Crítica cinematográfica: Los hombres que no amaban a las mujeres

 
David Fincher es uno de los mejores directores que podemos encontrar en activo hoy día, nos tiene acostumbrados a obras maestras como pueden ser Seven o Zodiac. Es un verdadero virtuoso de la dirección, pero en ocasiones incluso su excelente pulso no consigue hacer que un film levante cabeza, como en el caso de The Game. Su última película no llega a la altura de sus grandes obras, ni mucho menos, pero tampoco podemos contarla entre sus peores películas.
Mikael Blomkvist es un perspicaz e inteligente periodista que es contratado por un adinerado anciano para que investigue el asesinato de su hija. Se cumplen ya cuarenta años del terrible crimen y anualmente recibe el anciano una flor extraña, como una burla del macabro asesino. El anciano está seguro que el criminal es alguno de sus familiares, por lo que Blomkvist deberá investigarlos, para ello contará con la ayuda de Lisbeth Salander, una nada convencional investigadora privada.
El principalmente de Los hombres que no amaban a las mujeres es justamente la necesidad que tiene de parecerse a la novela, especialmente en la media hora final, en la que gran parte de la tensión ya se ha disipado, y todo lo que vemos no es más que un torpe epílogo para terminar de cerrar los problemas de Blomkvist. Pero pese a todo, las dos horas que anteceden a este tramo final son realmente lúcidas. El pulso de Fincher es firme y certero en todo momento, dotando de intensidad e interés a la trama. Desde el inicio nos atrapa en su intriga criminal y no nos suelta hasta casi el final. El momento cumbre de la película sin lugar a dudas es la unión entre Lisbeth y Mikael, donde la trama investigadora se catapulta hasta cotas maravillosas, haciéndonos recordar los mejores momentos de la estupenda Zodiac.
El best seller es carne de David Fincher, el terrible crimen que da el pistoletazo de salida en Los hombres que no amaban a las mujeres es comparable a los asesinatos de Zodiac o al de Seven. Pero en cierto, esto mismo, deja en el espectador cierta sensación de estar presenciando un grand guignol. Encontramos la escena de la violación, de la venganza, de la tortura; y puede hacer que nos planteemos si la violencia no es algo gratuita en el filme. Pese a todo está tan maravillosamente dirigido que se lo perdonamos todo, o casi todo. La escena de la violación es una de las más perturbadoras e insufribles que se han podido ver en la gran pantalla desde la insoportable Anticristo de Lars Von Trier.
Fincher está en su salsa y nos lo demuestra en todo momento. Merece la pena sin lugar a dudas prestar atención a esta nueva adaptación cinematográfica de Los hombres que no amaban a las mujeres, fantásticamente dirigida y muy por encima de la realizada en Suecia.