Un superhéroe de altura con "abrazotes" para todos
Nota: 7'5
Lo mejor: puro CINE DE ANIMACIÓN con mayúsculas para grandes y pequeños.
Lo peor: que los que busquen una adaptación al cómic se van a quedar con cara de póker.
Los X-Men tienen a Lobezno, un tipo fuerte, feroz y con un esqueleto de adamantium prácticamente indestructible; los Vengadores tienen a Hulk, una criatura verde y enorme con mucha mala leche que aplasta a sus enemigos sin ningún tipo de contemplación y los Watchmen tienen entre sus filas, nada más y nada menos, que al Dr. Manhattan, un puto dios azul todopoderoso. ¿Y Big Hero 6? ¿Qué arma letal tiene la última formación de superhéroes llevada a la gran pantalla para combatir al mal? Pues los Big Hero 6 tienen a Baymax, un robot gordito, blandito y achuchable que cuida de ti cuando estás malito. Vale, letal, letal no es que sea, más bien todo lo contrario, y a primera vista es menos práctico que Ant-Man, pero a menos que seas la reencarnación del maldito Max Cady, no podrás evitar caer entre sus mulliditos brazos y lo mismo da que seas un pipiolo de 6 años o un machote hecho y derecho con pelos en el culo, todos, todos, caerán rendidos a los entrañables pies de este autómata con forma de condón inflado.
Y es que si algo desborda esta nueva aventura animada de la factoría Disney es dulzura a través de una historia que no sólo es capaz de satisfacer a todos los públicos sin distinción de edad (que ya es un enorme logro), sino que además es tremendamente entretenida y divertida, con un especial cuidado de los detalles y los guiños para aquellos nostálgicos y fans de la icónica Marvel (cameo del cachondo Stan Lee virtual incluido).
Sí, colegas, Big Hero 6 es un simpático homenaje cortesía de la Casa del Ratón al mundillo del cómic creado en esa gigante fábrica de superhéroes y es ahí donde reside gran parte de la grandeza de la cinta, además del endiablado ritmo con el que se desarrolla la trama, el mensaje que guarda y la ternura que desprende su protagonista, Hiro Hamada (misma letra para nombre y apellido, como no podía ser de otra manera), un niño huérfano superdotado que vive con su tía y su hermano mayor Tadashi en la ciudad de San Fransokyo. Cierto día, Tadashi lleva a Hiro a visitar la universidad, donde conocerá los proyectos científicos en los que trabaja su broda y el resto de sus compañeros y allí conocerá el invento de su hermano: Baymax, un robot creado con el fin de velar por tu seguridad prestar servicios paliativos a enfermos y heridos. Tras unos traumáticos sucesos, Hiro se verá obligado a iniciar una batalla contra un misterioso villano, para lo que tendrá que contar con la ayuda de Baymax.
Como se puede comprobar a tenor del argumento y el material promocional, quien busque en Big Hero 6 cualquier parecido al cómic puiblicado en el 98 y creado por Steven T. Seagle y Duncan Rouleau (que por cuestiones de agenda fue desarrollado posterioremente por Scott Lobdell y Gus Vásquez), no hallará prácticamente nada que se asemeje a la historia narrada en la novela gráfica (que fue un fracaso comercial, por cierto) y es que los directores del film, Don Hall (Winnie The Pooh, Tiana y el Sapo) y Chris Williams (Bolt, Hermano Oso) junto al equipo de guionistas, entre los que se encuentran ilustres nombres como Daniel Gerson y Robert L. Baird (Monstruos S.A.), han preferido descartar el relato original y coger sólo la base de los personajes que conforman el grupo protagónico en el formato papel para, finalmente, diseñar en la gran pantalla una narración mucho más íntima y afectuosa y con mayor posibilidad, por tanto, de llegar al corazoncito de toda la audiencia, al mismo tiempo que se desvía de tanta fórmula sobreexplotada gracias a la multitud de franquicias actuales de superhéroes y ahí está la moneda de doble cara, el sacrificio de los aspectos originarios en pos de la satisfacción del público general.
A pesar del posible rechazo de algunos aficionados al cómic, sin duda, Disney ha dado en el clavo a la hora de abarcar casi todos los sectores de la audiencia y ha logrado que caigamos rendidos a la naturaleza de unos caracteres acertadamente definidos, con especial mimo, no sólo por la manufactura en la recreación de esa mezcolanza ficiticia ente Tokyo y San Francisco, sino también por su gran estrella, Baymax, que lejos de aparecer como una máquina de matar malvados portador de una imponente armadura de dragón (he aquí al verdadero autómata del cómic), es un amor cuya técnica más mortal es el "abrazote". Ahora sólo falta saber si su acolchado cuerpo logrará abrazar también al amigo Oscar.