Entre lo épico y lo ridículo
Nota: 5
Lo mejor: El protagonista y algún efecto digital
Lo peor: Las lagunas de guión y los anuncios encubiertos
Es imposible hablar de Percy Jackson y no hacerlo de Harry Potter. Esta nueva aventura para adolescentes no sólo comparte director con la primera entrega de la saga del niño mago, Chrish Columbus, sino que también tiene su origen en una saga literaria de éxito. Pero eso no es todo. Si intentáramos resumir su argumento de la forma más sencilla del mundo podríamos decir que es Harry Potter pero cambiando los magos por dioses. Información suficiente para que os hagáis una idea de por donde van los tiros.
Percy es un joven de instituto con una vida monótona y un padrastro insoportable que un buen día es llevado por su profesor de historia (Pierce Brosnan) a una escuela especial porque corre un gran peligro (¿Qué os decía?). Su maestro resulta ser un centauro y la escuela, un campamento donde los hijos que los dioses griegos han ido engendrando en sus visitas a la tierra se entrenan para convertirse algún día en heroes de la talla de Hércules o Perseo. Percy irá poco a poco encontrando su lugar, no en vano es el hijo de uno de los 3 dioses principales, Poseidón (Kevin McKidd, de Journeyman).
El problema es que alguien le ha robado el rayo a Zeus (Sean Bean), y una conspiración que parece obra del mismísimo Hades (Steve Coogan) señala a Percy como autor del delito. Los 100 minutos que siguen relatan "la odisea" que tendrá que superar Percy junto a su protector sátiro ("el negro gracioso" que se queda en negro) y la hija de Atenea (las damiselas han muerto) . Todo ello a un ritmo que salta de la comedia a la aventura pasando por la road-movie sin nisiquiera pestañear.
Una mezcla de géneros que viene acompañada de un ritmo frenético que no te deja pensar lo suficiente como para preguntarte de dónde saca el personaje de Brosnan el tiempo para entrenar a cientos de semidioses y ser profesor de historia antigua en un insituto normal a la vez, o porqué narices la Hydra es capaz de adoptar forma humana. Si no fuera por ese tipo de licencias o la nada majestuosa recreación de los dioses, esta película tendría su mayor baza en la utilización de la mitologia griega como excusa para una película de aventuras en nuestro tiempo.
(El Iphone con la aplicación "matar Medusa" incluida)
El atractivo de una religión llena de heroes, villanos y dioses que parecen superheroes es innegable y en Percy no dejan de intentar sacarle partido. Desde la furia hasta el minotauro intentarán ponerle las cosas dificiles a los protagonistas, pero son tantos los cabos que quedan sin atar y la poca coherencia de todo lo que nos cuentan que en momentos parece más una fiesta de disfraces que una reunión de semidioses. Para que os hagáis una idea, la puerta del Olimpo se encuentra tras el armario de las escobas del Empire State y Hermes tiene unas zapatillas All-star con alas. Aunque la escena que se lleva la palma la batalla es la batalla contra la medusa madonizada (Uma Thurman) la cual es derrotada gracias a...¡Un Iphone!
Que la práctica totalidad del reparto sean caras conocidas es una suerte, ya que tras haber pagado la entrada no sientes que seas el único que hace el ridículo. Se salvan por los pelos Sean Bean como un estoico Zeus y Catherine Keener como la abnegada madre, pero en lo que respecta a Steve Coogan, Uma Thurman y Pierce Brosnan, parecen un quinqui, Madonna y un vagabundo respectivamente. En cuanto al protagonista y principal candidato a ser Spiderman en el cacareado reinicio, Logan Lerman, resulta de lo más digno de toda la producción, interpretando con inusual fuerza a su personaje a pesar de su parecido con Zac Efron.
Si en la publicidad subliminal descarada no veis un problema y os tragais la actualización con calzador de la mitología griega disfrutaréis este espejismo con pretensiones de saga, que lejos de repetir el éxito del mago de Hogwarts (sobretodo en la tercera entrega), si supera con creces a otras producciones fantásticas para adolescentes como La brújula dorada, Eragon o Narnia, principalmente porque no aburre en ningún momento.