Revista Cine
Crítica de cine: 'Torrente 5: Operación Eurovegas'
Publicado el 25 octubre 2014 por Lapalomitamecanica
La Cuadrilla de las Once (neuronas)
Nota: 5
Lo mejor: Carlos Areces demostrando una vez más la infalibilidad de la escuela Chanante. Y el cameo digital de Tony Leblanc.Lo peor: que tengas que saber quién es Víctor Sandoval para disfrutar de una de las mejores paridas de la película.Duranteel ya clásico maratón televisivo que se ha pegado Santiago Segura para promocionar Torrente 5: Operación Eurovegas, a pesar de que nos dé la sensación de que el showman nunca se fue después de hacer lo propio con la cuarta entrega, el actor, guionista, director y productor madrileño aseguraba que por fin ha logrado conectar con el público femenino en esta secuela, por lo menos según lo que él mismo podía deducir tras los pases previos con audiencia de la película. En la misma línea, seguro que el fichaje de Jesús Janeiro ("Jesulín" para los aficionados al toreo, la prensa rosa y el mundo de la balada) responde a los mejores intereses y a una integridad artística sin la que esta película no seria la que es. Porque Santiago Segura, amiguete multidisclipinar y omnipresente donde los haya, ante todo es un vendedor nato, que sabe perfectamente qué decir y a quién fichar, sobre todo cuando el objetivo pasa por romper récords de taquilla en lugar de por repetir el buen sabor de boca general que nos dejaron las dos primeras entregas.Lo primero que denota esta Torrente 5: Operación Eurovegas, más allá del agotamiento definitivo para la historia cinematográfica de las escenas de eructos y pajas, son las ganas por ofrecer un relato muy concreto dentro del desfile de cutrerío gratuito y sin maquillaje en el que ha terminado convertida la franquicia. Se trata del atraco al casino más importante de Eurovegas, el complejo turístico que ya existe en esta España futurista -2018- en la que Segura ambienta su propuesta. Y es que si en la segunda le tocaba a los agentes secretos como James Bond, en la tercera al Kevin Costner guardaespaldas y en la cuarta al cine de acción hollywoodiense en general, ahora es el turno de parodiar las películas de atracos al más puro estilo de Oceans Eleven (o la original La Cuadrilla de los Once, como nos recuerda el propio Torrente), aunque ésto se parezca más al remake de Atraco a las 3 y Media.
Deesadecisiónnarrativasederivanlamayoríadelos aciertos, como la reducción del número de cameos por metro cuadrado que desviada la atención en favor de la construcción de un reparto secundario más fijo que nunca. No en vano el género de robos demanda una cuadrilla de "profesionales" heterogénea y perfectamente compenetrada, aunque sea a la hora de poner cara de tonto. En la necesidad de forjar el carisma de la banda encontramos la excusa para el regreso de viejos conocidos de la saga, como Barragán, Cañita Brava, Reme (Chus Lampreave), Amparito (Neus Asensi) o Cuco, que ahora no cuenta con las facciones del brillante Gabino Diego sino con las del no menos lúcido Julián Lopez; junto a ellos debutan con discreción pero en sintonía con la propuesta rostros televisivos como Anna Simón y Angy, todos grabados bajo un prisma más cercano al cine feista y caricatureso de Javier Fesser (El Milagro de P. Tinto, Mortadelo y Filemón) que nunca. Y luego está Carlos Areces, o mejor dicho, el gran Carlos Areces de España, embajador de la cara de subnormal, conquistador del absurdo y salvador de la comedia en nuestro país. De lejos, lo mejor de la película sin ni siquiera abrir la boca.Pero el padre de todos los contrastes esta servido con la improbable coincidencia en pantalla de esa estrella de los 80 y 90 reconvertida en un más que digno actor secundario y televisivo llamado Alec Baldwin con Jesús Janeiro, el nuevo Paquirrín. Por lo menos, aunque sea para hacer el mas absoluto ridículo, es un detalle que Segura haya logrado contrastar el tufazo sensacionalista del fichaje del matador consiguiendo a un gran nombre de Hollywood. Por desgracia, su participación hace más por el conjunto de la película en sí que gracias a sus escenas en pantalla, haciendo gala de una seriedad desintonizada y directamente increíble al principio en contraste con el despiporre mas absoluto del que es víctima al final de la película. Mientras, el espectador se encuentra echando de menos a ese gran sosias de Stavro Blofed (007: Sólo Se Vive Dos Veces) en el que se convirtió José Luis Moreno en la segunda entrega.Aunque mínimas, las variaciones que hace Segura en su fórmula se antojan suficientes como para mantener el interés del espectador curtido en la franquicia, tan consciente como el mismo realizador de que es el propio personaje de Torrente el que ya no tiene nada nuevo que ofrecer y que, a pesar de ello, la fiesta en torno a ex agente castizo tiene que continuar. Quizás no tanto para servir de azote a la coyuntura actual y a los restos de la pasada, con el escándalo marbellí palideciendo ante la corrupción de aludidos como Bárcenas o Urdangarin, sino más para llenar el bolsillo de un cineasta que, coronado en el éxito taquillero, parece disfrutar haciendo cualquier otra cosa que no sea una gran película en términos no numéricos. Por el momento, algo de Berlanga sigue habiendo en la saga y Segura aún se permite momentos algo más elevados gracias a una genial aparición de Tony Leblanc y a fichajes brillantes como los de Areces y López. Lo que no quita para que, nos guste o no, Santiago Segura sea nuestro James Cameron y Torrente el Avatar que nos merecemos.
