Nota: 4
Sumario
Lo mejor: Aaron Ekchart, uno de esos actores que dignifica todo lo que toca aunque sea con el piloto automático.
Lo peor: que entre el abuso de la cámara al hombro y el exceso de polvo es complicado ver algo.La suma: Black Hawk Derribado + Skyline + arena en los ojos = Invasión a la TierraFicha: IMDB.Presupuesto/taquilla: 70 millones de dólares / 158.1 en todo el mundo a día de hoy. Una secuela es más que probable.
El director: Jonathan Liebesman (Johannesburgo, 1976) es un mercenario del cine palomitero de manual. Con sus medio dignas incursiones en el terror con En la Oscuridad o La Matanza de Texas: El Origen ha demostrado que es capaz de hacer que presupuestos pequeños luzcan, pero en esta ocasión se le ha descontrolado la función por completo. No parece el hombre idóneo para hacernos olvidar Furia de Titanes, cuya secuela está rodando en estos momentos.La curiosidad: la cinta tiene su punto de partida en un hecho real ocurrido en 1942, cuando baterías antiaéreas estadounidenses bombardearon durante 2 horas a naves que sobrevolaban Los Ángeles y que a día de hoy no han sido identificadas. Tenéis un mini-documental al respecto en este enlace.
La duda: ¿Cuándo dejará Michelle Rodríguez de hacer de Michelle Rodríguez?Quiero pensar que la razón de que esta invasión comience precisamente en Los Ángeles (su título original es Battle: L.A.) es dar una lección a su director Jonathan Liebesman así como a todo el equipo de cámaras, compuesto con toda probabilidad por un grupo de octogenarios con parkinson adictos a la cocaína. Solo de ellos es la culpa de que Invasión a la Tierra sea una de esas películas incómodas de ver. Una de esas ocasiones en las que todo se basa en una noción del espectáculo mal entendida, y que en este caso responde a una técnica parecida a la del documental que no saca partido a las escenas de acción. Sin duda un problema cuando estas forman aproximadamente el 95% de la película.
Porque dejarle al Demonio de Tazmania una cámara digital no te convierte en Paul Greengrass por mucho que luego te pases 5 meses encerrado en la sala de montaje. La intención de Liebesman ha sido darle a Invasión a la Tierra el aspecto más realista posible, cargado de polvo, suciedad y sensación de improvisación. Cercano al reportaje de guerra. Pero lo que tenemos entre manos es un guión tremendamente simple (lo que no tiene por que ser malo) que deriva todo el peso en la acción, y nadie quiere ver dos horas de grabación amateur de disparos al aire.
En el manual del director de películas sobre invasiones debería estar grabado a fuego la importancia de dotar al enemigo de un carisma propio. Una fuerza en pantalla más digna de un antagonista de altura que de peleles de PlayStation. La historia del cine nos ha enseñado que se puede lograr de varias formas, ya sea gracias a un gran trabajo visual (Independence Day) o a un factor sugestivo que depende del dominio del misterio por parte del director (Señales). Invasión a la Tierra navega -y naufraga- entre ambos planteamientos y lo que al principio funciona a la hora de crear expectación sobre el aspecto del invasor con apariciones casi virales de las criaturas en los informativos de televisión, se convierte en un problema cuando ese empeño por bournizar la cámara hace que al asistir a un enfrentamiento contra los marines sigamos teniendo que dejarnos los ojos. Y por favor, si alguien una vez terminada la película recuerda cómo son, que me envíe un boceto al email de contacto que aún sigo sin tener claro si tienen pies o incluso cara.
Al que no le faltan planos es a Aaron Eckhart, Dos Caras en El Caballero Oscuro, que vuelve a probar como protagonista de un blockbuster ahora que El Núcleo ha quedado enterrada en la memoria del espectador. Pero se nota que vender palomitas no es lo suyo. Simplemente parece descolocado entre tanto presupuesto desperdiciado. Se trata de uno de esos actores destinados a un tipo de cine que exige más de sus intérpretes y del que nos ha dejado excelentes muestras como la imprescindible Gracias por Fumar o la reciente Rabbit Hole. La que está en su salsa es Michelle Rodríguez, que rescata literalmente su personaje de Avatar de amazona con pelos en los huevos.
Precisamente Rodríguez tiene uno de los roles más maltratados de la película, que sí logra crear esa sensación de camaradería entre la unidad que se le pide a toda cinta bélica. Toda la invasión se muestra únicamente desde la perspectiva de la división protagonista, y aunque tengamos que escuchar algún "¡Volverás a hacer surf, Tommy!", al final te acabas interesando por el destino de sus miembros. Eso sí, todo aquel que pensará que una cinta titulada como una de las principales ciudades estadounidenses y protagonizada por su ejército iba a huir del patriotismo panfletario no sabe en qué mundo vivimos.
No podemos aprobar a Invasión a la Tierra porque ni funciona como cinta de ciencia ficción (casi ni lo intenta), ni como película bélica o siquiera de acción. Sencillamente su realizador no ha sido capaz de poner orden entre el caos del conflicto y el espectador termina dejándose de esforzar para entender algo a mitad de camino de los excesivos 110 minutos de duración. Esperemos que si la abultada recaudación de rigor les anima a hacer una secuela compren un par de raíles para las cámaras y ventilen un poco de tanto polvo y humo, que así no saldremos con los ojos rojos del cine.