El lobo tonto de la manada intentando ser Bourne
Nota: 0'5
Lo Mejor: Hasta el cenicero de barro deforme que creaste en el parvulario te parecerá una obra de arte en comparación con esto.Lo Peor: La combinación del desangelado Taylor Lautner con un guión desastroso.
Desde que Crepúsculo se convirtiera a pesar de muchos en un fenómeno de masas, a sus mascotitas les han llovido las ofertas, dejando aún más claro el nivel de su talento interpretativo. Concediendo todavía una oportunidad a Kristen Stewart, en la que parece asomar en ocasiones ciertos resquicios de valía para el arte, el resto parece haber errado en la profesión elegida, convirtiéndose en los Midas invertidos del cine, todo lo que tocan lo convierten en estiércol. Si Agua para Elefantes era un dramón romántico más soporífero que el pedo de una tortuga, la película de su antagonista el licántropo es aún más penosa. Quizá por el género en el que Sin Salida intenta moverse, el de acción, que requiere un poco más de sangre caliente, quizá porque el reparto de esta última es muchísimo peor. La de Pattinson al menos contaba con Christoph Waltz y aunque en la cinta de Lautner aparece Sigourney Weaver, los minutos que acapara son lo suficientemente escasos como para adquirir menos relevancia en la trama que una pulga en el pene de Chewaka.
De todas maneras no todo el marrón recae sobre los actores. El guión del novato Shawn Christensen y la mano del director John Singleton, con títulos a medio gas tirando a malos en su trayectoria como Cuatro Hermanos, Shaft o 2 Fast, 2 Furious, para nada están exentos de culpa, aunque no es necesario ser físico para extraer el resultado de una ecuación compuesta por la suma entre realizador regulín, guionista novato y actores nefastos. La solución es claramente negativa.
La trama es bastante simple. Sin Salida relata la historia de un adolescente (Taylor Lautner) que un día encuentra una foto de cuando era niño en una página web de personas desaparecidas. La investigación que llevará a cabo con la ayuda de su rollete de verano (Lily Collins) desencadenará una serie de graves acontecimientos en los que convergen la CIA, una red criminal, personajes misteriosos y una persecución a vida o muerte.
Ya desde el inicio Lautner marca sus deficiencias como intérprete, transmitiendo menos credibilidad que una declaración de Francisco Camps. Un ceño fruncido, un torso aceitoso y unas cuantas llaves de karate son las únicas habilidades que el chico demuestra ante la cámara, logrando que a su lado Espinete merezca un Oscar. El protagonista no juega sólo en su liga, porque a él se suma el horrible trabajo de Lily Collins (El Sicario de Dios), que para martirio del espectador se solidariza con Lautner y muestra el mismo grado de valia para la interpretación que su colega, en el papel de un personaje que acompaña al principal como un maniquí programado con cuatro gestos, y encima sobreactuados.
Como ya he mencionado, no es sólo la hierática posición de los actores la única pieza destartalada del engranaje. El guión falla totalmente en su conjunto. Es como una especie de engendro de Bourne para vaginas adolescentes humetactes que se ha llevado a cabo de manera forzada por mandato de los tiburones de Hollywood, siendo conscientes los creadores del horror que han gestado, pero gracias al cual hay dos hipotecas menos impagadas. El libreto se antoja como una sucesión de acontecimientos improvisados que tienen lugar porque es lo propio de una cinta de espionaje. El agente de la CIA del que no hay que fiarse, los esbirros grandullones del villano, las llamadas misteriosas, el "elaborado" plan del protagonista para salvarse y todo el resto de argumentos ultra-escudriñados en el género sólo que realizados de manera muy fea e hilados por una simpleza que confluye en un producto absurdo, innecesario y pertrechado como una broma para un espectador al que han pensado tonto del culo.
En definitiva, Sin Salida no es más que la consecuencia obligada de ese fenómeno infernal de masas llamado Crepúsculo, del que han emergido unas criaturas usadas como reclamo de un cine oportunista que no ama su arte, sino que se dedica, como en este último caso, a llenarse los bolsillos con el dinero de un público dado a montárselo con el póster a tamaño real de Taylor Lautner. Sed pacientes amigos, el ocaso de estos seres llegará con la iluminación de las mentes que les adoran y constatando el calamitoso trabajo que está realizando cada uno de ellos, no será muy difícil asistir pronto a ese final. El talento perdura, la moda es pasajera.