El pasado martes día 30 de julio tuvimos la ocasión de asistir a un pase exclusivo de la nueva película de Carlos Iglesias, “2 Francos, 40 pesetas”. Se trataba de un pase test, al estilo de los que hacen en Estados Unidos meses antes del estreno de las películas para conocer las reacciones del público a las mismas. Presentada por el propio Carlos Iglesias, y con todo el equipo de la película presente, la sala 24 de los cines Kinepolis de Madrid se llenó para disfrutar de la secuela de la estupenda “1 Franco, 14 pesetas”.La ópera prima como director del actor Carlos Iglesias, narraba las dificultades a las que se enfrentaban los españoles que, en los años 60, se veían obligados a emigrar principalmente a países centroeuropeos para tratar de conseguir una vida mejor a todos los niveles. Para reflejar aquella realidad, “1 Franco, 14 Pesetas” tomaba como ejemplo a una familia de tantas en la que Martín, el cabeza de familia, emigra con su amigo Marcos a un pueblecito de las montañas de Suiza para labrarse un futuro para ellos y sus respectivas familias allí. “2 Francos, 40 Pesetas” tiene lugar 6 años después de que Martín y su familia volvieran a Madrid con la esperanza de empezar de nuevo en su propio país, mientras Marcos y la suya decidieron continuar su vida en Suiza. Pablo, el hijo de Martín y Pilar, es ya un adolescente que no encaja con la mentalidad retrógrada de la España de principios de los 70, después de haber pasado la mayor parte de su infancia en lo que él denomina ‘su pueblo’ a las faldas de los Alpes suizos. Martín por su parte, sobrevive haciendo chapuzas en casas de gente pudiente, después de que cerraran la fábrica donde trabajaba. Tras un altercado con los grises, Pablo decide volver al cantón suizo junto con un amigo, al mismo tiempo que la llegada de la nueva hija de Marcos provoca que Martín y Pilar vuelvan a su vez a Suiza para el bautizo de la niña. La vuelta será para todos un torrente de emociones entre la nostalgia, el descubrimiento de nuevas sensaciones y el despertar de otras dormidas durante 6 años.Si en “1 Franco, 14 Pesetas”, Iglesias optó por ofrecer una visión melodramática de la inmigración con tintes cómicos, en “2 Francos, 40 Pesetas” el tono cambia casi radicalmente hacia la comedia pura en la que los personajes transitan por un camino de situaciones totalmente alocadas, tapando con humor el trasfondo de crítica social que se intuye por debajo de la historia principal, según palabras del propio director, al más puro estilo de los maravillosos guiones de Rafael Azcona, aunque sin la feroz mordacidad de la que éste hacía gala. “2 Francos, 40 Pesetas” es en este sentido mucho más ligera aun poniendo encima de la mesa cuestiones como la crisis económica y laboral de España en aquellos años, y la evasión de capital de las grandes fortunas hacia Suiza, temas que por desgracia siguen de rabiosa actualidad 40 años después.
A pesar de ser una secuela, “2 Francos, 40 Pesetas” funciona como película independiente para aquellos que no vieron la primera (imperdonable), y por supuesto para quienes conocieron las experiencias de Martín en Suiza. Nos volvemos a encontrar con casi la totalidad de los personajes de la anterior entrega, pero la trama es completamente distinta y los asuntos que podrían despistar a los nuevos espectadores, quedan perfectamente reflejadas en el guión sin necesidad de dar explicaciones encajadas sin razón de ser. Los palos de la vida, esta vez se afrontan con mucha más positividad y sobre todo con muchísimo más humor, aunque la banda sonora intente llevarnos en muchos momentos hacia la lágrima fácil con una melodía tal vez algo remilgada que se repite en varias ocasiones. Este aspecto es quizá el único “pero” que se le pueda poner a “2 Francos, 40 Pesetas”, en la que se destila optimismo y buen humor en cada una de las actuaciones, tanto de los viejos personajes principales conocidos, como el propio Carlos Iglesias, Javier Gutiérrez o la elegantísima Nieve de Medina, como de las nuevas incorporaciones y de los secundarios de lujo (hilarantes los momentos entre las dos consuegras, con la siempre estupenda Tina Sainz, o el guiño que Lolita Flores hace a su madre).