la propia Constitución de 1953 se reconocía la libertad de credo—. Esos mismos años se produjeron reformas económicas, como la reforma agraria o la nacionalización de empresas, que afectaron muy fuertemente a los cristianos del país. Esta situación empujó a miles de cristianos egipcios a migrar a otros países, principalmente occidentales.

Desde la época del valí Mehmet Alí y la construcción del Estado egipcio moderno, la comunidad copta de Egipto había sido capaz de incorporarse al sistema administrativo nacional gracias a la educación recibida en sus propias escuelas. A finales del siglo XIX, los coptos acumulaban un cuarto de la riqueza nacional y representaban casi la mitad de los funcionarios del Estado. Además, suponían un porcentaje elevado —en términos relativos— de los trabajadores activos en profesiones liberales como la medicina o la farmacia.

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Náser saluda a los obispos coptos de Dacalia, Quena, Kous y Suhag. Fuente: Wikimedia

Durante el Gobierno de Náser se produjo un acercamiento con la comunidad copta, representada en la figura del entonces papa Cirilo VI. Ambos líderes mantuvieron una estrecha amistad y colaboración y el patriarca comenzó a ejercer un papel más político que de guía espiritual. La alianza entre Gobierno e Iglesia se formalizó con la inauguración de la nueva catedral en El Cairo, financiada parcialmente por el Gobierno egipcio, en la que los dos dirigentes escenificaron la buena sintonía existente entre ellos.

Pese al discurso mediador de Náser dentro de Egipto, sus decisiones y el rumbo de la política exterior iban por un camino muy distinto. Durante su Gobierno ninguna cartera ministerial relevante estaba ocupada por cristianos; tampoco ningún gobernador de provincia —elegidos por el Gobierno, no mediante elecciones— ni ningún rector de universidad pertenecía a la comunidad cristiana. El discurso panarabista del rais —presidente egipcio— incluía tanto a musulmanes como a cristianos, pero producía el rechazo de los coptos, que se consideraban descendientes directos de los faraones y, por lo tanto, no árabes.

Con la llegada de Anwar el Sadat a la presidencia en 1970, las relaciones con la comunidad copta se romperán de manera irreparable. El nuevo discurso del Gobierno se basaba en la herencia islámica de Egipto, buscando en el islamismo un elixir a los movimientos de izquierdas en el país árabe; el propio Sadat se comenzará a llamar a sí mismo “el presidente devoto”. La Constitución de 1971 supone una declaración de intenciones: se declara el islam como religión de Estado, el árabe como lengua oficial y la sharía como fuente principal de Derecho. Paralelamente, se levanta el veto a la Sociedad de los Hermanos Musulmanes, ilegalizada por Náser, que había mantenido su actividad en la sombra.

Durante el Gobierno de Sadat se produce un choque con el papa Shenuda III, sucesor de Cirilo VI. En 1973, tras la guerra del Yom Kipur y el acercamiento entre Egipto e Israel, las clases populares y los movimientos izquierdistas, con el apoyo de los cristianos, se movilizan contra la posibilidad de una paz con el Estado hebreo. Esto tensará aún más las relaciones entre Shenuda y Sadat, que veía al patriarca como un enemigo capaz de desafiar su autoridad. El presidente egipcio lo acusará de mantener un pacto secreto para crear un “Estado copto” en el Alto Egipto, lo enviará al exilio y le retirará todos sus reconocimientos como patriarca de Alejandría y representante de la Iglesia copta en Egipto.

Solo tras el asesinato de Sadat en 1981 y cuatro años después de la llegada de Hosni Mubarak al poder, el papa copto pudo volver de su exilio y ser reinstaurado en su cargo tras una amnistía del nuevo presidente. Mubarak verá en Shenuda y la Iglesia ortodoxa copta el medio a través del cual comunicarse con la población cristiana del país. El aumento de ataques terroristas contra la población cristiana será utilizado también por el régimen para erigirse como un muro entre la población cristiana y musulmana de Egipto. De esta manera, el régimen autoritario de Mubarak era garante de la seguridad de los cristianos frente a los posibles Gobiernos islámicos, anticristianos, que amenazaban con tomar el poder.

Para ampliar: “El Sinaí, oasis del yihadismo”, Clara Rodríguez en El Orden Mundial, 2018

Sin embargo, en la primera década de los 2000 la apatía con la que el régimen se preocupaba de la situación de los coptos y otros cristianos del país en un clima de inseguridad creciente para toda la población llevó a gran cantidad de coptos a desmarcarse del discurso de su Iglesia, a favor del régimen de Mubarak. Los movimientos sociales comenzaron a resurgir con la aparición en 2004 de movimientos de protesta como Kifaya —‘basta’—, en el que también hubo coptos colaborando. El aumento de atentados contra la comunidad copta —dos en 2010 y uno masivo el siguiente Año Nuevo contra la iglesia copta de San Marcos y San Pedro, en Alejandría, en el que murieron 21 personas y hubo decenas de heridos— evidenciaron definitivamente la incapacidad del régimen de Mubarak para proteger a la minoría religiosa y contribuyeron a la adhesión por parte de los coptos, principalmente los más jóvenes, a las revueltas de 2011, que depusieron al rais.

