
Nota: 7
Lo mejor: los chanantes del reparto como viene siendo habitual en las incursiones cinematográficas de estos cómicos televisivos.
Lo peor: que se notan demasiado las limitaciones de presupuesto.
Cinco años le ha costado a Nacho Vigalondo regalarnos su segunda película tras debutar de forma inmejorable con Los Cronocrimenes. Un tiempo de gestación similar al que vivió con su primer film y que nos deja bastante claro cómo de mal está el panorama cuando a un tipo inquieto, nominado al Oscar y de demostrado talento no le dan más medios de los que pueda tener un episodio de Águila Roja para sus largos. En este punto, la admiración que le podamos profesar a Vigalondo por tirar del carro a toda costa se vuelve traicionera, ya que en esta ocasión, el precio a pagar ha sido mucho más alto que en la cinta protagonizada por Karra Elejalde y Bárbara Goenaga.

En Los Cronocrímenes, la escasez de medios se convertía incluso en una ayuda a la hora de señalar los méritos de un film puramente cerebral que ya es toda una obra de culto de la sci-fi de serie B. Hablamos, resumiendo, de una buena idea perfectamente enmarcada y hermética que debía ser plasmada con la suficiente planificación y claridad. Como todos sabemos, fue una misión cumplida, pero Extraterrestre pide más y no se le ha concedido. El segundo film del cántabro exige un choque de géneros consistente y no unas pinceladas obligadas de ciencia ficción frente al predominio de la comedia romántica. Vigalondo se ha exprimido el cerebro para reducir costes y eso se nota, por ejemplo, en la utilizacion de la cámara digital como primera ventana en la que se ve la nave espacial en una conveniente baja resolución. Decisiones de guión, en definitiva, muy trabajadas y solventes, sí, pero con las miras puestas en no disparar el presupuesto y que en conjunto terminan dejando algo coja a la película.
Porque independientemente de que la cinta funcione a las mil maravillas en el que es su verdadero género, su título es el que es, en una decisión que se torna más como un estigma que como una ayuda y que a buen seguro habrá atraído a mas de un incauto al cine esperando encontrarse a Julián Villagrán cargándose alienígenas a pelotazos. Tampoco hay que olvidar que desde sus inicios en el corto, una de las señas de Vigalondo ha sido la esquizofrenia de géneros, fundamentalmente entre la ciencia ficción y la comedia (la saga Código 7 es el mejor ejemplo), y se supone que nos encontramos ante la máxima extensión de esa tendencia. Obviamente, estamos hablando de una de las mejores cualidades del realizador, capaz de crear sci-fi de calidad utilizando la contextualizacion como piedra angular y dejando las carcajadas a la ejecución. Sin duda, un popurrí que funciona a las mil maravillas en un panorama donde las cintas de género parecen fabricadas en cadena, pero que en este caso se torna pelín engañoso.

Seguramente, muchos cinéfilos de pro encuentren que estas cualidades son virtudes en lugar de defectos, no ya por sentirse identificados en la figura de un realizador que lucha con uñas, materia gris y dientes por sacar adelante sus trabajos -y que encima lo retransmite casi en directo en la red-, sino por algo tan sencillo como la innegable originalidad de la que hace gala toda la cinta. Los extraterrestres no han venido para petar la Casa Blanca o la Torre Eiffel. En este caso, la historia se centra en torno a las reacciones ante un ovni que aparece por arte de magia sobre Madrid (simultáneamente a otros por todo el globo, como explican brevemente), y cuyas apocalipticas consecuencias proceden única y exclusivamente del comportamiento humano. En este caso, de los pocos residentes que quedan en un bloque de apartamentos: dos desconocidos que acaban de pasar una noche loca, su vecino, y el intermitente novio de la chica.
A Julián Villagrán y a Michelle Jenner, por su condición de protagonistas y principales vehículos del relato, les ha tocado quizás la parte más desagradecida de toda la cinta. Ella intenta resulta graciosa más allá de hacer gala de una "adorabilidad" suprema. Él lo consigue, y a la hora de la verdad terminan econtrando su química como pareja en pantalla. Pero sus trabajos quedan irremediablemente ensombrecidos ante un Raúl Cimas soberbio y un Carlos Areces tan bien afinado como de costumbre. Cimas, como el cornudo de la historia y con sobredosis de Soy Leyenda, regala los mejores momentos del film en una de esas simbiosis perfectas entre un actor capaz de hacer gala de una naturalidad apabullante en los momentos mas surrealistas y de un personaje bien estructurado y dosificado. Su pedantería y sobre todo ese proceso de asalvajamiento al que le lleva la situación aseguran el descojone del respetable, lo que sumado al enésimo friki por parte de Areces (la muletilla/eslogan "¡Julio folla con Julia!" es un epic win en toda regla para noches alegres) da como resultado un caballo cómico ganador. Por su parte, el cameo -y casi personaje secundario en toda regla- corresponde al siempre inquietante Miguel Noguera, monologuista del absurdo y bloguero a tener en cuenta.

Sí. Extraterreste tiene poco de sci-fi y mucho de -buena- comedia romántica, pero los seguidores de Vigalondo ya íbamos avisados. El problema es que a día de hoy, esos incondicionales del realizador cántabro no son suficientes como para encumbrar a la cinta en los primeros puestos de la taquilla española, y quizás, consciente de ello o precisamente todo lo contrario, Vigalondo ha tomado una decisión muy cuestionable titulando así a su película. Pero al fin y al cabo, estamos hablando de una sola palabra por la que resultaría ridículo tirar por tierra todo el trabajo que hay detrás de Extraterrestre. El verdadero problema es que esa labor del equipo técnico no ha venido acompañada del respaldo económico necesario. Como el propio Vigalondo me dijo una vez en una entrevista, vivimos en la era de la explosión tecnológica en la que todo el mundo tiene una cámara en el bolsillo y las ideas han de fraguarse atendiendo a los medios de los que dispones, y sencillamente, Extraterrestre está demasiado apretada en ese sentido. Esperemos que a la tercera, Supercroocks, ya en preproducción, vaya la lucida (porque victorias, de momento, son todas).