Revista Cine

Crítica de cine: Ghost Rider : Espíritu de Venganza

Publicado el 05 marzo 2012 por Lapalomitamecanica
Festi-Cage para enfermos incurables
Crítica de cine: Ghost Rider : Espíritu de Venganza
Nota: -7€ (-9€ si es en 3D)
Lo mejor: que es el primer proyecto que tiene en cuenta que Nicolas Cage está pasado de rosca. Además, su pelo parece en su sitio.
Lo peor: el corte final en plan "nos hemos quedado sin pasta y es lo que hay" es la guinda definitiva de este rico pastel de mierda.
Esto...esto difícilmente es una película. La primera Ghost Rider, dentro de su fecalidad suprema, por lo menos tenía cierto respeto a la base de cualquier historia de superhéroes. Entre las muecas de Cage y los decorados a lo tren de la bruja podía intuirse un intento de asimilar la fórmula que Marvel lleva más de una década explotando en cines. El problema estaba en el tono, demasiado "serio" para el tipo de personaje del que estamos hablando, pero sin entender la seriedad como madurez, sino como simple aburrimiento sobriedad al servicio de un argumento que no dejaba de ser la enésima adaptación de Fausto. Por supuesto, el espeluzante trabajo de su actor principal (Eva Mendes tampoco se quedaba corta), empeñado en encarnar al personaje tras proclamarse fan del mismo, era lo único que el realizador Mark Steven Johnson necesitaba para romper definitivamente su visión convencional del héroe y caer en el ridículo. Ghost Rider 1 era vergonzosa y risible, sí, pero como decíamos, la intención de hacer una película se intuía en su horizonte. Ghost Rider 2 es que no tiene ni horizonte, entendiendo este como límite. Estamos simplemente ante una encadenación de secuencias en las que Nicolas Cage realiza una exhibición de las diferentes formas en las que puede darse una embolia cerebral mientras escupe frases lapidarias y se descojona de todos nosotros. 
Crítica de cine: Ghost Rider : Espíritu de Venganza
Y es una pena, porque en Ghost Rider: Espíritu de Venganza se atisba entre tanto desfase una buena idea. La historia, con la profundidad correspondiente a un relato que podría servir igualmente como secuela que como reinicio, se enfoca de lleno en el antihéroe, un hermitaño Johnny Blaze, alejado voluntariamente de la sociedad cual Bruce Banner ante la creciente imposibilidad de contener al demonio que lleva dentro. La excusa para el histrionismo de Cage hasta está bien buscada: en teoría, la perpetua lucha de Blaze contra el Motorista ha llevado al personaje a la locura. Blaze está tan pasado de rosca como el propio Cage, con lo que imaginaros lo que puede salir de un intérprete que tiende a la sobreactuación y que atraviesa su época más excesiva dando vida a un personaje que no tiene freno alguno: el Cageocalipis, vamos. En estas que llega Idris Elba buscando la ventanilla para cobrar el cheque y nos cuenta nosequé historia de la reencarnación del anticristo en un inocente chaval de ojos azules (Fergus Riordan, visto en El Sueño de Iván) y madre cañón (Violante Plácido), ambos perseguidos por los secuaces del diablo. Vamos, que ya puedo encenderme a ostias, ¿no?, dice Cage.
Y hete aquí que las apariciones del Motorista son lo mejor de la cinta. En contra del montaje con machete que domina el film y que ha sido realizado con toda probabilidad desde la misma casa del camello que suministra a los realizadores, la presencia del espectro en llamas está tratada con la paciencia y epicidad suficientes como para poder disfrutar del que es uno de los héroes visualmente más potentes del universo Marvel (apreciable en la inteligente utilización de la banda sonora, por ejemplo). Las diferencias en su diseño con la cinta de 2007 no se quedan en el cambio del color de la calavera, más oscura y desquiciada, sino que ahora, el fuego del Motorista responde a las mil maravillas ante cualquier ataque o movimiento y un perturbador humo negro rodea siempre su presencia. Todo ello, sumado a unos movimientos mucho más antinaturales y fantasmagóricos ayudan a reforzar la impresión de que El Motorista procede de otra realidad, pero también contribuyen a esa sensación de estar asistiendo a un espectáculo totalmente bizarro. Son escenas que funcionan por sí solas, pero que entendidas en el conjunto de la película y sumadas a los constantes cambios de filtros e iluminación sin venir a cuento, terminan dando como resultado un tripi de esos que se ven muy de vez en cuando.
