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[Crítica] 2 Broke Girls: el encanto de lo vulgar

Publicado el 04 enero 2012 por Mishajb

Desdibujar la alargada sombra que proyectan algunas de las mejores sitcoms de la CBS sobre el panorama actual de la comedia siempre ha sido una asignatura pendiente de las nuevas producciones, tanto de la competencia, como de la misma cadena. The Big Bang Theory o How I Met Your Mother reinan en solitario en un arduo campo, castigado por la aparición masiva de productos estereotipados (Last Man Standing o Man Up!) ligados al mainstream americano de una televisión que pide a gritos una reinvención del clásico género. En este contexto tan poco favorable aparece 2 Broke Girls, la serie de Michael Patrick King y Whitney Cummings, sobre la relación entre Caroline, una ex billonaria que se ha quedado en la ruina tras la detención de su padre por estafa, y Max, una camarera de los suburbios que debe hacer malabares para llegar a fin de mes.

[Crítica] 2 Broke Girls: el encanto de lo vulgar

“Fifty dollars for a hamburger? For that much money, it should eat me first!” esta y algunas otras lindezas que escupe Kat Dennings mientras interpreta a Max Black es la principal carta de presentación de la nueva sitcom de la CBS. Ambientada en las calles de un contemporáneo Nueva York, dos chicas completamente diferentes entre si empiezan una relación de amistad que a lo largo de cada capítulo irá fortaleciéndose cada vez más (por mucho que ninguna de ellas tenga el valor para reconocerlo) hasta llegar al punto del puro cariño fraternal. Y no es para menos, la situación de bancarrota de ambas es el principal motor para que decidan embarcarse en la fundación de un negocio de fabricación de magdalenas caseras. Aunque parece que para ello aún quedan muchos paseos a caballo, tanto Max como Caroline (Beth Behrs) no se dan por vencidas. Si en How I Met Your Mother el principal aliciente (o al menos al principio) es conocer a la madre de los hijos de Ted, en 2 Broke Girls es saber cuánto dinero ahorrarán al final de cada capítulo y de si será el suficiente para abrir por fin el negocio.

Personalmente, considero que la grandeza de 2 Broke Girls no radica en su guión (aunque algunos de sus diálogos sean de los mejores que he visto últimamente en comedia), sino en la capacidad que tiene para reírse de si misma. De reconocer orgullosa que la vida del pobre puede realizar como persona igual o incluso más que la de aquellos que más tienen. De parodiar sin pudor algunos de los grandes aspectos de la vida como son el amor (de hecho casi no aparece a lo largo de los 13 capítulos ya emitidos), el dinero o la popularidad, y que muchas veces adquieren una dimensión mucho más profunda de la que en realidad merecen. La serie es vulgar y escatológica (en el amplio sentido de ambas palabras), y por mucho que les duela admitir a los puristas de la lengua de Shakespeare, la mayoría de la gente de los suburbios se expresa así. En España yo creo que se podría aceptar como un nuevo dialecto, pero eso es otro tema que no toca tratar aquí. En 2 Broke Girls no se busca narcotizar la realidad y venderla como un proyecto de futuro esperanzador y sencillo, sino más bien todo lo contrario. Las localizaciones son quejumbrosas y malolientes (no hay más que ver el piso de Max), las vestimentas de dudosa integridad (el traje de trabajo de Caroline y Max) y el discutible olor corporal de las axilas de Oleg, el cocinero del restaurante, son un buen ejemplo.

[Crítica] 2 Broke Girls: el encanto de lo vulgar

Aunque el éxito de ambas féminas está ínfimamente supeditado a la duración de la serie (en el momento que abran su negocio se acabará el concepto inicial de ambas), es irónico comprobar cuales son las preferencias de cada una a lo largo de la historia. Y sorprendentemente, casi nunca es el amor (hecho que se agradece bastante) y que pasa de puntillas por la vida de ambas. De hecho, el único conflicto amoroso que llega a plantearse a lo largo de la historia es el novio avispado de Max y la no-relación de ésta con su mejor amigo, Johnny, que acaba convirtiéndose en nada tangible debido a la espectacular novia del barman. El amor y el triunfo en la gran América se desmitifican. Esto también se representa en la figura de Han Lee, el propietario asiático del restaurante en el que ambas trabajan, y que busca por todos los medios adaptarse al american way of life sin mucho éxito. Existe como una especie de snobismo respecto a los forasteros (Oleg y Han mantienen una dura lucha sobre quién habla mejor inglés de los dos) y los prejuicios estallan en las narices del espectador encarnados, no sólo en los personajes principales, sino también en la mayoría de situaciones de la vida cotidiana, en la que se juzga constantemente el poder adquisitivo de Max y Caroline.

En definitiva, 2 broke girls es una buena serie. Yo no la compararía con otras comedias como The Office (en sus años mozos), Parks and Recreations o Modern Family (la construcción de los personajes y las relaciones entre ellos es muy diferente) pero si que puede perfilarse como una opción segura para una segunda temporada en la CBS. Tanto audiencia como crítica han respondido bien hasta la fecha, pero tendremos que esperar para ver como se desarrolla la historia, sobretodo si termina por ser renovada tras la confirmación por parte de la cadena de que tendría una completa hasta el próximo año. Si más no, la propuesta de Michael Patrick King y Whitney Cummings es una idea fresca, interesante y creativa para aquellos que buscan un nuevo título con la llegada de las midseason ( y la eliminación de algunas como Community o Rules of Engagement del mapa) y la caída en picado de la calidad de las veteranas The Office o How I Met Your Mother.

Lo mejor: Oleg con mayúsculas, los diálogos y la intervención espontánea de Chestnut

Lo peor: el personaje de Han y los altibajos a nivel cualitativo que se producen entre varios capítulos

Tiene una retirada a: -

Primera impresión: 7/10


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