Revista Cine
Tom Cruise es Jack Reacher (y Jack Reacher es Tom Cruise)
Nota: 6
Lo mejor: las peleas cuerpo a cuerpo, limpias, directas y sin cortes.
Lo peor: que es mejor película de acción que thriller y es la segunda faceta la que ocupa una mayor parte en el filme.
Tom Cruise es infalible. Sí, también en la era post placenta. El protagonista de Leones Por Corderos es un tipo capaz de transformar una chorrada monumental como es Rock of Ages en un vehículo de lucimiento apareciendo en tres escenas. Un hombre que, a pesar de vivir en el epicentro de un huracán de especulaciones en torno a su vida personal y de comportarse como un extraterrestre sacado de V en cada una de sus apariciones públicas, no deja de regalarnos año tras año, e independientemente de la calidad general de los filmes en los que participa, interpretaciones de un nivel al que llamar "profesional" sería quedarse cortos. Tom Cruise es la estrella por excelencia. La corrección suprema en pantalla. Es decir, Hollywood hecho carne y hueso. Y Jack Reacher es, ni más ni menos, el último hijo de su padre. Un thriller de riesgo cero y entretenimiento asegurado que, a diferencia de la saga Misión Imposible a la que pretende suceder, carece de personalidad propia más allá de "la marca Cruise". Suficiente, dirán algunos.
De la misma forma que el cine de espías -así, en abstracto- entendió un día que no se podía vivir eternamente de James Bond y se sacó a Jason Bourne de la manga (el parecido con el personaje creado por el escritor Robert Lludum es anecdótico), Cruise ha reciclado su sosías de Bond, Ethan Hunt, en su pegón callejero y silencioso particular. No sólo las peleas cuerpo a cuerpo, impecablemente rodadas y con un montaje claro muy de agradecer hoy en día, recuerdan a las de la saga de Matt Damon, sino que las persecuciones realistas también juegan un papel importante en Jack Reacher. La principal diferencia -que no virtud- de la película es su naturaleza procedimental. Aquí no estamos ante la historia de Reacher, quién es y por qué hace lo que hace, sino que asistimos a una investigación de asesinato. A un caso aislado de los muchos que ha resuelto este ex-investigador militar a lo largo de las 17 novelas que ha protagonizado -la cinta se basa en la novena, One Shot- a manos del escritor Lee Child.
Con un punto de partida que podría recordar levemente a la primera película de Harry el Sucio, Jack Reacher comienza directamente con el tiroteo perpetrado por un nada misterioso francotirador (Jai Courtney en su prueba de fuego antes de La Jungla: Un Buen Día Para Morir) que acaba con la vida de cinco personas. Y digo que el asesino no es nada misterioso porque ya desde el primer momento nos dicen que el tirador no es el mismo hombre al que apuntan todas las evidencias y que captura la policía en la segunda escena del filme. Ese pobre diablo elegido como cabeza de turco, un ex-soldado traumatizado tras su paso por Irak, sabe que la única forma de probar su inocencia y demostrar que las pruebas están amañadas es que el mejor detective del ejército se meta de lleno en el caso. Ahí es cuando entra en escena Reacher.
De buenas a primeras -y desconozco si siguiendo a rajatabla las directrices de la novela en la que se basa la película- el director y guionista Chritopher McQuarrie (ganador del Oscar por el libreto de Sospechosos Habituales) anula con ese prólogo cualquier sorpresa argumental eliminando las dudas sobre la inocencia del detenido. Es decir, el interés de la cinta no radica en ir con Reacher de la mano en la resolución del caso, sino en ser testigos de cómo el último superhombre en la cartera de Cruise dá caza a los malos. Eso no sería ningún problema de estar centrada la película en la faceta más pirotécnica y espectacular del género, es decir, la acción, en vez de en el puro thiller detectivesco sin grandes giros ni revelaciones.
