El pasado fin de semana acudí a uno de esos multicines de las grandes superficies comerciales para, junto con una purista botella de agua y unas palomitas que compré fuera del establecimiento, ver el film dirigido por Ben Stiller, La vida secreta de Walter Mitty (The secret life of Walter Mitty). Había escuchado de su grandeza visual e intrínseco mensaje, por lo que el listón con el que me senté en aquella solitaria y descuidada butaca era ligeramente elevado. A mi izquierda, un grupo de jóvenes de quienes temí que iban a frustrar aquel excesivo desembolso de seis euros (sin contar el timo de los lujosos suplementos alimenticios) no aguantaron ni dos minutos seguidos sin mediar palabra. A mi derecha, más de lo mismo. En cualquier caso, la ansiada película no solo cumplió mis expectativas, sino que las superó con creces.
"En tres palabras: Gloriosa, divertida, imprescindible"
Un insigne y memorable mensaje, profundo e intenso, ornamentado con una gran actuación de Ben Stiller, dan a La vida secreta de Walter Mitty un indispensable lugar en cualquier colección cinematográfica que se precie. El espectador deberá interpretar y reflexionar acerca de la vida y su relación con la era de incertidumbre, información y excesiva tecnología en ciernes sobre el mundo actual. Además, la película está repleta de pequeños, sutiles e interesantes detalles que han de ser sujeto de la más profunda consideración. Ha recibido bastantes críticas que, como los adolescentes que me rodeaban en el cine y que opinaban muy mal de la película, parecen no haber entendido el mensaje que quiere transmitir. Un mensaje que se hace indispensable para disfrutar la película y que, sin su comprensión y gusto por belleza visual, puede resultar una auténtica bazofia. Pero, como no es el caso, el film, que se ambienta en el año 2007, saciará al cinéfilo con una entrega a la que, si tuviera que puntualizar con tres palabras, definiría como gloriosa, divertida e imprescindible.
Ben Stiller -recordemos también director- interpreta a Walter Mitty, el encargado del departamento de negativos en la revista LIFE. Allí conoce a Cheryl Melhoff (Kristen Wiig), la mujer que alegra su monótona y aburrida vida, pero a la que solo es capaz de pedir salir mediante una página web de parejas. A Mitty llega la noticia del cierre de la revista a causa de su venta, y con ella, la necesidad de sacar un último número que cierre la "era del papel" antes de convertirse en un medio digital. Walter recibe una carta de su buen amigo y fotógrafo Sean O'Connell (Sean Penn) en la que le pide al tímido empleado de LIFE publicar el último ejemplar de la revista con el negativo 25 en la portada. Sin embargo, la fotografía no está con el correo que le mandó y, para encontrarla, Mitty deberá emprender un viaje que cambiará su forma de ver la realidad, y que brindará al espectador una aventura visual y de enseñanzas que le recordarán el verdadero sentido de la vida.
"Crítica de cine: La vida secreta de Walter Mitty", por @adriantsn
Miércoles, 22 de enero de 2014
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