“Hola, me llamo Roland Emmerich y vengo a destruir todo lo que ves. Un saludo”. Es lo que hay; “Asalto al Poder” es hija del director Roland Emmerich y como tal, está plagada de situaciones límite, disparos, explosiones, destrucción, fantasmadas, escenarios catastróficos y escenas apocalípticas. Si les gusta todo lo anterior, están en la película correcta. A no ser que hace unos meses “disfrutaran” de “Objetivo: La Casa Blanca”. Porque si es así, van a creer vivir un déjà vu durante algo más de dos horas.
Título Original: White House Down
Año: 2013
Duración: 131 min.
País: Estados Unidos
Distribuidora:Sony Pictures Releasing de España.
Director: Roland Emmerich.
Guión: James Vanderbilt.
Interpretes: Channing Tatum, Jamie Foxx, Maggie Gyllenhaal, Jason Clarke, James Woods, Richard Jenkins, Joey King.
Sinopsis: Un grupo paramilitar ha accedido a La Casa Blanca, secuestrando al presidente de los Estados Unidos James Sawyer (Jamie Foxx). El policía John Cale (Channing Tatum) al que acaban de rechazar para trabajar en el Servicio Secreto y que se encontraba en el célebre edificio con su hija Emily (Joey King), tratará de salvar a su pequeña, al presidente y a toda la nación.
Posiblemente, ya hayan adivinado mi opinión sobre la película: más de lo mismo. He perdido la cuenta de cuántas cintas hay sobre un atentado contra el presidente de los Estados Unidos, ya sea en su propia casa, en su avión o de vacaciones en Hawái. El argumento es un tópico enorme, pero que a veces se nos olvida con el tiempo. Sin embargo, en este caso, el problema es que hace cuatro meses se estrenó “Objetivo: La Casa Blanca” y aún la tenemos (desgraciadamente) en la retina. Por otro lado, a mí todo esto de un hombre sólo contra un grupo de terroristas armados y con rehenes ya me sonaba a algo. Si echásemos una mirada atrás en el tiempo, llegaríamos a encontrar unas cuantas similitudes entre el argumento de “Asalto al Poder” y el de “Jungla de Cristal”; y no me refiero sólo al nombre de ambos protagonistas. A todo esto, por si no fuera ya suficiente, hay que añadirle aún más calamidades: Channing Tatum y Jamie Foxx. El primero flojo, muy flojo (en su actuación, físicamente es un titán y eso ayuda mucho a salvar el mundo) simplemente no da la talla (en su actuación, de nuevo). En cuanto al segundo, en mi caso, por mucho que quisiera, no podía dejar de ver cómo el esclavo Django había llegado a ser presidente de EEUU con todo lo que esto conlleva.
Es algo preocupante que Roland Emmerich siempre tenga La Casa Blanca entre ceja y ceja, sí, pero todavía lo es más lo endeble que ésta parece cuando se propone partirla a la mitad. Y es que, inexplicablemente, nada impide que un grupo de terroristas infiltre armas y se haga con el control “del lugar más seguro del mundo”. Pero por suerte para ellos, ahí está John McClane, perdón, John Cale, para salvar a los rehenes, entre los que se encuentra su propia hija, una niña algo resabida enfadada con su padre porque éste se perdió su función escolar (¡¿cómo se te ocurre?!).
¿Y bien?, ¿seguimos con los puntos negativos? Pues sí, todavía los hay. Si no tienen suficiente con la pobre actuación de los protagonistas, el guión sacado del baúl de los recuerdos y los mismos personajes con los mismos problemas de siempre, vamos a sumarle un presupuesto de escándalo, una banda sonora paupérrima y una edición pésima. ¿Realmente hacen falta 150 millones de dólares y 131 minutos para contar lo que cuenta Asalto al Poder?, ¿a nadie se le ocurrió que la escena del principio y la del final, en la que el presidente quiere hacer “eso”, sobraban? (¿A nadie se le ocurrió que, al menos, sobraba una de las dos?). Y, por favor, que alguien nos diga qué han hecho Thomas Wander y Harald Kloser con la banda sonora. Todavía creo que alguno de sus sobrinos se metió en el estudio y les chafó la original, teniendo que improvisar otra en un par de horas.
Con todo lo anterior expuesto, vamos a darle al César lo que es del César. El señor Emmerich tiene la capacidad de rodar unas escenas de acción, explosiones, tiroteos y demás catástrofes de dimensiones dantescas mientras se lima las uñas (suponiendo que lo haga). Quizás son tantas las imágenes espectaculares y éstas se suceden a tal velocidad que pueden llegar a abrumar al espectador, sumergiéndolo en una vorágine de fuego que impide la atención a las demás características de la película (lo cual es positivo), pero si les gusta el cine de acción, no van a echar nada en falta en este film.
En resumen, Asalto al Poder, profunda, lo que viene siendo profunda, no es. Si alguien espera ver una película con una fuerte crítica social, a un presidente inútil que ha llegado al poder gracias a innumerables favores, o algo similar; se equivoca de idea. Lo positivo es que, como toda cinta palomitera, Asalto al Poder será rápidamente olvidada por todos aquellos que no sabemos cuántas estrellas tiene la bandera estadounidense y si su himno se canta en fa menor o en si bemol. Como dato anecdótico, apunten que James Vanderbilt vendió su guión por 3 millones de dólares. Un crack.
→Lo mejor: Es Roland Emmerich y es capaz de plasmar 100 minutos de 131 en escenas de acción.
→Lo peor: sobrada de minutos, de millones, de reparto, de patriotismo, de ideas ya vistas. Mala actuación de los protagonistas, peor banda sonora…
→Puntuación: 4/10
Br1
Desde que era un niño, Br1 descubrió su amor incondicional por los videojuegos. Poco a poco aprendió a valorar la música como parte imprescindible de su vida, sin olvidarse nunca de la magia del cine, en la que tan a menudo se sumerge y que tantas alegrías (y decepciones) le ha dado.