Revista Cine

Crítica de cine: 'The Deep Blue Sea'

Publicado el 21 septiembre 2012 por Lapalomitamecanica
Ah, l'amour...
Crítica de cine: 'The Deep Blue Sea'
Nota: 6
Lo mejor: Rachel Weisz
Lo peor: sin ella, esta película correría el riesgo de pasar desapercibida.
Hester (Rachel Weisz) se encuentra con la casera de su edificio al pie de la escalera, cuando ésta le para y le recrimina su actitud de ese mismo día por la mañana. Le pide que no haga tonterías y que no llame la atención con actitudes extremas. A lo que Hester responde: "A veces es difícil juzgar cuando uno se encuentra entre la espada y la pared". La casera no se amilana y contesta: "Se dicen muchas gilipolleces sobre el amor. ¿Tienes idea de qué es el amor verdadero? Es limpiarle el culo a alguien y cambiarle las sábanas cuando se mea encima, para que pueda mantener intacta su dignidad y los dos podáis mirar juntos hacia delante". El marido de la mujer se está muriendo y ella se dedica a cuidarle. Lo que intenta enseñarle la mujer mayor a Hester es que el amor no sólo son arrebatos de pasión constantes, sino que también consiste en comprometerse y ser leal a la otra persona. Y ése es precisamente el tema que explora esta película a través de la experiencia de su protagonista femenina: la búsqueda de ese difícil equilibrio entre la pasión y el cariño o la estabilidad en una relación. Sobre el dilema de encontrarse "between the devil and the deep blue sea".
The Deep Blue Sea nos muestra lo complicado que era para una mujer en los años 50 hacer cualquier cosa que se saliese de lo preestablecido, como seguir sus sentimientos, por ejemplo. No es ni más ni menos que la historia de una mujer atrapada y asfixiada en un mundo que no está pensado para ella. De una mujer que cuando descubre la pasión con un ex piloto de la RAF, lo que significa amar a alguien con rabia, no se ve capaz de seguir fingiendo en un matrimonio lineal, mediocre, predecible. Y es lo suficientemente valiente como para plantar al respetable juez con el que está casada e irse sola a perseguir ese elemento que falta para completar su vida. Aunque el juez se niegue a  concederle el divorcio y la convierta en una verguenza ante los ojos de una sociedad puritana e hipócrita.
Crítica de cine: 'The Deep Blue Sea'
Rachel Weisz (Agora, La fuente de la vida) sorprende con una de las actuaciones de su carrera interpretando a una mujer sin miedo a vivir un amor que le sacude para después desaparecer con la misma celeridad con la que ha llegado. Un amor que aún así merece la pena probar, aunque sepas perfectamente que nunca podrás igualar esa sensación cuando se haya ido. Weisz se mete bajo la piel de Hester, una mujer audaz que hace gala de unas agallas contra las que no pueden medirse ninguno de los personajes masculinos, estúpidamente seguros en sus beneficios y facilidades por la única proeza de haber nacido hombres. Por un lado, Tom Hiddleston (Los Vengadores), en el rol de Freddie, el piloto atractivo, cobarde e inseguro ,y por otro, Simon Russell Beale (Mi semana con Marilyn), en el papel de William, el juez dominado por su propia madre. "Si has sido incapaz de darle un hijo, ¿qué diferencia hay?" esta perla le pregunta el juez abandonado a Hester, incapaz de percibir la diferencia entre una relación viva y el matrimonio que arrastraba él. Asumiendo, a su vez, que el papel de la mujer en el matrimonio se reduce única y exclusivamente al de procrear, por lo que sus sentimientos - si es que los tiene - no cuentan para nada. Terence Davies (Voces distantes, El largo día acaba) elije la ciudad de Londres durante los años 50 como escenario del drama romántico que nos presenta. El director británico aboga por una puesta en escena excesivamente recargada cayendo así en la falta de naturalidad. Que no se me malinterprete, tanto la labor de fotografía como la de puesta en escena son impecables; sin embargo, se hace patente el esfuerzo por buscar constantemente y dar con el plano perfecto a cada momento. El trabajo técnico que debiera haber quedado tras bastidores, eclipsa inconscientemente una historia que debería destilar más fuerza. El público puede ver los hilos del titiritero. Davies captura y consigue empaquetar la esencia de una trágica historia de amor en la época, pero no la deja respirar. Se evidencia que cada elemento y cada objeto se encuentran en la posición deseada, con el chorro de luz adecuado sobre él. Tal impostura no hace sino acrecentar la sensación de atrofia visual que aturde al espectador, restándole espontaneidad al filme.
Crítica de cine: 'The Deep Blue Sea'
No es ni mucho menos una norma general ni algo que se cumpla religiosamente cada poco, pero sí que ocurre de vez en cuando entre ciertos filmes que no tienen nada que ver entre sí. Y a menudo, suele darse la casualidad de que recurrir a esta fórmula no hace sino distraer la atención de otros aspectos de la película menos cuidados. Me refiero a la aparente necesidad de evocar, recrear épocas pasadas, con su estilo y sus códigos estéticos correspondientes. ¿Acaso no es posible ya contar una historia de amor - en este caso -  como es debido, que atrape al espectador y esté ambientada en la actualidad? En mi opinión, se recurre al viejo truco de despertar una falsa nostalgia en el espectador (falsa, porque la mayoría no hemos vivido tanto ni en esos países). Aunque con excepciones, este afán enmascara una falta de profundidad real en la historia, como es el caso de Súper 8 de J.J.Abrams, o incluso de esta cinta. Se provoca una fascinación por algo que ni siquiera te ha tocado de cerca. Es un poco como el fenómeno de la ropa vintage, que por supuesto también tiene cabida en The deep blue sea. El vestuario que luce Weisz haría las delicias de cualquier tienda especializada. Terence Davies adapta el relato de una obra de teatro homónima de Terence Rattigan. Su aportación es un guión interesante embutido en una historia imperfecta, con fallos y aciertos, como el amor mismo al fin y al cabo. The Deep Blue Sea es el retrato de un romance trágico para su heroína, que termina sucumbiendo al profundo mar azul de la locura. Un mar que lo invade todo con su frialdad implacable.

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