Nota: 6
Lo mejor: Andrew Garfield. Sin discusión.
Lo peor: que está demasiado cerca de Spiderman 4.
The Amazing Spiderman no lo consigue. Lo intenta con ganas, sí, pero no lo logra. Por supuesto, no me refiero a la misión de atraer hordas de adolescentes a las salas al abrigo de una superproducción con un mínimo de sensatez o a presentar al personaje a las -muy- nuevas generaciones. Eso era lo mínimo que se esperaba de un atrevimiento como es reiniciar una franquicia con tan solo cinco años de diferencia frente a la última aparición del personaje. Hablamos, en cambio, de superar el siempre doloroso bache de las comparaciones erigiéndose como una película con alma e independiente de sus predecesoras. Y es curioso, porque a pesar de ello, pese a no hacer olvidar en casi ningún momento las películas de Sam Raimi, nos encontramos sin ninguna duda ante la mejor aventura cinematográfica protagonizada por El Hombre Araña. ¿Y cómo es eso posible?, os preguntaréis. La respuesta tiene nombre y apellidos: Andrew Garfield. El californiano de 28 años descubierto para el gran publico en La Red Social no sólo es la única razón que justifica este remake, sino que nos ofrece una encarnación del héroe tan ajustada y creíble que es prácticamente imposible que su rostro no quede ligado al del arácnido -o al revés- en el imaginario popular como le sucedió a Christopher Reeve con el de Superman (¿Y dónde deja eso a Tobey Maguire? Ah, ya...A quién le importa).
Pero más allá de la acertadísima elección del intérprete principal en la que entraremos más adelante, las diferencias obligatorias de las que se sirve la historia para huir de ese estigma del reinicio innecesario se alejan del tono general y se quedan en elementos concretos y poco contundentes. Y no me refiero a detalles como el de los lanzarredes, que seguro sabrán apreciar los fans del cómic, sino a tretas tan perezosas como la de cambiar el nombre y el color de pelo de la chica a pesar de que se trate del mismo personaje a efectos prácticos: el de la vecinita capaz de ver la bondad en el nerd, que necesitará ser rescatada en algún momento y a la que renunciará para no ponerla en peligro. Pero la más vacía de todas las decisiones ha sido la de introducir -sólo eso, "introducir"- una subtrama relacionada con los padres de Peter para dejarla en la mera anécdota a la espera de seguir sirviéndose de ella en las secuelas como avanza la escena post-créditos (por cierto, una de las más intrascendentes desde la de Daredevil). Variaciones todas que parecen impuestas con calzador para justificar la propia naturaleza de la película y que sólo tienen presencia testimonial para que aquel que quiera defender la independencia de esta cinta -como su guionista, por ejemplo- tenga algún argumento al que agarrarse. Vamos, que incluso el cameo de Stan Lee parece mejor planeado.
Además, probablemente por esa cruz añadida al tener la comparación tan cercana, The Amazing Spiderman es la primera cinta de la nueva era de adaptaciones Marvel que empieza a oler a pereza e inverosimilitud en su esquema narrativo directamente fusilado del de cualquier historieta-tipo. Y eso que el héroe sangra y se magulla más de lo normal, El Lagarto es lo suficientemente siniestro en su juego acechante por las alcantarillas de Nueva York, e incluso la policía funciona brevemente como metáfora "TDK style" del sacrificio del enmascarado y demás lecturas mesiánico-pretenciosas. Es decir, se notan las ganas de hacer una versión que huya deliberadamente de los pañales y de la inocencia de las cintas precedentes y, aún así, es imposible tomarse en serio todo lo que no dependa directamente del trabajo de Garfield por ese encorsetamiento de su desarrollo y una sobrecarga de funciones en los personajes. Dos fallos que se aprecian perfectamente en
Una de las cosas que más me escama de Spider-Man, ya no de esta película, sino del personaje en general, es esa casi íntima relación que tiene siempre Peter Parker con los alter-egos de sus archienemigos. Si en los filmes previos los malos eran su mejor amigo, el padre de éste, un compañero fotógrafo o incluso el ratero que asesinó a su tío, en este caso se repite el esquema visto en Spiderman 2 (la mejor de Raimi) con el del científico brillante que toma bajo su ala a nuestro protagonista para terminar sucumbiendo ante su propia creación hasta tener que ser detenido por el pupilo. Por lo menos, aquí esa relación nos sirve para darle un origen cohesionado y con un mínimo de base científica (la teoría genética de la mezcla de especies) a los poderes de ambos superhombres más allá de "la picadura de una araña fosforescente". Pero en una época en la que los estándares de las películas de superhéroes se derriban año a año y por mucho que estemos hablando de una característica directamente extraída de los tebeos, la de fortalecer la dimensión personal del conflicto del héroe, hace que la historia pierda por el camino cualquier lectura global que pueda ofrecer y termine excesivamente simplificada, es decir, infantil, que es lo que le sucedía a las de Raimi y por lo que en verdad The Amazing Spider-Man no es todo lo fresca que debería, parcheo mediante.
El único que logra sobreponerse ante el deja vù general es Andew Garfield, que no sólo tiene una constitución física perfecta para calzarse las mallas rojas y azules (Spider-Man siempre ha sido un tirillas, reconozcámoslo), sino que no pierde oportunidad para definir a Peter Parker y hacerlo suyo. Donde Tobey Maguire únicamente ofrecía a un tipo al que daban ganas de cascarle un capón (ergo debía ser un pringao sí o sí), Garfield traspasa la mera pose y crea a un personaje incomprendido y tremendamente atormentado por lo que se le viene encima. El peso de la responsabilidad sobre la que nos sermonea nuevamente el tío Ben (ahora con el rostro de Martin Sheen) no necesita de momentos introspectivos o del recuerdo de las palabras del anciano a modo de voz en off, sino que se siente en la expresión de su protagonista y en su evolución de adolescente con poderes al más puro estilo Kick-Ass, de pupilo aventajado del "Manual Sobre lo Jodido que es ser un Superhéroe" escrito por Bruce Wayne. Garfield se gana a pulso el papel y ni el encanto de Emma Stone o la veteranía de Martin Sheen y Sally Field son capaces de hacerle sombra. No digamos ya un Rhys Ifans que con sus aires de camello de Pub de Manchester confirma que no se trata de la mejor decisión de casting posible para el personaje, sino de una elección totalmente aleatoria.
No se puede decir que The Amazing Spider-Man, con sus dosis justas de acción y un sobrio sentido del espectáculo, sea una mala película teniendo en cuenta que no dejamos de estar ante uno de los blockbusters del verano, pero sí una con demasiado contexto. Y eso siempre es malo. Se trata de una superproducción atípica por muchas y variadas razones que van desde la codicia descarada de un estudio incapaz de darle el reposo necesario a su licencia más jugosa mientras otros se forran con las películas de enmascarados, hasta el trabajo de su protagonista y en menor medida de su realizador Marc Webb (cuya principal virtud es dirigir actores precisamente), empeñados en tomárselo todo lo en serio que les permite una fórmula al borde de la extenuación. Porque The Amazing Spider-Man no es solo un remake de la cinta de 2002, sino de todas y cada una de las películas de superhéroes vistas durante la última década. Y eso, en el año de estreno de Los Vengadores y The Dark Knigth Rises, simplemente, no es suficiente.