Crítica de cine: Ghost Rider : Espíritu de Venganza
El propio Cage ha comentado en recientes entrevistas que a diferencia de la primera cinta, en esta ocasión ha sido él y no un doble el que ha encarnado al héroe en su presencia flamígera, y ojo al dato, porque el actor asegura haberse basado en el comportamiento de su cobra (no creías que Nicolas Cage tendría un labrador de mascota. ¿Verdad?) para recrear los movimientos del Motorista. Una frase que se quedaría en la mera anécdota por parte de un intérprete que regala siempre perlas del estilo durante la promoción de sus films, pero que una vez vista la película es totalmente creíble. Es más, ya que gran parte del descojone general viene de imaginarse a Cage gesticulando bajo la apariencia del héroe con su extraño andar oscilante y esa manía por mover los brazos como si se tratara de un Power Ranger en un campeonato de cheerleaders. ¿Es posible terminar con una sudada tremenda simplemente saludando a otro personaje? Si eres Nicolas Cage y tienes una tasa de gestos por segundo como la suya, por supuesto.
Pero coñas aparte, resulta realmente triste apreciar (porque se aprecia) cómo en las escenas de Cage con el chaval, este crío se come al californiano de 48 años y aún tiene tiempo para echarle un par de miradas solidarias. El único que no sale escaldado es Idris Elba, en parte gracias a que a su personaje le importa tanto el devenir de la historia como al espectador -un cagarro-, y también a que es el único intérprete de la cinta que suscita algunos "¿Y éste qué hace aquí?". Por su parte, el secuaz peligroso es Johnny Whitworth en una caracterización denterosa e inexplicable que nos hace echar de menos al sosías de Wes Wentley de la primera parte, mientras que el diablo de Peter Fonda deja paso al de de Ciarán Hinds (que no para últimamente), respetuoso hasta decir basta con el manual 1.0 para veteranos que dan vida al maligno: un traje caro de la ostia y actitud de editor de Vogue. La aparición sorpresa corre a cargo de Chritopher Lambert, otro que se las gasta en cuanto a caracterizaciones y que ya se podía haber quedado en su cueva mirando fijamente la carátula del DVD de Los Inmortales y gritándole al cielo.
Crítica de cine: Ghost Rider : Espíritu de Venganza
Si deciamos que el problema de la primera entrega estaba en un tono demasiado soso y convencional como para sucumbir ante cualquier sabotaje (Cage), en esta segunda parte, el fallo podría resumirse de la misma forma solo que en el otro lado del espectro. Ghost Rider 2 directamente es una coña tremenda de los directores Neveldine y Taylor, que han intentado realizar una especie de parodia del género y se han pasado tres pueblos. Para que el humor negro funcione, tiene que darse una mínima base en torno a la que se puedan contruir los contrastes, y apelar únicamente al morbo que supone ver a Nicolas Cage desatado puede servirnos a algunos enfermos mentales para echar la tarde, pero hace que cualquier otro espectador se pregunte por qué está malgastando hora y media en asistir a un espectáculo completamente demente . Ya que más que una sátira del género, Ghost Rider 2 es una broma tremenda sobre el reverso más tenebroso de Hollywood, ése que construye sus films en torno a sus actores sin que el sentido común aparezca por ningún lado. Y así, ni las dosis adecuadas de acción o un par de chistes con gracia pueden salvar una función que ya es oficialmente la película con peor nota media en Metacritic de toda la filmografía del actor. Una cinta que junto a Wicker Man y Bajo Amenaza forma el tríptico definitivo del Cagemageddon. ¿No oís las trompetas?

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