Revista Cine

Crítica de cine: Millenium: Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres

Publicado el 14 enero 2012 por Lapalomitamecanica
Un Fincher de encargo
Crítica de cine: Millenium: Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres
Nota: 6,5
Lo mejor: Ya sea en papel, hablando sueco o en inglés: Lisbeth Salander. Y sí, los títulos de crédito.
Lo peor: que no parece de Fincher, sino de un Joel Schumacher cualquiera en un buen día.
Como la mayoría de los bestsellers modernos, Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres es un relato que no pasa de entretenido y que tiene su principal valor en resultar de lo más asequible para todo tipo de lector sin por ello insultar su inteligencia, principalmente gracias a un planteamiento muy sencillo seguido de un desarrollo frenético, todo muy bien ambientado en un contexto magnéticamente perturbador. Pero de ahí a encumbrarlo como uno de los textos imprescindibles de nuestro tiempo hay un trecho, y a Fincher lo que se le pedía era rellenar ese pequeño espacio entre la correción y la maestría con su enorme talento porque, seamos claros, para una adaptación milimétrica hasta el hastío ya tenemos las versiones suecas. Pero no amigos, el hombre que fue capaz de orquestar lo imposible con un biopic brillante sobre un programa informático ha optado por la salida fácil ofreciendo no ya una adaptacion de un libro que casi se traslada solo a guión, sino el remake de lujo del telefilm que vio la luz hace 3 años. Esto no significa que Los Hombres... (2011) sea una mala película, pero lo que desde luego no hace es justificar el precio de la entrada para todo aquel que ya conozca la resolución del misterio principal, fans de Fincher incluidos.
Crítica de cine: Millenium: Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres
Es cruel y puede que algo injusto afirmarlo, pero si no existiera la version de Niels Arden Oplev tan cercana en el tiempo e igual de respetuosa con el original (salvo un detalle del final que no desvelaremos) probablemente estaríamos hablando de un film con mucha más fuerza. Y es que cuando conocimos que este iba a ser el próximo trabajo de Fincher tras el pelotazo de La Red Social, la duda no estaba ya en si íbamos a ver una buena película, sino en cuál iba a ser ese valor añadido que justificara el acercamiento de uno de los directores de nuestro tiempo a un material tan sobado. Una vez visto el resultado y el mínimo esfuerzo invertido por el realizado seria muy interesante conocer las razones reales que han llevado a Fincher a aceptar un trabajo tan anodino y a ejecutarlo de igual manera. Puede que sea por su ya demostrada fijación con los asesinos en serie a pesar de que el de esta historia esté mas que ausente. Aunque mucho me temo que por desgracia, el motivo tengamos que ir a buscarlo a la cámara acorazada de su banco, bien repleta a buen seguro a pesar de que el film no ha tenido todo el éxito esperado. Y es que su ansiada adaptación de 20.000 Leguas de Viaje Submarino no va a pagarse sola, y una saga basada en un éxito literario bajo el brazo es el mejor aval posible.
Una vez hechas las comparaciones obligadas, vamos a centrarnos únicamente en la película que nos ocupa, porque también habrá espectadores que hayan esperado a esta largamente anunciada adaptación para acercarse a una de las historias de moda. Ellos son los más afortunados ya que podrán disfrutar de un thriller correctísimo conservando aún el factor sorpresa tanto de la resolución final como de la presentación del personaje estrella de la saga, Lisbeth Salander, eso sí, si aguantan las casi 3 horas de metraje que dura el film. A todas luces excesivas cuando es evidente que sobran tramas secundarias como la del mentor enfermo de Lisbeth o incluso la del magnate Wennerstrom, caricaturizado un par de grados más de lo deseado. A pesar de ello, uno de los principales valores de la película es un ritmo que bordea el límite sin cruzarlo y que respeta las máximas del género como son la sorpresa y la tensión. Que menos, ¿No?
Crítica de cine: Millenium: Los Hombres Que No Amaban a las Mujeres
Esa tensión está lograda en gran medida gracias a la BSO de Trent Reznor y Atticus Ross con la colaboración de Karen O. (de los Yeah Yeah Yeahs), menos "escuchable en el Ipod" que la de La Red Social pero contribuyendo aún más si cabe a generar la atmósfera malsana en la que se mueve el film y, en cierto modo, compensando la presencia de un Fincher que como decimos, está más ausente de lo esperado. Con esto no quiero decir que el 100x100 del metraje parezca rodado con el piloto automático (ahí tenemos escenas brillantes como las violaciónes de Lisbeth -la activa y la pasiva- o ese climax frente al asesino), pero es innegable que una premisa que ofrece un mosaico reducido de personajes en un entorno cerrado da para mucho juego descriptivo y visual, y Fincher no logra transmitir toda la claridad deseada dejando al espectador algo perdido por el escenario a diferencia de lo que logró en La Habitación del Pánico.
Demasiado formalismo por parte del director y más de lo mismo para su actor protagonista, un Daniel Craig con cara de Daniel Craig y haciendo de Daniel Craig que termina resultando eso...demasiado Daniel Craig y poco personaje sin carsima ni química alguna. Y no os miento si os digo que el actor estaba en mi pensamiento cuando leí el libro hace años por la sencilla razón de que la descripción física que hace Larsson parece un retrato literario del 007 actual, pero mucho me temo que el actor se ha relajado en exceso desde que es una estrella palomitera y tenemos que irnos a la era pre-Bond para reencontrarnos con el Craig actorazo, ese rubio feucho al que vimos en The Mother o Camino a la Perdición, y que ahora padece sepultado bajo 30 kilos de músculo y la tan estoica pose del héroe total, es decir, aburrido. Exactamente igual que en Resistencia, Cowboys & Aliens, Invasión o Detrás de las Paredes.
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Todo lo contrario sucede con Rooney Mara, que al igual que Noomi Rapace, le deberá toda su carrera al personaje surgido de la pluma de Larsson y auténtico protagonista de la trilogía. Es innegable que el rol es un caramelo brillante en manos de un intérprete con talento, pero también hay que saber sacarle jugo como hacen ambas actrices. Incluso me atrevería a decir que Mara logra transmitir mejor esa mirada entre cachorrito perdido y doberman desquiciado que se intuye en la novela, aunque también puede ser debido al esforzadísimo trabajo de caracterización sobre la actriz al que no hay que quitarle mérito. Del resto del reparto poco o nada se puede decir, ya que los titánicos Christopher Plummer y Stellan Skarsgard se pasean automatizados y sin despeinarse por toda la función plenamente conscientes de que son meros accesorios.
Si el año pasado Fincher lograba con La Red Social lo que no pudo con Benjamin Button, es decir, transformar su halo de director de culto (o underground, o como queráis)  en el de un realizador total, lo que nos ha demostrado en esta ocasión es que en su nuevo estatus puede permitirse un rodaje más relajado y menos creativo a sabiendas de que cuenta con todos los medios necesarios para ofrecer una película que no tiene ningún reparo sobre todo a nivel técnico -y en general en todos sus aspectos- pero que carece de ese sello, esa garra y ese magnetismo del que han hecho gala hasta ahora TODAS las cintas de Fincher. Porque tres teticas, un gato descuartizado y algo de sado no pueden enmascarar que Fincher se nos ha domesticado un poquito.

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