Revista Cine

Crítica de cine: 'Séptimo'

Publicado el 10 noviembre 2013 por Lapalomitamecanica
Directa al sótano de los thrillers olvidables
Crítica de cine: 'Séptimo'
Nota: 3,5
Lo mejor: Ricardo Darín (por decir algo). Lo peor: un empeño reiterado en romper su propio ritmo.
Belén Rueda, con su inclinación hacia el misterio a partir del éxito de El Orfanato, encadenando las tan disfrutables como tramposas Los Ojos de Julia y El Cuerpo, parece empeñada en convertirse en la última rubia del legado hitchconiano. Cueste lo que cueste. Porque a ésta Séptimo no es sólo que le falten los valores de producción de las anteriores películas (apadrinadas por gente como Guillermo del Toro), acercándose peligrosamente al telefilme destinado para el prime-time de Telecinco, sino que su cutreza germina desde su propio guión, con el planteamiento de un enigma que contradice toda lógica, la descripción insatisfactoria de los sospechosos habituales y la consiguiente y torpe investigación. Y lo hace, además, basándose en una presunción que se demuestra finalmente errónea: que Ricardo Darín nunca falla. 
Un misterio imposible, un caso sin resolución aparente o un interrogante como base fundacional. Ésa es la propuesta de Séptimo, anclada en la formulación del thriller clásico por antonomasia al presentar la desaparición de dos chavales en el trayecto de la puerta de su casa, en el piso 7, hasta el portal. Hasta ahí todo bien, sólo faltaba. El problema, como suele suceder en este tipo de proyectos -y como le pasaba a El Cuerpo-, está en su final, en la respuesta que todo espectador busca y que condiciona inevitablemente al resto del relato. En este caso es para peor, especialmente a partir del segundo acto, cuando el guión se orienta en exceso hacia su resolución, incurriendo en lagunas demasiado evidentes para disfrazar la información que necesita la audiencia en su labor de detective ocasional.
Crítica de cine: 'Séptimo'
Su premisa no está mal dibujada, con una presentación de personajes bien calculada y un inicio de la acción en el momento justo. Es a la hora de la verdad, cuando toca dosificar las pistas, reales o falsas, el momento en el que todo se va tempranamente al garete. La versión cinematográfica del Cluedo que presenta la película funciona sólo a ratos, excediéndose en determinados momentos y quedándose escasa en otros, en un entramado esbozado con una falta alarmante de malicia por la mano del director y guionista navarro Patxi Amezcua (25 Kilates), a buen seguro mal jugador de póquer. El cineasta ni ofrece una descripción certera del portal en cuestión ni explota el juego de sombras con los miembros de la escalera, deteniéndose especialmente en aquellos que pueden servir como momentáneos señuelos mientras los auténticos sospechosos miden sus apariciones con un celo que resulta hasta llamativo para el espectador experimentado. Vamos, que no utiliza sus cartas con acierto más allá de los primeros 20 minutos y la función no tarda en llenarse de agujeros de guión, incoherencias y hechos vaticinados con antelación por la audiencia con pasmosa facilidad.
Sin entrar en detalles, la hecatombe llega gracias a un preclímax basado en la batería de un móvil, impensable en el universo de Jack Bauer, que deriva no ya en un giro de guión, sino en una caída de espaldas con todo el equipo, asesinando a su propio argumento en favor de un punto muerto asfixiante y eterno. Por fortuna, casi no hay un plano de la cinta sin Ricardo Darín, que encarna con su habitual buen hacer a un rol, el de abogado acomodado y puesto al borde del precipicio, que ya es capaz de hacer con los ojos cerrados tras tocar el cielo con El Secreto de Sus Ojos y bajar posteriomente a la Tierra con películas menores como Tesis Sobre un Homicidio, pero nunca mostrando esta falta de criterio a la hora de elegir proyecto. Además, el rostro del argentino, maduro y expresivo, contrasta con la falta de plasticidad de la que hace gala su compañera de reparto, ampliando aún más si cabe el abismo entre ambos cuando comparten plano y cargando al argentino con la responsabilidad de compensar la ausencia de química en pantalla de la que hace gala la pareja.
Crítica de cine: 'Séptimo'
La sensación última que deja Séptimo, tras sus 88 minutos pelados de metraje, es la misma que se le queda a uno en el cuerpo cuando nos vemos obligados a compartir ascensor con esa vecina de avanzada edad que huele demasiado fuerte y que siempre pregunta lo mismo: tedio, incomodidad y unas ganas tremendas de salir corriendo. Su premisa se descubre como un gancho hacia un juego insatisfactorio, anclado en unas reglas demasiado inocentes y sin ese plus de ingenio que se le presupone a todo enigma que se autoproclama como un reto. Y es una pena, una oportunidad perdida para explotar y alimentar un bien avenido hermanamiento entre el cine español y el argentino, pero al final lo mejor va a ser bajarse en el sexto y ahorrarse esta travesía a ninguna parte, por mucho Darín que nos duela.

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