Sobredosis de Tim Burton...y nada más.
Nota: 5,5
Lo mejor: Helena Bonham Carter y el banquete digital.
Lo peor: La mayor parte de los diálogos y las escenas en el mundo real.
Desde el día en el que conocimos que Tim Burton se iba a hacer cargo de esta adaptación dimos por hecho que nos íbamos a encontrar ante la mayor exhibición del estilo visual característico del cineasta. Y en efecto así es, pero con tanto empeño en cuidar la ambientación y los efectos especiales se han dejado de lado elementos tan importantes como los diálogos y la historia, reduciendo la película a un espectáculo visual de primer orden donde no hay absolutamente nada que rascar.
La historia es un batiburrillo entre Alicia en el País de las Maravillas y su secuela, A través del espejo, pero realmente se podría traducir como la "versión Hook" del clásico de Lewis Carroll. El inicio nos sitúa con una Alicia de 20 años en plena fiesta de su pedida de mano. El problema es que su pretendiente es un narigudo estirado con problemas intestinales y con una madre recién salida de El jovencito Frankenstein, lo que provoca en la joven un ataque de pánico que la hace huir hasta caer en la famosa madrigera. Una vez en Wonderland todos alaban su regreso a pesar de que ella no recuerda haber estado nunca allí, y aseguran que su vuelta es parte de la profecía que culminará con el fin del reinado de la malvada Reina de Corazones.
En el intento del director de diferenciar el mundo real de Wonderland, Burton rodea a Alicia de personajes tan insufribles que rozan la caricatura facilona. A la futura suegra sólo le falta comentar que desayuna bebés crudos para resultar más antipática. Y la única forma de que el pretendiente fuera más repelente sería ponerle una verruga en la punta de la nariz. Dos personajes que ayudan a crear el contexto de joven marginada y socialmente oprimida en el que vive Alicia y que se quedan en la mera anécdota por lo intrascendente del relato.
La historia no podría estar más descuidada en esta Alicia en el País de las Maravillas. Desde el principio nos señalan que la joven tiene un sueño recurrente en el que aparece un gato que habla y un conejo con chaleco, con lo que no se entiende que a su llegada a Wonderland sea incapaz de relacionar lo que le rodea con su fantasía. Pero ese no es el único fallo de guión. Casi al comienzo, el Sombrerero Loco esconde a una recién llegada Alicia de los secuaces de la Reina de Corazones y les convence de que la rubia no ha pasado por ahí. Una vez que se han ido los esbirros, ella y el Sombrerero emprenden el viaje dictado por la profecía para seguidamente ser perseguidos por los mismos soldados que 5 minutos antes habían decidido buscar a la joven por otro lado.
Llega un punto en el que las cosas suceden porque si y las trampas de guión se hacen demasiado evidentes y necesarias para que la trama avance. Incluso el espectador menos entrenado incapaz de notar los agujeros de guión termina por desentenderse de lo que nos están contando. Un efecto multiplicado por los apabullantes efectos especiales presentes en cada escena, sin duda el punto fuerte de la película, que terminan por distraer más de lo debido.
Y es que nadie puede negar que nos encontramos con un derroche de imaginación y poderío visual comparable al de la tan ensalzada Avatar. Wonderland está recreado con un detalle que roza la obsesión y que explota el universo Burton hasta sus mismísimos límites. Los parajes de Sleepy Hollow se alternan con los de Big Fish mientras personajes en la línea de los de Charlie y la fábrica de chocolate se pasean por una función con menos enganche que la de El planeta de los simios. Y es precisamente esta última la que compite con Alicia por el dudoso honor de ser la peor película del cineasta. Los primates salen peor parados por la mínima.
Ni el siempre estimulante Johnny Depp (al que encima le cambian el doblador) logra que la cinta suba en calidad con su presencia. El Sombrerero Loco de esta nueva versión está menos loco de lo que todos desearíamos y termina convirtiéndose en un personaje secundario más cuando realmente estaba destinado a ser el verdadero eje de la película. Un peso que afortunadamente acaba recayendo sobre una Helena Bonham Carter en estado de gracia, que nos regala una Reina de Corazones que protagoniza los momentos más divertidos de todo el metraje.
Para la Alicia de Mia Wasikowska no se me ocurre una mejor definición que la de "pan sin sal". Mientras que la Reina Blanca de la ascendente Anne Hathaway termina cayendo en el rídiculo con unas poses y gestos propios de un (buen) viaje de setas alucinógenas. Por otro lado en la Oruga Azul no he conseguido ver por ningún lado al enorme Allan Rickman, y más de lo mismo con el resto de personajes digitales al que daban vida actores tan interesantes como Michael Sheen (el Conejo Blanco) o Tymothy Spall (el perro Bayard). Por su parte Crispin Glover (el padre de Marty en Regreso al futuro) no se sale del esquema de malo Disney que tan cansados estamos de ver.
Pero no todo va a ser malo. El buen funcionamiento del 3D ha sido una sorpresa dado que al igual que en Furia de titanes y al contrario que en Avatar la técnica ha sido aplicada una vez terminado el rodaje. El resultado es infinitamente mejor que el de las aventuras de Perseo y por momentos alcanza el nivel del fenómeno de James Cameron, aunque no puede evitar que en las escenas con más movimiento la imagen se difumine demasiado. De todas formas nunca he sido defensor de este sistema y no voy a empezar ahora. A mi forma de ver es una técnica a la que le falta aún mucho por pulir aunque gracias a esta Alicia haya dado un paso de gigante.
Alicia en el País de las Maravillas según Tim Burton está concebida para los fans incondicionales del director californiano e incluso gustará más a la audiencia infantil que a los que esperabamos un tratamiento inteligente del clásico literario. Y es que Burton deja de lado todas las insinuaciones respecto a la salud mental (y adultas en general) de la protagonista que le hubieran dado al conjunto el trasfondo que tanto necesita dejándonos una película que no sorprende en ningún momento. Nos encontramos ante una decepción que sin llegar a provocar cáncer si que puede produciros algún moratón resultado de los codazos que os dará el de al lado cansado de vuestros bostezos. Eso siempre y cuando él también siga despierto.