Para enmascarar esa alarmante falta de argumento, la baza de McQuarrie consiste en uno de esos repartos tan cojonudos que hasta escuece su brutal desaprovechamiento en pantalla. El caso más doloroso es el del gran Richard Jenkins (The Visitor, La Cabaña En El Bosque), el ambicioso fiscal del distrito, aunque sucede exactamente lo mismo con el veterano de guerra encarnado por el no menos grande Robert Duvall (El Padrino, Corazón Rebelde) o la abogada a la que da vida Rosamund Pike (Muere Otro Día, Ira de Titanes). Curiosamente, el rol que más brilla de todos es el que menos minutos tiene en pantalla, el del villano a cargo del realizador 'frikilander' por excelencia, Werner Herzog, que en esta extraña elección profesional construye a una mente criminal que no por estar más chalado que una regadera se tiene que comportar como un payaso histriónico. Por desgracia, su participación se acerca más a la anécdota que a otra cosa, siendo su personaje pisado constamente por el de Courtney en la faceta de némesis del protagonista.
Por lo menos, la poca acción que tiene la cinta es de calidad. Las tres grandes peleas que hay en Jack Reacher son el ejemplo perfecto de lo que falta hoy en día en ese tipo de escenas: claridad, que el espectador vea realmente a dos tipos partiéndose la cara en lugar de sentirse frustrado por culpa de un montaje epiléptico y un rodaje videoclipero. La película también hace gala de síntomas aislados de humor negro, dos facetas que conlfuyen en un combate situado en un lavabo y que, de lejos, es la mejor escena de toda la función.
En definitiva, lo que nos encontramos en Jack Reacher está lejos de ser el nuevo buque insignia que el protagonista de Nacido el 4 de Julio y Top Gun busca desesperadamente. En cambio, estamos ante una historia floja, plagada de personajes igual de endebles, pero llevada a la gran pantalla por gente que sabe lo que se hace. Jack Reacher es como cualquiera de las películas que protagonizan Stallone o Nicolas Cage últimamente, sólo que bien realizada e interpretada. Algo más propio de, por ejemplo, Jason Statham, que de Tom Cruise, a pesar de que sea el cienciólogo el que termine por aportar el único pedacito de alma del que hace gala la película. Y sin esforzarse ni un ápice. Nada, igual que Hollywood.
Nota: 6
Lo mejor: las peleas cuerpo a cuerpo, limpias, directas y sin cortes.
Lo peor: que es mejor película de acción que thriller y es la segunda faceta la que ocupa una mayor parte en el filme.
Tom Cruise es infalible. Sí, también en la era post placenta. El protagonista de Leones Por Corderos es un tipo capaz de transformar una chorrada monumental como es Rock of Ages en un vehículo de lucimiento apareciendo en tres escenas. Un hombre que, a pesar de vivir en el epicentro de un huracán de especulaciones en torno a su vida personal y de comportarse como un extraterrestre sacado de V en cada una de sus apariciones públicas, no deja de regalarnos año tras año, e independientemente de la calidad general de los filmes en los que participa, interpretaciones de un nivel al que llamar "profesional" sería quedarse cortos. Tom Cruise es la estrella por excelencia. La corrección suprema en pantalla. Es decir, Hollywood hecho carne y hueso. Y Jack Reacher es, ni más ni menos, el último hijo de su padre. Un thriller de riesgo cero y entretenimiento asegurado que, a diferencia de la saga Misión Imposible a la que pretende suceder, carece de personalidad propia más allá de "la marca Cruise". Suficiente, dirán algunos.
De la misma forma que el cine de espías -así, en abstracto- entendió un día que no se podía vivir eternamente de James Bond y se sacó a Jason Bourne de la manga (el parecido con el personaje creado por el escritor Robert Lludum es anecdótico), Cruise ha reciclado su sosías de Bond, Ethan Hunt, en su pegón callejero y silencioso particular. No sólo las peleas cuerpo a cuerpo, impecablemente rodadas y con un montaje claro muy de agradecer hoy en día, recuerdan a las de la saga de Matt Damon, sino que las persecuciones realistas también juegan un papel importante en Jack Reacher. La principal diferencia -que no virtud- de la película es su naturaleza procedimental. Aquí no estamos ante la historia de Reacher, quién es y por qué hace lo que hace, sino que asistimos a una investigación de asesinato. A un caso aislado de los muchos que ha resuelto este ex-investigador militar a lo largo de las 17 novelas que ha protagonizado -la cinta se basa en la novena, One Shot- a manos del escritor Lee Child.
