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Crítica de cine: 'Thor: El Mundo Oscuro'

Publicado el 05 noviembre 2013 por Lapalomitamecanica
El martillo sobre el que reposa la flaqueza de Marvel Crítica de cine: 'Thor: El Mundo Oscuro' Nota: 6,5 Lo mejor: la última media hora y -por fin- una escena post créditos con chicha. Lo peor: que la saga de Thor sigue siendo la más intrascendente de todas. Con permiso de Hulk, cuyos problemas para conseguir una saga propia son resultado del desgaste sufrido por el personaje en su función de sujeto de pruebas, Thor siempre ha sido el vengador que más difícil lo ha tenido para buscarse las castañas por su cuenta. Su especial distanciamiento con el resto de miembros del taquillero supergrupo, ya sea por su pertenencia a una mitología milenaria o por su empeño en permanecer en Asgard, convertían al personaje en un lobo solitario obligado a labrarse sus propias aventuras. De ahí que en Disney-Marvel contaran en la primera entrega con un realizador tan potente como Kenneth Brannagh, acostumbrado a los conflictos shakesperianos y a las adaptaciones teatrales en general, para elaborar un contexto dramático convincente en el seno de una raza de dioses. Por desgracia, el precio a pagar fueron unos pasajes en la Tierra sin lustre y un tono general demasiado blando, escaso de la violencia que se le presupone a un vikingo con súper poderes y cabreado. Y es ahora, una vez la firma no ha de cumplir su parte de introducción del personaje y el mundo ya conoce el pluriempleo con mallas del dios del trueno, cuando el televisivo Alan Taylor (Juego de Tronos, Mad Men) coge el testigo para perfeccionar la fórmula corporativa del éxito. Lejos del rupturismo tocapelotas de Iron Man 3, aunque manteniendo gran parte de su sentido del humor, Thor: El Mundo Oscuro se enmarca dentro de una línea tan estoica como para servir de homenaje al espíritu con el que aparecía por primera vez el rol en las viñetas en 1962. Así, Thor se enfrenta a “El Mundo Oscuro” de la misma forma que podría hacerlo a “El Mundo Esmeralda” o ”El Mundo de la Piruleta”, ya que su argumento es más una mera excusa para el espectáculo que una trama sólida por sí misma. En lugar de un cubo cósmico o de una vara todopoderosa, en esta ocasión el omnipotente mcguffin tiene la forma de un éter oscuro y, al igual que sucede en todas las películas de la compañía, hay un villano megalomaníaco y de cuestionable estilismo que quiere utilizarlo para sus malévolos fines. Poco importa que se llame Malekith (Christopher Eccleston), sea un elfo oscuro y posea su propia historia de fondo, ya que aquí solo es necesario para focalizar la acción del héroe y dirigir el consiguiente ejército de esbirros machacables. Crítica de cine: 'Thor: El Mundo Oscuro' Pero si dicha simpleza narrativa puede escocer un poco durante la primera mitad de la cinta, donde comprobamos con pesar que la situación en Asgard no ha cambiado demasiado desde el prólogo de la primera película (crítica aquí), es a partir de la mitad del metraje cuando el guión empieza a disimularlo con éxito. Y es que ante la ausencia de un Tony Stark con micrófono y pared de ladrillos detrás, y frente a la cara de marfil que mantiene Chris Hemsworth durante toda la película, el guión que firman cinco chupatintas de la compañía -con la colaboración de Joss Whedon- explota el necesario aspecto cómico de la función por medio de un aprovechamiento inteligente de los propios secundarios de la saga, empezando por un despelotado y brillante Stellan Skarsgard hasta llegar a ese personaje al borde de la irritación, la becaria de Jane, cuya presencia en el epicentro de esta historia se hace tan inexplicable como agradecida cuando es la encargada de animar las cosas. Aunque puestos a incluir a alguien con calzador, personalmente no se me ocurre a nadie mejor que Natalie Portman. Porque si su llegada a la franquicia, en un papel tan intrascendente como el del interés amoroso del protagonista, ya se nos antojaba como un desperdicio monumental de talento en la entrega precedente, en El Mundo Oscuro ni se molestan en confeccionar una excusa sólida para su regreso más allá del "pasaba por allí", arrastrando por el camino al grupo de colegas subsidiario con el que Thor sustituye a Los Vengadores. Son esos detalles, los fichajes de intérpretes potentes como Portman, Anthony Hopkins, Idris Elba, Ray Stevenson o Renne Russo para roles simples y meramente funcionales, los que sustancian aún mas esa labor de camuflaje, elevando la dignidad del conjunto las décimas necesarias para atravesar la barrera del éxito y servir como respaldo cualitativo al derroche de paisajes generados enteramente por ordenador y generosas batallas martillo en ristre con las que la cinta entra inevitablemente por los ojos. Crítica de cine: 'Thor: El Mundo Oscuro' Y luego está Loki (Tom Hiddleston), claro. Si su función de villano central en Los Vengadores se nos antojaba tan escasa como entendible para otorgar más peso al nacimiento del súper equipo, su papel en las aventuras en solitario de la deidad nórdica es poco menos que crucial. Su presencia, encadenado y repudiado durante el primer acto, es la mejor línea de continuidad posible con la película dirigida por Joss Whedon y su evolución durante el relato es la única que se siente realmente trascendente para asegurar futuras entregas de la firma Thor con sustancia. Pasado, presente y futuro del universo Marvel en estado puro, respaldado por uno de los intérpretes que mejor le ha cogido el pulso a su rol de toda la franquicia, mientras no deja de servirse del trampolín para desarrollar una carrera paralela como intérprete de carácter cada día más interesante.  La estrategia ejecutada por Marvel en Thor: El Mundo Oscuro no difiere demasiado de la llevada a cabo por la compañía con Los Vengadores, consistente en ser extremadamente fiel a la fórmula argumental del cómic mientras, a partir de ahí, desarrollan más un espectáculo empresarial que de autor, eso sí, aliñado con ese bien traído tono desmitificador que va in crescendo en cada película del estudio. Su resultado, aunque menos complejo y dinámico del que nos ofreció el supergrupo al completo el pasado año, sí es igualmente divertido y honesto, además de todo un ejemplo de lo que puede dar de sí el dios del Trueno en solitario. No es mucho y no funcionará durante demasiado tiempo, pero de momento resulta suficiente para amortizar una entrada de cine.

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