Irán, finales de los años 70. El pueblo iraní clama la sangre de un exgobernante que, habiendo alcanzado altísimas cotas de opulencia, dejó a la población sumida en la pobreza, la opresión y la tortura. Tras haber huido se escondió en EEUU, el país que, junto al Reino Unido, derrocó al anterior gobernante y lo erigió a él. Desde entonces Irán no ha perdonado a EEUU, y aprovechando el descontento radical, la población invade la embajada americana de Irán, apresando a los funcionarios que allí trabajaban. Seis de ellos logran escapar, refugiándose en la casa del embajador de Canadá, y rezando por que su país se acuerde de ellos y vaya a rescatarlos.
Dicen los expertos que una buena película debe tener un comienzo que te enganche a los 5 minutos, y como habéis podido leer el material del que parte Ben Affleck para dirigir Argo es tremendo. Y precisamente por eso podríamos pensar que el director de Adiós, pequeña, adiós lo ha tenido fácil, y aunque es cierto que es un tema que da para mucho, Affleck ha sabido cómo sacarle el jugo a la historia perfectamente. Pero vayamos por partes.
Seguramente habrá muchos, como yo, que se sorprendan al conocer que esta película está adaptada de un hecho que ocurrió realmente, y que salpicó al Gobierno de los EEUU, al de Canadá, al de Irán, a la CIA y a Hollywood. ¡Sí, sí, a Hollywood! Y es que los amantes de las películas que recrean el mundo del cine dentro del cine van a disfrutar de lo lindo con esta obra. Para empezar, diré que el título que nos ofrece Affleck es el título de una falsa película que utilizaron la CIA y las autoridades canadiense para rescatar a los seis diplomáticos que quedaron encerrados en Irán. Affleck interpreta al agente de la CIA que propone la idea de viajar a Teheran con la excusa de ser un equipo de rodaje que está buscando exteriores para rodar Argo, una película de ciencia ficción con muchas similitudes a La Guerra de las Galaxias. Con la ayuda de un productor y de un experto en maquillaje logran montar toda la estructura técnica y mediática que rodea al rodaje de una nueva película, y todo ello adornado con el glamour y la grandeza del Hollywood de los años 70.
Pero sinceramente, todo lo que peuda explicar en esta crítica es poco o nada comparado con lo que he podido presenciar. Mi sorpresa ha sido doble: por un lado por la temática y el hecho de estar basada en hechos reales, y por otro porque yo siempre me he considerado un absoluto detractor de la forma de actuar de Ben Affleck, y aquí me ha dejado anonadado. Y si me ha sorprendido como actor, como director me ha fascinado. Para mí ha elevado su status por las nubes, y sinceramente no me extrañaría nada que le cayeran algunos premios. Su modo de dirigir es capaz de llevar al espectador de la máxima tensión a la comicidad, y de recrear casi autoconscientemente el terror que debieron sentir esos seis diplomáticos encerrados.
Y este es otro punto que habría que tratar. Como norteamericano entiendo que Affleck se posicione a favor de su país, aunque como deja bien claro en la película es consciente de las barbaridades que EEUU ha hecho. Sin embargo eso no quiere decir que despoje a su película de patriotismo y propaganda del terror, algo que asentó Bush, pero que desde antes se estaba haciendo. De hecho en las escenas recreadas en EEUU se manifiesta el estilo de vida tradicional norteamericano (familia, casas grandes con banderas en el porche…), mientras que en las escenas iraníes sólo hay caos, muerte, radicalismo, violencia, sumisión y opresión.
Quizás sea lo único que criticarle, porque por lo demás lo ha clavado. El guión es interesantísimo, la puesta en escena del guión es magistral, la recreación de los años 70 es totalmente nostálgica, la labor de Alexandre Desplat con la banda sonora es absolutamente sublime, y el punto álgido de esta retahíla de adulaciones tiene que ser para el reparto. Junto a Affleck destacan Bryan Cranston como miembro de la CIA y brillando como ya nos tiene acostumbrados, Alan Arkin como productor de cine (sus apariciones son geniales, dando el toque humorístico necesario para relajar tensiones) y John Goodman como el maquillador (otro similar a Arkin). Pero es que los seis actores que interpretan a los diplomáticos son abrumadores. Tienen tal capacidad para expresar la angustia de una persona que sabe que hay un 95% de probabilidades de que lo ahorquen que permiten al espectador empatizar con ellos instantáneamente. Y también hay que aplaudir la labor de la persona que haya buscado un reparto parecido a los personajes reales que vivieron esta historia, y si no acuérdense de estas palabras cuando estén en la sala de cine y finalice la película.
Tengo que despedirme diciendo que no os se pueden perder Argo. De vez en cuando el cine nos obsequia con cine, y esta es una de esas ocasiones. Y además, grábense este título en la cabeza para la temporada de premios que se avecina.