Revista Cine
Crítica de Cine: 'R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal'
Publicado el 21 septiembre 2013 por Lapalomitamecanica
El Juicio Final nunca se sintió más cercano y merecido
Nota: 3'5
Lo mejor: Jeff Bridges. Lo peor: la oportunidad perdida que supone desaprovechar unos medios y un reparto de este nivel.
Si RED fue esa comedia de espionaje con viejas glorias que se dedicaban un auto-homenaje paródico cuyo humor negro involucrado en una divertida trama que funcionaba a las mil maravillas, R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal, que sucede en la filmografía de Robert Schwentke a la protagonizada por Bruce Willis, resulta la antítesis de la anterior al fallar en casi todas sus facetas como comedia y película de acción. A la cinta incluso le cuesta sostener la inevitable simpatía que suscita la intervención de sus honorables secundarios, con los rostros de un carismático Jeff Bridges, al que desde nuestras humildes butacas se le confiere siempre el máximo respeto y admiración, un Kevin Bacon en el rol de un desangelado villano y una atractiva Mary-Louise Parker, la damisela en apuros de Red, que poco aporta a la historieta; todos ellos en unos infames caracteres que desperdician por completo el talento interpretativo del que son poseedores natos, incluyendo el del actor más modesto, Ryan Reynolds. Con este panorama, no podemos sino enjuiciar a su realizador y a Phil Hay y Matt Manfredi, pareja de guionistas responsable de El Esmoquin, Aeon Flux o Furia de Titanes, del fracaso que ha supuesto una obra construída sobre el chiste fácil y el simplismo argumental.
Así, no es de extrañar que R.I.P.D. haya sufrido un resbalón de los gordos en la taquilla norteamericana, y es que insultar la inteligencia del espectador y engañarle a base de prestigiosas rúbricas sobre un cartel conlleva un coste demasiado alto y quejumbroso, concretamente, un dolor de unos 97 millones de dólares (se invirtieron 130 y su recaudación total sólo ha alcanzado los 33 millones en USA), eso a nivel material, porque los daños en su aspecto más simbólico hieren en mayor medida si cabe en el orgullo de un director que comenzaba a ver su carrera despegar gracias al buen trabajo realizado en su pasado film de veteranos agentes secretos. Con esta última virguería más propia de cineastas inexpertos que de un tipo que ha sabido manejar con un par sin amedrentarse al incombustible Willis, al loco Malkovich, a la indomable Helen Mirren y al imponente Morgan Freeman, Schwentke la ha jodido bien y, es posible, que la confianza depositada en él por parte de los estudios y del público de cara a futuros proyectos quede tan minada como la que inspira el tío de Hellraiser colocándose un condón.
Ya hemos mencionado que no sólo en el realizador germano recaen las acusaciones y es que los autores del libreto arrastran parte de responsabilidad al haber redactado un script más digno de competir en un concurso de relatos escolar que de una superproducción hollywoodiense. Esta decepción se debe a que R.I.P.D., basada en un cómic de Peter M. Lenkov que narra la historia de un policía que muere y es reclutado en el cielo por una brigada especial encargada de dar caza a las almas que se escapan del Juicio Final, no se esfuerza nada en tejer ni una trama ni unos personajes mínimamente concienzudos que incluyan en su superficie unos chistes más o menos elaborados que no recurran al humor facilón y falto de ingenio, como es el caso. Porque apoyar todo el peso de la burla en Bridges, como ese agente veterano y gruñón que se pasa las normas del departamento por el forro de los calzones, no resulta suficiente durante 90 minutos de metraje en los que uno termina por cansarse de lo iterativo del caracter.
El equipo de guionistas no sólo no se preocupa por añadir atractivo a los protagonistas Ryan Reynolds y su experimentado socio, sino que ni siquiera se lo curra en cuanto a la confección de un villano con algo de magnetismo en la piel de un Kevin Bacon que, al contrario que en esta ocasión, sí fue aprovechado por Matthew Vaughn en X-Men: Primera Generación, lo que despeja las dudas en cuanto a la adecuación del intérprete en un papel perteneciente al bando del mal y, tal y como sucede con sus colegas de reparto, lo exculpa de toda pena. Lástima también el poco uso y la desvalorización que sufren las figuras femeninas del elenco, Mary-Louis Parker, relegada a un plano muy anecdótico y prescindible, y Stephanie Szostak, la miembro indestructible del clan enemigo en Iron Man 3, con un desvalido rol similar al de Demi Moore en Ghost. Si queda aún algún aspecto del filme que puede salvarse de arder en el infierno, al margen del maltratado reparto, que hace lo que puede en tan deshonestas manos, ése puede ser el apartado técnico; en el que se nota algo de la pasta invertida y al menos visualmente puede presumir de ganar algunos puntos frente a una audiencia a la que, a pesar del esfuerzo en la resultona -que no espectacular- manufactura, no podrá satisfacer de ninguna otra manera debido a unas carencias que condenan a la cinta al más merecido olvido.
Juicio rápido, por tanto, y sentencia unánime con castigo de averno para Robert Schwentke y sus cómplices scripters -con antecedentes estos últimos- culpables en primer grado de un delito de estafa, mala praxis profesional y uso inapropiado de medios personales y materiales en R.I.P.D., con agravante, tal y como reza el veredicto de "valerse de un puto amo como Jeff Bridges para metérnosla doblada y sin vaselina".
