Revista Tecnología
Como seguidor y amante de la saga de videojuegos me siento profundamente indignado por la nefasta adaptación cinematográfica que se ha llevado a cabo. No voy a entrar en esas estúpidas comparaciones entre qué es mejor el novela o la película o el cómic o, en este caso, el videojuego, ya que no llegaríamos a nada. Lo que realmente me indigna es que todo el imaginario que el videojuego despliega podría haberse aprovechado perfectamente para hacer una muy digna película, y no ha sido así.
La hija adoptiva de un matrimonio tiene constantemente visiones, y en estado de sonambulismo repite el nombre del pueblo de Silent Hill. La madre decide llevarla allí para poder descubrir cual es el misterio que se esconde tras todo esto. Silent Hill es un terrorífico pueblo abandonado y fantasma que fue arrasado por una terrible desgracia. Justo cuando llegan, tienen un accidente de coche, y cuando la madre despierta su hija ya no está, comenzará de esta forma un viaje a los infiernos en busca de la desaparecida.
La historia es la del primer videojuego en un principio, la estética y los monstruos los del segundo. En un principio no tiene porque ser un fracaso absoluto, pero la historia no cuaja, la búsqueda de la mujer resulta errática y carente de interés. Lo que termina por destrozar todo el ambiente construido hasta entonces es la secta religiosa que perdura en el pueblo. Mientras que se podría haber ahondado aún más en el proceso de descenso a la locura y a los infiernos, la película decide coger ideas sueltas del juego y unirlas de cualquier manera en un monstruo de Frankenstein que es incapaz de moverse correctamente hacia delante. El final por desgracia está a la altura del resto de la película.
El director, Christophe Gans, demuestra no tener ni idea de cómo se realiza una película, abusa de unos constantes e insoportables planos cenitales y es incapaz de mantener el ritmo ni por cinco minutos seguidos. De todas formas, aquellos que para nuestra desgracia ya vimos la insoportable El pacto de los lobos ya sabíamos que no nos podíamos esperar nada bueno del señor Gans. Se mire por donde se mire es mejor no torturarse viendo este horror. Si vienes siguiendo el rastro de los videojuegos saldrás decepcionado, si vienes buscando ver una película aunque sea pasable saldrás decepcionado, e incluso si buscas asustarte y pegar algún saltito en tu asiento también saldrás decepcionado. Un fiasco absoluto.