La primera película dirigida por una mujer en Arabia Saudí
Nota: 7
Lo mejor: su frescura.
Lo peor: no es tan crítica como debería.
Todavía en el año 2013 las mujeres no pueden conducir en
Arabia Saudí (entre otras muchas cosas) porque así lo dicta la interpretación
salafista de la sharia. Wajdja es
una niña saudí de 10 años que sueña con tener una bicicleta para poder ganarle
una carrera a su vecino. Un capricho que pronto aprenderá, no está a su alcance
por una simple cuestión de sexo. A través de Wadjda, la película se centra en
la difícil rutina de las mujeres en un país con unas tradiciones (a menudo
injustas, ridículas y vejatorias a escalas desproporcionadas ante cualquier
óptica, no sólo la occidental) que relegan a la mujer al sector más desfavorecido
y desprotegido de la sociedad.
Aún con el recelo actual que parece dominar a un amplio
sector de la sociedad femenina a confesarse simpatizante del feminismo (una
religión satánica, me han dicho), doy por hecho que está fuera de toda duda la
importancia que tiene que Haifaa
Al-Mansour sea la primera directora mujer en Arabia Saudí. De
hecho, estamos ante una doble proeza, pues La Bicicleta Verde también es la primera
producción rodada íntegramente dentro de este territorio. Y siendo pragmáticos,
ya no se trata de entrar a valorar el impacto que pueda llegar a conseguir en
las taquillas – que desgraciadamente no será significativo, pues siendo
sinceros, ¿a cuánta gente le interesa ver una película sobre mujeres de Arabia
Saudí? – sino de alegrarse porque ha conseguido acceder al circuito comercial
del gran público y de festivales, que no es poco, tratándose de un filme como éste.
Dejando a un lado la emoción que provoca la aparición de
esta película y sus implicaciones, La Bicicleta Verde presume de una narración cuidada,
modesta, bien contada y mejor interpretada. Al-Mansour propone una historia optimista que, sin embargo, no
evita caer en un simbolismo fácil (la bicicleta no deja de ser una alegoría demasiado
evidente de la ansiada libertad femenina). Por otra parte, no se puede negar
que La Bicicleta Verde sea crítica con el régimen. Permite entrever ciertos
aspectos de la sociedad saudí (poligamia, desprecio a las mujeres, atraso
generalizado en derechos humanos), aunque representados de manera muy relajada.
Pues el prototipo de mujer que se nos muestra en todo momento es el de la más
acomodada: todas trabajan, tienen soporte económico y cierto bagaje cultural. El
filme juega constantemente en el límite entre lo que se le está permitido
contar y lo que no, mostrando el lado más soft
del régimen. Así, aunque le resulta inevitable ofrecer una denuncia implícita
de la situación de la mujer en el país, esa amabilidad es buscada por su
directora. De esta manera, entendiendo la elección de no incidir demasiado en
la problemática real de su país como una imposición o una estrategia (o ambas),
Al-Mansour se asegura la comercialización
de su obra.
Uno no puede dejar de preguntarse de donde ha salido la
financiación de un proyecto tan singular: la respuesta es a medias entre un
príncipe saudí (Al Waleed Bin Talal) y Razor Films, la productora alemana de Vals
con Bashir. Extraña combinación que al parecer, junto con la ausencia
de libertad de expresión de su país, le ha granjeado a la directora no pocos quebraderos.
Pues mientras el rodaje del filme se completó en siete semanas, han sido
necesarios cinco años para que La bicicleta verde haya visto la
luz. Pero en este caso, aunque un príncipe saudí te ‘aconseje suavizar’ el
guión, aún con todo y todos los defectos que se le puedan reprochar a la cinta,
sigue siendo un gran paso. La bicicleta verde es una película
que plantea una reflexión y confiere voz a las mujeres, no sólo a las
protagonistas sino a las reales. Esperemos que ayude a allanar el camino para
las siguientes obras de esta directora y otras muchas directoras en potencia.