De la revuelta de 2011 a Al Sisi

Durante la revolución de 2011, la idea de nación volvió a estar presente una vez más de la misma manera en la que lo estuvo durante la revolución de 1919. Tanto musulmanes como cristianos se alzaron contra el régimen de Mubarak con la esperanza de devolver la dignidad al pueblo egipcio tras más de 40 años de Gobierno dictatorial. Imágenes de cristianos protegiendo a musulmanes mientras rezaban en la ya famosa plaza Tahrir —plaza de la Liberación— inundaron los medios de comunicación de todo el mundo. Sin embargo, dentro de la propia comunidad copta existía cierto resentimiento hacia la posibilidad de un país democrático gobernado por una población mayoritariamente musulmana.

Cristianos en Egipto, una minoría en el delta del Nilo
Coptos rezando en Tahrir. Fuente: Wikimedia

El final de la revolución de 2011 estuvo marcado por el liderazgo de los Hermanos Musulmanes, lo que tiñó la revolución de un tono islamista que no había tenido en sus orígenes. En las posteriores elecciones, la Hermandad se haría con la mayoría de los votos de la población egipcia, una situación en la que los cristianos del país árabe no se habían visto nunca. Poco tardaron en llegar ataques contra las comunidades cristianas del país por parte de seguidores del partido islamista, alentados por los propios diputados, que prometían la “islamización de la vida”. Aunque Mohamed Morsi, candidato de los Hermanos Musulmanes a ocupar el cargo de presidente, defendió que él representaría a todos los egipcios y no solo a los musulmanes, los coptos votaron mayoritariamente al candidato continuista Ahmed Shafik, que terminó derrotado por un estrecho margen de 48% frente al 51%. En la Constitución aprobada tras estas elecciones se estableció el carácter islámico de Egipto y se relegó a los coptos a un estatus de ciudadanos de segunda similar al que poseían en tiempos del Imperio otomano.

Para ampliar: “Violence Against Copts in Egypt”, Jason Brownlee, 2013

Dentro de la comunidad copta, en 2012 asumió el cargo el papa Teodoro II tras el fallecimiento de Shenuda III. Los ataques contra la comunidad copta se incrementaron y en 2013 alcanzaron su auge con enfrentamientos, una vez más, en la iglesia de San Marcos, en Alejandría. Morsi llamó a una investigación de los hechos. El papa Teodoro II, a su vez, acusó al presidente de haber provocado un clima de tensión. La situación crítica de los cristianos en Egipto influyó de manera decisiva en la implicación de la Iglesia copta en las protestas contra el presidente islamista, que terminarían con el golpe de Estado del general Abdelfatá al Sisi.

Para ampliar: “El invierno egipcio”, Pablo Moral en El Orden Mundial, 2017

En el momento de la proclamación de su nuevo Gobierno interino, Al Sisi apareció escoltado por los jefes de los principales grupos religiosos del país, entre ellos Teodoro II. En este nuevo Gobierno, tres coptos ocuparían carteras ministeriales como muestra del nuevo pacto entre Al Sisi y la comunidad copta del país. Sin embargo, pese a los intentos de Al Sisi de limar asperezas entre cristianos y el resto del país, las tensiones y la violencia sectarias han ido en aumento debido a la propagación de ideas que señalan una supuesta conspiración copta para alejar a los islamistas del poder.

El presidente egipcio es consciente de la necesidad que tiene de conservar el apoyo de la comunidad copta para mantenerse en el poder, al igual que lo hicieron sus antecesores. Así se explica que haya sido el primer presidente en la Historia del país en acudir a la misa de Navidad de los coptos, celebrada el 6 de enero. La última gran acción llevada a cabo por el presidente para ganarse el apoyo de la comunidad copta ha sido la inauguración en enero de 2018 de la mayor iglesia de Oriente Próximo en donde estará ubicada la nueva capital administrativa del país. De manera muy similar a cuando Náser y el papa Cirilo VI inauguraron una catedral medio siglo atrás, Al Sisi ha tratado de imitar el hito con Teodoro II, tras lo cual se formalizó un pacto no escrito entre el régimen y la comunidad religiosa.

El apoyo otorgado por parte de los cristianos coptos al régimen de Al Sisi no ha hecho más que contribuir a una ruptura aún mayor entre cristianos e islamistas. El gobierno egipcio actualmente se encuentra inmerso en una guerra contra los grupos terroristas afiliados a Dáesh. Estos han declarado a los coptos como principal objetivo en el país árabe tras diversos atentados como por ejemplo los del Domingo de Ramos o el que tuvo lugar contra un autobús en la región de Minya, ambos en 2017. La respuesta gubernamental no se hizo esperar tras el primer caso cuando la aviación egipcia bombardeó posiciones del Dáesh en territorio libio como represalia.

Actualmente los cristianos egipcios se encuentran en una situación muy similar a la que se han encontrado a lo largo de su Historia, aunque con amenazas cada vez mayores. Aún esperando a la instauración de un sistema democrático efectivo que asegure la igualdad entre todos los ciudadanos egipcios, los cristianos del país árabe no tienen otra opción que mantenerse cerca de un régimen autoritario que garantice su seguridad si no quieren diluirse definitivamente en las aguas del Nilo.

Cristianos en Egipto, una minoría en el delta del Nilo fue publicado en El Orden Mundial - EOM.


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