Con un punto de partida que podría recordar levemente a la primera película de Harry el Sucio, Jack Reacher comienza directamente con el tiroteo perpetrado por un nada misterioso francotirador (Jai Courtney en su prueba de fuego antes de La Jungla: Un Buen Día Para Morir) que acaba con la vida de cinco personas. Y digo que el asesino no es nada misterioso porque ya desde el primer momento nos dicen que el tirador no es el mismo hombre al que apuntan todas las evidencias y que captura la policía en la segunda escena del filme. Ese pobre diablo elegido como cabeza de turco, un ex-soldado traumatizado tras su paso por Irak, sabe que la única forma de probar su inocencia y demostrar que las pruebas están amañadas es que el mejor detective del ejército se meta de lleno en el caso. Ahí es cuando entra en escena Reacher.
De buenas a primeras -y desconozco si siguiendo a rajatabla las directrices de la novela en la que se basa la película- el director y guionista Chritopher McQuarrie (ganador del Oscar por el libreto de Sospechosos Habituales) anula con ese prólogo cualquier sorpresa argumental eliminando las dudas sobre la inocencia del detenido. Es decir, el interés de la cinta no radica en ir con Reacher de la mano en la resolución del caso, sino en ser testigos de cómo el último superhombre en la cartera de Cruise dá caza a los malos. Eso no sería ningún problema de estar centrada la película en la faceta más pirotécnica y espectacular del género, es decir, la acción, en vez de en el puro thiller detectivesco sin grandes giros ni revelaciones.
Para enmascarar esa alarmante falta de argumento, la baza de McQuarrie consiste en uno de esos repartos tan cojonudos que hasta escuece su brutal desaprovechamiento en pantalla. El caso más doloroso es el del gran Richard Jenkins (The Visitor, La Cabaña En El Bosque), el ambicioso fiscal del distrito, aunque sucede exactamente lo mismo con el veterano de guerra encarnado por el no menos grande Robert Duvall (El Padrino, Corazón Rebelde) o la abogada a la que da vida Rosamund Pike (Muere Otro Día, Ira de Titanes). Curiosamente, el rol que más brilla de todos es el que menos minutos tiene en pantalla, el del villano a cargo del realizador 'frikilander' por excelencia, Werner Herzog, que en esta extraña elección profesional construye a una mente criminal que no por estar más chalado que una regadera se tiene que comportar como un payaso histriónico. Por desgracia, su participación se acerca más a la anécdota que a otra cosa, siendo su personaje pisado constamente por el de Courtney en la faceta de némesis del protagonista.
Por lo menos, la poca acción que tiene la cinta es de calidad. Las tres grandes peleas que hay en Jack Reacher son el ejemplo perfecto de lo que falta hoy en día en ese tipo de escenas: claridad, que el espectador vea realmente a dos tipos partiéndose la cara en lugar de sentirse frustrado por culpa de un montaje epiléptico y un rodaje videoclipero. La película también hace gala de síntomas aislados de humor negro, dos facetas que conlfuyen en un combate situado en un lavabo y que, de lejos, es la mejor escena de toda la función.
En definitiva, lo que nos encontramos en Jack Reacher está lejos de ser el nuevo buque insignia que el protagonista de Nacido el 4 de Julio y Top Gun busca desesperadamente. En cambio, estamos ante una historia floja, plagada de personajes igual de endebles, pero llevada a la gran pantalla por gente que sabe lo que se hace. Jack Reacher es como cualquiera de las películas que protagonizan Stallone o Nicolas Cage últimamente, sólo que bien realizada e interpretada. Algo más propio de, por ejemplo, Jason Statham, que de Tom Cruise, a pesar de que sea el cienciólogo el que termine por aportar el único pedacito de alma del que hace gala la película. Y sin esforzarse ni un ápice. Nada, igual que Hollywood.