Hay que ver, la pobre, en qué situación se encuentra. Porque claro, parece que aquí no ha pasado nada. Ella, muy voluntariosa, ya lo hemos visto hasta ahora que incluso defiende la gestión de su querido empalmado, ha decidido –que dicen sus abogados— declarar de forma voluntaria.
¡Y un cuerno! Vaya dos abogados que se ha buscado. Según dicen de los mejores, pero hay que verlos. Ahí estaba el otro día el tal Silva, uno de ellos, diciendo que si era preciso la infanta declararía para que se realizara el juez. Sorna y mala leche cuando debería tener un cierto respeto a la judicatura, pero se ve que se siente amparado y es graciosillo. Y, por otro lado, el otro, Roca, uno de los padres de la Constitución que miente como un bellaco. Y es que se debe creer que somos gilipollas. Sale diciendo que la Infanta va a declara de forma voluntaria, ¡una leche!
¿Desde cuándo una imputada va a declarar de forma voluntaria? Es verdad, que lo podría haber hecho –y seguramente hubiera sido mejor para su causa—, antes de la imputación, pero una vez imputada no existe la voluntariedad. La declaración es obligatoria –lo pongo en negrita por si lo lee Roca, no vaya a ser que se le pase— y no puede ser de otra manera. Otra cuestión es que se pacte con el juez un adelanto de la declaración y que no se impugne la imputación.
Ahora la pobre Cristina ha decidido declarar. Pues no, es el juez Castro quien la está obligando a declarar, bien pudiera haber decidido eso ella antes, pero ahora es tarde. Irá a declarar con abogado y con todos los derechos y obligaciones que impone la ley a un imputado. Ni más ni menos. O sea que no se tiren el pisto con nosotros estos dos listillos.
Eso sí, se ha adelantado el acontecimiento porque la pobre Casa Real, como dijo su jefe, Spotorno, están pasando por un martirio los pobres. Y es que se ve que robar, presuntamente, a manos llenas, aprovecharse de ser quién es y defraudar a Hacienda o lavar capitales hoy, según este ‘buen hombre’ es un martirio.
En fin, queda claro que no han podido evitar la imputación ante los cargos presentados por el juez y su justificación, y han decidido no hacer el ridículo y someterse como todo el mundo a lo que ha dictado el juez.
Sólo queda esperar a ver que declara la voluntariosa Cristina –ya saben ustedes las ganas que tenía de hablar— y esperar que diga que todo lo hecho ha sido por amor, como dice su abogado Silva. Aunque, que yo sepa el amor, si es que existe, no es ningún atenuante y no es una excusa para delinquir, salvo que a lo mejor exista alguna excepción si se tiene sangre azul.
Salud y República