Crítica de cine: En Tiempo de Brujas

Y la bruja era él

Nota: 4  Sumario  Lo mejor: el giro argumental del último tercio. Lo peor: unos efectos especiales sacados de un taller de manualidades.Ficha: IMDB.
Presupuesto/taquilla: 40 millones de dólares / 76 en todo el mundo a día de hoy. Terminará cerca de los 100.
El director: Dominic Sena se ha labrado una carrera más que digna gracias a los adrenalínicos thrillers 60 Segundos, Kalifornia y Operación Swordfish. Pero durante los últimos años parece haber perdido toda la mano para la tensión y el ritmo. La curiosidad: El cardenal que le ofrece la misión a los protagonistas no es otro que el mítico Christopher Lee en un cameo. La duda: ¿Por qué los protagonistas no vuelven a desertar cuando les sueltan para que cumplan la misión?Los seguidores de Nicolas Cage descubrieron hace tiempo que sus películas son malas en proporción directa con el ridículo de la peluca que luzca para la ocasión. Y amigos, por si no os habíais dado cuenta, en la cinta que nos ocupa lleva melena. Pero más allá de esa desafortunada coincidencia, el problema real es que el actor lleva unos años empeñado en convertirse en el tipo más duro del universo y parece que se disputa los guiones con Steven Seagal o Christopher Lambert. Unos libretos que de no ser por su presencia seguramente veríamos estrenados directamente en DVD.

Esa tendencia ha llevado al actor a trabajar con realizadores sin ningún talento e hincapaces de controlar su histrionismo, por eso resulta especialmente sorprendente que En Tiempo de Brujas se enmarque sin ninguna duda en ese grupo ya que su responsable es Dominic Sena, un tipo más que habituado a entretener al espectador y que además ya había colaborado con Cage en la palomitera 60 Segundos. 
Quiero pensar entonces que el fracaso de la cinta que nos ocupa se debe a la racanería del estudio Relativity Media (como ya hicieron con El Hombre Lobo) a la hora de financiar una función que intenta mostrar desde batallas en las cruzadas hasta seres creados enteramente por ordenador pasando por enormes fortalezas medievales sin llegar a resultar satisfactoria en ningún momento. Porque 40 millones descontando lo que habrá cobrado el amigo Cage resultan muy escasos con tantas pretensiones y el papel pintado se termina imponiendo.

Y eso que la premisa tiene su miga, con dos caballeros de las Cruzadas que son detenidos por deserción y obligados a escoltar a una chica acusada de brujería hasta el monasterio donde se celebrará su juicio. Lo malo es que el realizador se decanta por hacer más hincapié en unas escenas de acción que parecen coreografiadas por un diseñador de Playmovil en vez de profundizar en el thriller psicológico.  Desde el primer minuto de metraje se agota el juego sobre si la chica es realmente una bruja o no, y aunque la última parte de la cinta se guarde un as en la manga, este pasa casi desapercibido por esa mala mano de Sena con el suspense.Pero tampoco nos encontramos ante un fiasco en toda regla. La sensación de camaradería y sospecha entre los miembros del grupo de escolta está bien conseguida, en parte gracias al trabajo de los secundarios liderados por el feo oficial del negocio (con perdón de Steve Buscemi) Ron Perlman y donde también brilla el joven Robert Sheehan (el prota de la imprescindible Misfits).

Lo que nos terminamos encontrando es un batiburrillo de géneros que no resulta ni espectacular ni estimulante y que sin estar al nivel de otros fracasos "made in Cage" como Ghost Rider o Wicker Man si constituye otro peldaño hacía el descenso a los infiernos del actor, muy necesitado tras sus problemas de hacienda y en cuya agenda futura no vemos ningún brillo de esperanza en los 6 proyectos que ya ha rodado y que están pendientes de estreno.