Dos destinos: Irak y Siria. Una misión oficial: destruir el Estado Islámico. Una misión humanitaria: salvar a los cristianos de ambos países.
Si piensa que Estados Unidos sólo se dedica a bombardear posiciones yihadistas, entonces usted no sabe ni entiende nada de lo que está pasando. Desde hace meses las comunidades cristianas de ambos países sobreviven a la persecución y la matanza que realizan los radicales islamistas. Es una situación desesperada que se prolonga en el tiempo, con cientos, posiblemente miles, de víctimas civiles e inocentes. Hombres, mujeres y niños. Masacrados por la rinrazón de los yihadistas que pretenden una limpieza religiosa y étnica brutal.
La labor diaria que realizan órdenes religiosas, unas pocas ONGs, y comandos especiales y agentes de inteligencia estadounidenses sobre el terreno está contribuyendo a proporcionar medicamentos, refugio, alimentos y cubrir las necesidades básicas de los refugiados en Irak y Siria, ya sean de la comunidad islámica o cristina. La expansión del Estado Islámico ha provocado una explosión de refugiados sin hogar que hacen la situación dramática, sobre todo en lo que afecta a los cristianos, perseguidos y asesinados. Sin embargo, más allá de noticias puntuales en algunos medios de comunicación, estas noticias no están llegando al ciudadano occidental en toda su dimensión. Noticias marginadas por los grandes medios a los que no interesa mostrar lo que está pasando ni que se hable de ello.
Dos minorías (cristianos y mazdeístas), entre otras, han perdido sus tierras, hogares, y pertenencias, su trabajo, dinero, muchos ha sido separados de sus familias y están perseguidos a causa de su religión. Los yihadistas del Estado Islámico están masacrando a las minorías cristianas de Irak y Siria, destruyen iglesias, se apropian de sus tierras y bienes, y los obligan a huir sin nada o los matan. Algunos de los conventos son utilizados como cuarteles del Estado Islámico, por ejemplo, los conventos de las dominicas en Tel Kaif y Karakosh, cuyas imágenes, estatuas, cruces e iconos están siendo destrozados y reemplazados por las banderas del Estado Islámico.
A los fusilamientos se han unido las decapitaciones públicas y crucifixiones en las ciudades capturadas por los yihadistas. El terror es un arma y ellos lo usan: cuerpos inertes y sus cabezas son exhibidas como advertencia de lo que sucederá a los que no se conviertan al islam o no abandonen sus pueblos y ciudades.
El panorama es devastador y el mundo hace oídos sordos a esta tragedia o mira a otra parte con indiferencia. Gente sin nada en las calles, campamentos de refugiados desbordados, escuelas improvisadas como centro de refugiados, huérfanos por cientos huyendo con secuelas emocionales de por vida…
Alimentos, medicinas, mantas y ropa de abrigo son esenciales y llegan de la mano de Estados Unidos, pero no es suficiente porque la situación requiere ya de una operación de ayuda y asistencia humanitaria que implique tropas terrestres que frenen y derroten a los yihadistas que provocan esta situación. En este contexto, podemos salvar algunas vidas con las acciones que se están llevando a cabo, más no son suficientes para evitar que la tragedia siga produciéndose. Las minorías cristianas necesitan una solución global y rápida. Mientras cientos de personas sufren a diario y mueren, los políticos en Occidente se muestran impasibles, sordos y ciegos ante este sufrimiento humano. Por eso la confianza de estas gentes que sufren persecución está ahora únicamente en los soldados estadounidenses que pueden salvarlos…que los están salvando sin focos, periodistas, televisiones ni publicidad, sin reconocimiento público, pero con la conciencia tranquila de estar haciendo lo justo para salvar la dignidad de los refugiados. Es difícil creer que esto pueda suceder en el siglo XXI, pero sucede mientras los cristianos de Occidente apenas se movilizan para ayudarlos y dedican sus esfuerzos a causas mucho menos importantes.
Las expulsiones forzadas de cristianos de sus ciudades en Irak y Siria es una tragedia inmensa, como un puñal clavado en las conciencias occidentales. ¿Y quién está ayudando a estos miles de refugiados sobre el terreno? Estados Unidos. No se lo dirán en las noticias ni en la prensa, pero es la realidad. Hombres, ancianos, mujeres y niños huyen del Estado Islámico y sólo cuentan con la ayuda de unos pocos religiosos, misioneros, monjas, comandos y unidades estadounidenses, que bien podrían ser muchos más si la cobardía no anidara en el corazón de algunos políticos.
