Las sectas católicas, el nuevo terrorismo
Nota: 7
Lo Mejor: Un final ingenioso y lleno de sarcasmo.
Lo Peor: El desarrollo lento del primer acto.
Desde que ganara en la última edición del Festival de Sitges, no sin la polémica inevitable de cuestionar el género en el que parece que los eventos festivaleros de terror o fantasía se han empeñado en clasificar a la cinta, más con la excusa de traer un director de renombre y con la justificación a pies puntillas de las sectas como parte de los terrores actuales, el estreno a nivel nacional de la que dicen ser muestra del renacer del director de Dogma o Clerks, Kevin Smith, era aguardado por muchos, y lo cierto es que Red State resulta un dignísimo regreso para un cineasta cuyas últimas obras han sido decadentes, como Vaya Par de Polis o ¿Hacemos una porno?, lo cual le excusa de ser una infiltrada entre otras proyecciones de género que hay que compensar en estas citas, véase Monster... o mejor no.
La trama de Red State se centra en un trío de adolescentes (Michael Angarano, Nicholas Braun y Ronnie Conell)
con las hormonas revolucionadas que, cegados por unas ansias de sexo
descomunales, terminan siendo víctimas de una secta familiar
extremadamente católica, liderada por Abin Cooper (Michael Parks),
una especie de padre predicador perturbado y homófobo con un manejo del
discurso lo suficientemente hábil como para haber impregnado de sus
convicciones a su esposa (Melissa Leo) y demás allegados. Un personaje diabólico inspirado en la figura real de Fred Phelps, el líder de un grupo religioso extremista que se hacía llamar la Iglesia Bautista de Westboro.
Los primeros minutos del metraje de Smith pecan
de servirse un poco lentos y de presentar un film que, a primera vista,
parece hecho para jóvenes acnosos. Sin embargo, a medida que avanza, la
acción empieza a tornarse mucho más intensa y adulta inyectando unas
dosis de violencia que va engrandeciéndose por momentos hasta llegar a
un clímax encabezado por un fantástico John Goodman, que esta
vez, es el agente encargado de desmantelar la "cédula terrorista". Un
tipo que se enfrenta al eterno debate entre lo moralmente correcto y las
órdenes de una autoridad.
La película se compone,
llegados a ese punto, de escenas bien rodadas con toques sanguinolentos
que nos presenta un terror real y escalofriante. Una cumbre tortuosa que
tras alcanzarse, nos remite a un ingenioso epílogo reinado por una
sarcasmo y una crítica social acerca del fanatismo religioso que
conforman un desenlace efectivo y con gracia.
No sólo Goodman está estupendo en su rol, sino que Michael Parks, quien se agenció el Premio a Mejor Actor en Sitges, realiza un trabajo interpretativo excelente encarnando al fanático católico. Asimismo, la ganadora del Oscar Melissa Leo,
aunque con menos relevancia en la trama, defiende su papel como la
descerebrada mujer del demente. Hasta tenemos un cameo del genial Kevin Pollak (Casino).
Como decía, Red State, sin
llegar a ser una obra maestra ni nada de otro mundo, funciona. Parece que Kevin Smith ha superado por fin la crisis de los 40 y ha recuperado la madurez que había perdido en sus últimos trabajos y qué mas da si la película es de terror, de acción o de jamón y queso, te hace pasar un buen rato, a mí me vale.
* Esta es una crítica recuperada de nuestra cobertura de la XXIII Semana del Terror Donostiarra.