Nota: 3'5
Lo mejor: Jeff Bridges. Lo peor: la oportunidad perdida que supone desaprovechar unos medios y un reparto de este nivel.
Si RED fue esa comedia de espionaje con viejas glorias que se dedicaban un auto-homenaje paródico cuyo humor negro involucrado en una divertida trama que funcionaba a las mil maravillas, R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal, que sucede en la filmografía de Robert Schwentke a la protagonizada por Bruce Willis, resulta la antítesis de la anterior al fallar en casi todas sus facetas como comedia y película de acción. A la cinta incluso le cuesta sostener la inevitable simpatía que suscita la intervención de sus honorables secundarios, con los rostros de un carismático Jeff Bridges, al que desde nuestras humildes butacas se le confiere siempre el máximo respeto y admiración, un Kevin Bacon en el rol de un desangelado villano y una atractiva Mary-Louise Parker, la damisela en apuros de Red, que poco aporta a la historieta; todos ellos en unos infames caracteres que desperdician por completo el talento interpretativo del que son poseedores natos, incluyendo el del actor más modesto, Ryan Reynolds. Con este panorama, no podemos sino enjuiciar a su realizador y a Phil Hay y Matt Manfredi, pareja de guionistas responsable de El Esmoquin, Aeon Flux o Furia de Titanes, del fracaso que ha supuesto una obra construída sobre el chiste fácil y el simplismo argumental.
Así, no es de extrañar que R.I.P.D. haya sufrido un resbalón de los gordos en la taquilla norteamericana, y es que insultar la inteligencia del espectador y engañarle a base de prestigiosas rúbricas sobre un cartel conlleva un coste demasiado alto y quejumbroso, concretamente, un dolor de unos 97 millones de dólares (se invirtieron 130 y su recaudación total sólo ha alcanzado los 33 millones en USA), eso a nivel material, porque los daños en su aspecto más simbólico hieren en mayor medida si cabe en el orgullo de un director que comenzaba a ver su carrera despegar gracias al buen trabajo realizado en su pasado film de veteranos agentes secretos. Con esta última virguería más propia de cineastas inexpertos que de un tipo que ha sabido manejar con un par sin amedrentarse al incombustible Willis, al loco Malkovich, a la indomable Helen Mirren y al imponente Morgan Freeman, Schwentke la ha jodido bien y, es posible, que la confianza depositada en él por parte de los estudios y del público de cara a futuros proyectos quede tan minada como la que inspira el tío de Hellraiser colocándose un condón.
Ya hemos mencionado que no sólo en el realizador germano recaen las acusaciones y es que los autores del libreto arrastran parte de responsabilidad al haber redactado un script más digno de competir en un concurso de relatos escolar que de una superproducción hollywoodiense. Esta decepción se debe a que R.I.P.D., basada en un cómic de Peter M. Lenkov que narra la historia de un policía que muere y es reclutado en el cielo por una brigada especial encargada de dar caza a las almas que se escapan del Juicio Final, no se esfuerza nada en tejer ni una trama ni unos personajes mínimamente concienzudos que incluyan en su superficie unos chistes más o menos elaborados que no recurran al humor facilón y falto de ingenio, como es el caso. Porque apoyar todo el peso de la burla en Bridges, como ese agente veterano y gruñón que se pasa las normas del departamento por el forro de los calzones, no resulta suficiente durante 90 minutos de metraje en los que uno termina por cansarse de lo iterativo del caracter.
El equipo de guionistas no sólo no se preocupa por añadir atractivo a los protagonistas Ryan Reynolds y su experimentado socio, sino que ni siquiera se lo curra en cuanto a la confección de un villano con algo de magnetismo en la piel de un Kevin Bacon que, al contrario que en esta ocasión, sí fue aprovechado por Matthew Vaughn en X-Men: Primera Generación, lo que despeja las dudas en cuanto a la adecuación del intérprete en un papel perteneciente al bando del mal y, tal y como sucede con sus colegas de reparto, lo exculpa de toda pena. Lástima también el poco uso y la desvalorización que sufren las figuras femeninas del elenco, Mary-Louis Parker, relegada a un plano muy anecdótico y prescindible, y Stephanie Szostak, la miembro indestructible del clan enemigo en Iron Man 3, con un desvalido rol similar al de Demi Moore en Ghost. Si queda aún algún aspecto del filme que puede salvarse de arder en el infierno, al margen del maltratado reparto, que hace lo que puede en tan deshonestas manos, ése puede ser el apartado técnico; en el que se nota algo de la pasta invertida y al menos visualmente puede presumir de ganar algunos puntos frente a una audiencia a la que, a pesar del esfuerzo en la resultona -que no espectacular- manufactura, no podrá satisfacer de ninguna otra manera debido a unas carencias que condenan a la cinta al más merecido olvido.
Juicio rápido, por tanto, y sentencia unánime con castigo de averno para Robert Schwentke y sus cómplices scripters -con antecedentes estos últimos- culpables en primer grado de un delito de estafa, mala praxis profesional y uso inapropiado de medios personales y materiales en R.I.P.D., con agravante, tal y como reza el veredicto de "valerse de un puto amo como Jeff Bridges para metérnosla doblada y sin vaselina".