Familias enteras de cristianos esperan una mano amiga que los ayude a huir y salvar sus vidas. Los misioneros y las órdenes religiosas cristianas hacen lo que pueden, con la ayuda de Estados Unidos, para que esta situación no empeore, pero cada vida que se pierde es un drama.
Sería deseable que los reporteros, las televisiones y la prensa desplegaran aquí su potencial informativo, con valor y rigor periodístico, para cubrir las operaciones de ayuda y salvamento de cientos de cristianos que se quedan sin alimentos, medicinas ni agua, y a los que sólo la voluntad y la implicación de algunos les está salvando. Sería deseable que las imágenes de cristianos asesinados mientras rezan o intentan huir desesperados ocuparan los televisores y las primeras planas de los medios de comunicación para conmover conciencias y que la opinión pública se movilice para exigir una intervención occidental que ya está tardando.
Las masacres de cristianos revuelven el estómago por su crueldad y obligan a reflexionar sobre lo que sucede en el mundo y cómo, de nuevo, Estados Unidos se queda casi solo defendiendo lo que es justo y humano.
De momento, mientras la impasibilidad occidental deja a los cristianos sirios e iraquíes a manos de los salvajes yihadistas, Estados Unidos brinda su apoyo y ayuda a los refugiados, y a las milicias cristianas que estamos organizando en brigadas operativas y armando y entrenando para hacer frente al Estado Islámico.
Bagdad, Basora y Mosul, en Irak, son las ciudades históricas con presencia cristiana, asirios y caldeos que siguen rezando en arameo, la lengua de Jesús, pero no son las únicas de donde han debido huir en masa. Decenas de ciudades iraquíes y sirias han visto la riada de refugiados y víctimas cristianas en estos últimos meses. Mientras tanto, los medios de comunicación guardan silencio sobre la persecución que sufren y la ayuda que los presta Estados Unidos.
Pocas personas han denunciado lo que sucede con tanto conocimiento de causa como la madre y la hermana Olga Yaqob y Hatune Dogan, las monjas que expusieron su testimonio crudo y real durante la Cumbre inaugural de la IDC en Washington, celebrada entre el 9 y el 11 del pasado mes de septiembre, donde denunciaron que los periodistas ignoraban las noticias relacionadas con los refugiados desplazados y las niñas y mujeres cristianas repetidamente violadas, algunas de tan sólo 5 años de edad; muchas de ellas cortadas con cuchillos y desfiguradas. La hermana Hatune Dogan es una monja cristiana ortodoxa que ayuda a los cristianos en Siria y Turquía a través de su organización, “A Helping Hand to the Poor.”
Ellas son algunas de las que claman para que los medios de comunicación informen para que el mundo vea lo que está pasando realmente.
Miles de cristianos refugiados, con sus historias personales a cuestas, encuentran ayuda en los países vecinos. Muchos de ellos refugiados en el único lugar donde encuentran un poco de paz en medio de tanta crueldad y desolación: las iglesias cristianas.
En este mundo en el que parece que se ha perdido la consciencia del valor de la vida humana, en el que parece que la persona no cuenta nada y se puede sacrificar en el altar de otros intereses ante la indiferencia de muchos, hay una cosa cierta: a algunos nos sigue ocupando y preocupando, y nos remueve la conciencia para hacer todo cuanto está en nuestras manos para salvar esas vidas humanas amenazadas por el odio y el fanatismo, sin resignarnos y ofreciendo esperanza en medio de la violencia a aquellos que están sufriendo el drama de la persecución.
Es nuestra obligación mostrar al mundo lo que los hermanos en la fe cristiana están viviendo en Irak y Siria, la crueldad y la barbarie yihadista. Porque nada como ver con los propios ojos para despertar la conciencia.
Lucas 10:28 No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.
10:29 ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.
10:30 Ustedes tienen contados todos sus cabellos.
10:31 No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.
10:32 Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.
Lucas
16:25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. Mateo 10, 39 Marcos 8, 35 Lucas 9, 24 Lucas 17, 33 Juan 12, 25
16:26 ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
16:27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, Mateo 25, 31 y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.
SYRIA Christian man forced to convert to Islam, then gets beheaded anyway WARNING Graphic Images