Cristina Seguí y la mujer divergente no socialista

Creo que escribir un artículo sobre la exmilitante y cofundadora de VOX, Cristina Seguí, puede merecer la pena para poner de relieve el discurso aberrante del que hace apología.

De una persona que presume de ser periodista, escritora, diseñadora gráfica, así como política durante un breve período de tiempo y tertuliana, no cabría esperarse frases del calibre de: “propongo a las feministas que me coman el fistro vaginal”. ¿A qué nivel de representación pública ha llegado con tanta fama que está despertando con la publicación de su libro Manual para defenderse de una feminazi? Mejor dicho, ¿a quién está representando? ¿Todavía están vigentes en ella los ideales ultraderechistas de VOX?

Se podría pensar que su imagen es puro marketing político, que genera polémica para captar la atención del público, y así hacerse odiar por muchos y consolidar los ideales de unos pocos; ya que continua apoyando el pensamiento conservador de su antiguo partido, aunque critique el desarrollo del mismo. Pero también sería lícito pensar que, como buena política, utiliza el escándalo y el reclamo del conservadurismo para poder hacerse un estrecho hueco en el mundo de la literatura. Cualquier otro escritor con un mínimo de creatividad hubiera probado suerte con una novela de aventuras o, incluso, con su propia biografía. Sin embargo, debe de resultar más sencillo ponerse a un nivel semejante al de los tertulianos de la presa rosa para tener un público expectante.

Quizás a Cristina Seguí le haya faltado licenciarse en psicología. Es sorprendente cómo una “periodista” escribe un manual de actuación para protegerse de las que califica feminazis. Y cómo hace juicios de valor diciendo que las mujeres que la abuchean tienen problemas psicosexuales. Ya que su carrera profesional gira en torno a la comunicación, le sugeriría a esta señora que explicase qué relación encuentra ella entre un problema psicosexual y la defensa de los ideales feministas.

Es posible que en VOX se dediquen a estudiar el comportamiento de la mujer que no es divergente y no socialista para hacer censura de un camino “poco cristiano”, y de ese modo poder impartir directrices a aquellas mujeres que se quieran mantener en la línea de lo “correcto”. Pero, seguramente, dentro del partido, sean los hombres los que quieran llevar a cabo este trabajo, ya que son ellos los que se están protegiendo y reclamando sus derechos de no renunciar a su hegemonía y al protagonismo social.

Ciertamente, las desavenencias de Cristina con su antiguo partido pueden venir, en parte, por el protagonismo que está robando al sector masculino; el cual estará orgulloso que les apoye y les pretenda proteger, pero sin armar ese escándalo, ¡mujer!