CRÍTICA AL INTERÉS LUCRATIVO DE LA IGLESIA
La religión es un tema tan personal como polémico en nuestros días. Por este motivo partiremos de la premisa fundamental del respeto a toda opinión y creencia al respecto. Dicho esto quisiera compartir pensamientos en referencia a esta cuestión, por supuesto sin ánimo de ofensa.
Desde hace muchos años he considerado que la creencia en seres divinos no es más que una simple maquinación con la que tratamos de autoconvencernos para disuadir el miedo a la muerte. Como seres naturales que somos evitamos no solo la muerte sino cualquier pensamiento relacionado con ella. Un tema tabú al que se le muestra un gran respeto, como no podía ser de otra forma.
Ante tales hechos encontramos infinidad de suposiciones, que simplificando podemos dividir en dos vertientes: aquellos que lo aceptan con actitud estoica asumiendo que algún día dejaremos este mundo; y los que por el contrario se aferran a razonamientos irracionales y espirituales, algo posterior que nos alivie y rehúya de la temerosa nada.
No quiero que se me malinterprete, no juzgo a los creyentes de buena fe, de hecho toda vía utilizada para hacer el bien me parece correcta y respetable. No obstante, en muchas ocasiones se ha utilizado para mostrar una actitud reaccionaria y ultraconservadora, cerrándose y criticando a aquellos que no piensan como ellos. Por ello la religión me parece un arma de doble filo con la que hay que tener mucha cautela.
Así como muestro deferencia a aquellos creyentes de buenas intenciones; y aquí comienza mi crítica, sí señalo con dedo acusador a aquellos que se lucran a costa de la buena fe de los adeptos: la Iglesia (entendida como institución). Una vez más son las altas esferas las que desvirtúan un movimiento y una vez más somos nosotros (o en este caso sus simpatizantes) los que debemos abstenernos lo máximo posible de ser cómplices. Es un hecho que el poder corrompe, más cuando está en manos de unos pocos, como también lo es que la Iglesia cuenta con una autoridad incuestionable, por extraño que parezca.
Dado que en mi país (España) la religión preponderante es la cristiana en su rama católica, incidiré en ella. Negar la influencia del cristianismo en la historia sería una necedad; grandes filósofos, escritores y sobre todo grandes personas se han formado en base al ideal cristiano. De la misma manera sería injusto pasar por alto las auténticas atrocidades cometidas en nombre de la Iglesia, sin duda motivo para desconfiar de tal institución (no entraré a valorarlas en este post pues requeriría un análisis más exhaustivo). Una historia de luces y muchas sombras que, sin embargo, sufre un desgaste evidente pues no se puede sostener cierta hipocresía. Si el cristianismo promulga ideas como el amor al prójimo, la caridad, la solidaridad, la gratuidad, etc. ¿Cómo es posible que se trate de una institución tan sumamente rica y vanidosa? ¿es normal que se cobre la entrada a lugares sagrados y se negocie con la fe? Evidentemente hay cosas que no nos encajan. Por ello tenemos el deber de abrir los ojos y darnos cuenta de la gravedad de la situación.
No quiero alargarme, por lo que para terminar expondré una vivencia personal que me hizo darme cuenta del cinismo. Yo paseaba por las calles de Barcelona con mi familia cuando nos adentramos en la zona de la catedral. Recuerdo que los precios de entrada eran bastante elevados para la concepción que yo tenía de un lugar sacro. De pronto eche un vistazo al panorama: una cantidad notable de mendigos pasaban desapercibidos entre una muchedumbre dispuesta a pagar más de 30 euros por entrar y ni siquiera se les pasaba por la cabeza darle uno a aquellos necesitados. En ese momento sentí una mezcla de ira y orgullo, pues me di cuenta de que no iba a ser partícipe de aquel infame y vanidoso espectáculo.