Minas de Byzacene.
El relato de estos testigos de Cristo es conocido por la obra "De la persecución de los vándalos", de Víctor de Útica. Nos cuenta que reinando el feroz Genserico en el norte de África, era especialmente cruel con los católicos, que no aceptaban la fe arriana, ni mucho menos se complacían en disimular su fe católica. Aconsejado por los arrianos, Genserico había prohibido que ningún fiel a la doctrina católica pudiera tener cargo público alguno, ni mucho menos en su corte.Pero he aquí que se supo que Armogasto, un noble al servicio de Teodorico, hijo de Genserico, era católico. Fue apresado y torturado atándole cuerdas alrededor de su frente y piernas, comprimiendo las carnes y las sienes lenta y dolorosamente. Pretendían que apostatara, pero el santo elevó una súplica al cielo y las cuerdas se rompieron. Lo intentaron luego con cuerdas de cáñamo, más fuertes, que igualmente se rompieron. Porteriormente le colgaron de un pie, con la cabeza hacia abajo. El santo soportó pacientemente su tormento, y aún sonreía, lo cual exasperó a Teodorico, que quiso cortarle la cabeza de inmediato. Pero Jucundio, un presbítero arriano le dijo "si le cortas la cabeza, los católicos le harán un mártir. Debe morir de otra manera". Entonces fue descolgado y enviado a las minas de Byzacene. De ahí fue enviado a cuidar vacas y limpiar establos, para humillarle. En este trabajo su cuerpo fue extenuándose poco a poco y así, sintiéndose morir, llamó a otro compañero de castigos, llamado Felipe y le dijo "Te ruego que cuando yo muera, me entierres debajo de este roble, o tendrás que rendir cuentas ante Dios por no hacerlo". Felipe le respondió "Dios no lo permita, yo te enterraré en alguna iglesia, como tú mereces por confesar a Cristo". Armogasto insistió, y Felipe aceptó a su petición. Pocos días después falleció Armogasto y Félix comenzó a cavar su tumba entre las raíces del árbol. Le era muy difícil y pronto vio la causa: halló un sepulcro de mármol, en el cual sepultó el cuerpo de Armogasto, al que los católicos dieron culto como mártir por tantos sufrimientos por la causa de la fe católica.
Al mismo tiempo que Armogasto, fue llamado al tribunal Archinimo, que era de Mascula. Genserico le prometió que si negaba la divinidad de Cristo salvaría la vida, pero el confesor se negó a ello y alcanzó la corona del martirio.
En tiempos de Hunerico, sucesor de Genserico, hicieron comparecer a Saturio, el cual no callaba sobre la impiedad de la fe arriana, por lo que fue denunciado por un diácono arriano. Hunerico le conminó a negar la divinidad de Cristo si no quería perder todos sus bienes, y además, entregaría a su esposa e hijos a un camellero, para que este la desposara, humillándola, e hiciese esclavos a sus hijos. Saturio permaneció firme y Hunerico dispuso se hiciera lo mandado. La mujer de Saturio le imploró no la sometiera al escándalo, y renunciara a su fe. Él le contestó: "Hablas como una de las mujeres necias [Job 11]. Si me amaras, no me pedirías una segunda muerte: El que no abandona a su mujer, dijo el Señor, por hacer su voluntad, no puede ser su discípulo". Entonces Saturio fue despojado de todo y reducido a la mendicidad, castigado y varias veces apresado, hasta que murió en la prisión.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 29 de marzo además se celebra a
San Bertoldo, II General Carmelita.
Beato Raimundo Llull, terciario franciscano mártir.