Todos tenemos un precio
Nota: 7
Lo Mejor: Un reparto brillante.
Lo Peor: La tensión sufre ciertas fluctuaciones.
Un ensayo reflexivo sobre la moral, el darwinismo y el fatalismo son las premisas filosóficas sobre las que se apoya Margin Call. Si en apariencia la cinta del novato J.C. Chandor se antoja como un film que pretende aleccionarnos sobre el origen de la crisis económica, pronto descubrimos que la película va más allá de una pretensión instructiva y que refleja las inquietudes de unos individuos con una heterogénea y, en algunos casos oscilante, noción de lo correcto. Una perspectiva proyectada por un sensacional elenco de actores que no sólo se han limitado a ofrecerse como figuras ionizantes en el debut de un principiante, sino que han maximizado todo su potencial deleitándonos con un trabajo interpretativo exquisito. Estos ingredientes han confirmado el estreno de Chandor como uno de los platos fuertes de la nueva tendencia que ya empieza a copar las producciones de Hollywood con miras a retratar desde diferentes focos el terror actual, la crisis económica.
Paradójicamente, el argumento puede describirse en menos de lo que Vin Diesel parte una nuez con el culo. Un grupo de empleados clave de una empresa financiera -que bien pudiera ser Lehman Brothers- tendrá que decidir qué hacer con sus activos durante las 24 horas anteriores a la explosión de la crisis económica, lo cual dejará entrever las aspiraciones e inquietudes de los protagonistas y desatará en algunos un conflicto interno entre su rol profesional y sus principios.
Es común que a uno le aborde cierto reparo a la hora de enfrentarse a un film que centra su trama en un entorno bursátil, pues, inevitablemente, supone una inclusión en el guión de numerosos tecnicismos con los que muchos de los espectadores -entre los que se incluye una servidora- no estamos familiarizados, complicando la lectura de la película y provocando que el público se vea obligado a hacer un doble esfuerzo para intentar comprenderla. Afortunadamente, no es este el caso. Si bien en Margin Call nos topamos ante algún palabro raruno, la mayoría de los conceptos son ingeniosa y sutilmente explicados de forma que su definición no parezca una introducción forzada en el libreto, escrito por el propio Chandor, para cuya elaboración recibió asesoramiento de su padre, quien trabajó en una de las grandes compañías de Wall Street. "Explíquemelo como a un niño de 5 años o como a un Golden Retriever", dice en un momento del metraje Jeremy Irons. Bien, parece que el cine bursátil y yo nos vamos entendiendo.
Superado el miedo desde los primeros minutos, pronto nos percataremos de que estamos ante una obra fría y cruda, que, al contrario que la fallida segunda parte de Wall Street, deja de lado los recursos edulcorados para ofrecernos un desnudo de los malos de la historia. Un retrato de confesiones moralistas en el que las convicciones de cada uno de los personajes resultan telones que ocultan o esquivan uno de los sentimientos más antiguos de la humanidad: La culpa. Bien por adherirse a un sistema darwinista y fatalista, que supone la supervivencia del más fuerte y una predestinación dada por un rol profesional y una clase social a los que conferir conformismo, bien por identificarse como un mero instrumento del sistema que concede el producto que la sociedad consumista le pide, la cosa es lanzar una falacia a la señora conciencia para vivir sin remordimientos ante las consecuencias de sus acciones. He aquí la novedad y lo interesante del discurso de Chandor, que el detonante de la crisis se queda en segundo plano para priorizar una serie de sentimientos humanos y promulgar un estudio antropológico.
El reparto que conforma la película, desde luego, no podría ser más acertado, conjugando un coro en el que a cada uno de los actores se le ha colocado en su tesitura perfecta, evitando la supremacía de unos sobre otros y la división en buenos y malos. Se trata simple y llanamente de una serie de individuos, en un contexto determinado que han de tomar una decisión. Así, tenemos a Zachary Quinto (Star Trek, Héroes) y Penn Badgley (Rumores y Mentiras) como los becarios que aún conservan los sueños y las motivaciones que los veteranos han perdido tiempo atrás como precio de la experiencia. Demi Moore representa al único rol femenino, una mujer fría y realista que sabe exactamente su posición en la lista de favoritos del jefe, temiéndose desde el principio de su triunvirato a quién cortarán la cabeza. El mentalista, Simon Baker, interpreta excelentemente a la mano derecha del boss, un tipo inteligente, perspicaz y al que sólo le interesa ser el mejor en lo que hace, sin importar las consecuencias. Stanley Tucci encarna al más humano de los integrantes, que, con un discurso sobre la construcción de un puente, plantea un dilema esencial, el referido al objetivo último de su profesión. Paul Bettany pone cara al fiel discípulo de Kevin Spacey, una marioneta fiestera que se cobija en la instrumentalización de sí mismo para desprenderse de su responsabilidad.
Aunque todos los mencionados anteriormente lucen brillantes en sus respectivos papeles, cabe destacar el binomio Jeremy Irons/Kevin Spacey. Irons es un líder despiadado dispuesto a llevar a cabo cualquier acto, por muy infame que éste sea, para asegurar su supervivencia. Un tipo sin escrúpulos que se escuda en, como mencionaba anteriormente, el darwinismo, el fatalismo y el conformismo como excusas de sus inmorales decisiones. La supervivencia del más fuerte, la repetición de unos ciclos inevitables de cracks bursátiles en la historia y la división entre ricos y pobres por la divina providencia del sistema capitalista son las ideas que formula como defensa de sí mismo. Spacey es, por su parte, el antagonista moral de Irons, diferencia que no oculta a su jefe y por la cual mantendrán una intensa disputa. Sin embargo, Spacey acaba apartando sus principios bondadosos en pos de un deseo egoísta, enterrando -literalmente- a Pepito Grillo, porque sabemos que nuestra avaricia es el lado menos honroso, más despreciable y avergonzante del ser humano, y aquí no se salva nadie.
Recordemos, de todas maneras, que se trata del debut de un director y que, lógicamente, no todo puede salir tan perfecto. En su contra, hay que decir que tiene momentos en los que la tensión decae, aunque tampoco de una manera estrepitosa, pues los diálogos y reflexiones de los protagonistas mantienen activado en el público una especie de mecanismo pensante que en los minutos en los que no ocurre nada transcendental sigue en funcionamiento. Eso sí, la crudeza de Margin Call no gustará a aquel espectador más dado a la acción o a las historias dulcificadas que busquen cierto sentimentalismo o los eternos estereotipos del cine con el bueno, el malo, la chica y demás recursos facilones.
En definitiva, no nos encontraremos ante otro estupendo documental a lo Inside Jobs, pero es que tampoco está jugando en la misma liga. En la ficción, Margin Call se establece como un referente ante la nueva oleada de films sobre la crisis económica que se nos viene encima. Una cinta que cuenta con un reparto inmejorable que prioriza las inquietudes morales de los ejecutores de la catástrofe al análisis sobre las causas de la misma. Una historia dura que pone al descubierto un crudo universal: Todos tenemos un precio. ¿Cuál es el tuyo?