Revista Cine
Hasta 65 productoras rechazaron el proyecto de "Dallas Buyers Club", una película políticamente incorrecta apta sólo para valientes. Se habló de varios intérpretes (como Ryan Gosling) pero el destino quiso que fuera Matthew McConaughey el que finalmente diera vida a Ron Woodroof, un cowboy de rodeo drogadicto y mujeriego que contrae el SIDA en los años 80. Jean-Marc Valleé dirige esta fantástica historia basada en hechos reales donde todos están tocados por la varita del talento.
No es extraño que esta película haya obtenido tres Oscar de la Academia (Actor principal, actor de reparto y maquillaje y peluquería). Ha sido la única producción capaz de plantar cara a las dos grandes favoritas, "Gravity" y "12 años de esclavitud". Matthew McConaughey se corona con esta película. Ya habíamos detectado su cambio de registro, su atrevimiento a la hora de seleccionar las películas y el giro radical que ha dado a su carrera, pero su interpretación como Ron Woodroof es tan extrema no sólo a nivel interpretativo sino también físico, que ya podemos incluirle entre los cinco mejores actores del momento sin lugar a dudas.
No está mal acompañado por un grandioso Jared Leto, cuyo papel de travesti homosexual pasará al selecto grupo de personajes para la Historia del cine. Apoyados de manera notable por Jennifer Garner, el dúo protagonista nos regala una auténtica clase de interpretación. Se compenetran a la perfección, viviendo con ellos su peculiar historia, la que hace que un homófobo acabe siendo el mejor amigo de un gay.
El SIDA, durante mucho tiempo, se consideró una enfermedad contraída casi exclusivamente por homosexuales. Esta historia rompe esa leyenda y, basándose en hechos reales, nos muestra con crudeza que cualquiera podía ser objetivo de esta terrible enfermedad. A Ron le diagnosticaron un máximo de un año de vida, y sin embargo, su fuerza de voluntad y su atrevimiento le ayudó a sobrevivir con una calidad de vida aceptable durante seis años más. Fue un ejemplo de supervivencia, y sin ocultar todos y cada uno de sus defectos, la película le reconoce su aportación contra el VIH.
Las empresas farmaceúticas, una vez más, no salen muy bien paradas. Utilizando humanos como conejillos de indias, aprovechándose de sus ganas de vivir, ocultaban información a los afectados que se lanzaban sin paracaídas a probar los nuevos medicamentos que se servían en los hospitales. El famoso AZT no resolvía nada. Ron, apoyado en un médico defenestrado y en su amigo Ryon, popularizó el Dallas Buyers Club, un club destinado a ofrecer antivirales prohibidos en EEUU pero muy efectivos con los damnificados.
Nos encontramos, por tanto, con una película necesaria; me atrevería a decir que obligatoria. Una historia dramática pero, a la vez, llena de esperanza; con un fantástico guión y unas interpretaciones sublimes. Jean-Marc Valleé pega un salto de gigante en su carrera, convirtiéndose en un nuevo nombre a seguir muy de cerca.
El día 14 de marzo tenéis una cita con el buen cine, el que nos trae "Dallas Buyers Club".
José Daniel Díaz
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