Nota: 5
Lo mejor: Carlos Areces demostrando una vez más la infalibilidad de la escuela Chanante. Y el cameo digital de Tony Leblanc.Lo peor: que tengas que saber quién es Víctor Sandoval para disfrutar de una de las mejores paridas de la película.Duranteel ya clásico maratón televisivo que se ha pegado Santiago Segura para promocionar Torrente 5: Operación Eurovegas, a pesar de que nos dé la sensación de que el showman nunca se fue después de hacer lo propio con la cuarta entrega, el actor, guionista, director y productor madrileño aseguraba que por fin ha logrado conectar con el público femenino en esta secuela, por lo menos según lo que él mismo podía deducir tras los pases previos con audiencia de la película. En la misma línea, seguro que el fichaje de Jesús Janeiro ("Jesulín" para los aficionados al toreo, la prensa rosa y el mundo de la balada) responde a los mejores intereses y a una integridad artística sin la que esta película no seria la que es. Porque Santiago Segura, amiguete multidisclipinar y omnipresente donde los haya, ante todo es un vendedor nato, que sabe perfectamente qué decir y a quién fichar, sobre todo cuando el objetivo pasa por romper récords de taquilla en lugar de por repetir el buen sabor de boca general que nos dejaron las dos primeras entregas.Lo primero que denota esta Torrente 5: Operación Eurovegas, más allá del agotamiento definitivo para la historia cinematográfica de las escenas de eructos y pajas, son las ganas por ofrecer un relato muy concreto dentro del desfile de cutrerío gratuito y sin maquillaje en el que ha terminado convertida la franquicia. Se trata del atraco al casino más importante de Eurovegas, el complejo turístico que ya existe en esta España futurista -2018- en la que Segura ambienta su propuesta. Y es que si en la segunda le tocaba a los agentes secretos como James Bond, en la tercera al Kevin Costner guardaespaldas y en la cuarta al cine de acción hollywoodiense en general, ahora es el turno de parodiar las películas de atracos al más puro estilo de Oceans Eleven (o la original La Cuadrilla de los Once, como nos recuerda el propio Torrente), aunque ésto se parezca más al remake de Atraco a las 3 y Media.
Deesadecisiónnarrativasederivanlamayoríadelos aciertos, como la reducción del número de cameos por metro cuadrado que desviada la atención en favor de la construcción de un reparto secundario más fijo que nunca. No en vano el género de robos demanda una cuadrilla de "profesionales" heterogénea y perfectamente compenetrada, aunque sea a la hora de poner cara de tonto. En la necesidad de forjar el carisma de la banda encontramos la excusa para el regreso de viejos conocidos de la saga, como Barragán, Cañita Brava, Reme (Chus Lampreave), Amparito (Neus Asensi) o Cuco, que ahora no cuenta con las facciones del brillante Gabino Diego sino con las del no menos lúcido Julián Lopez; junto a ellos debutan con discreción pero en sintonía con la propuesta rostros televisivos como Anna Simón y Angy, todos grabados bajo un prisma más cercano al cine feista y caricatureso de Javier Fesser (El Milagro de P. Tinto, Mortadelo y Filemón) que nunca. Y luego está Carlos Areces, o mejor dicho, el gran Carlos Areces de España, embajador de la cara de subnormal, conquistador del absurdo y salvador de la comedia en nuestro país. De lejos, lo mejor de la película sin ni siquiera abrir la boca.Pero el padre de todos los contrastes esta servido con la improbable coincidencia en pantalla de esa estrella de los 80 y 90 reconvertida en un más que digno actor secundario y televisivo llamado Alec Baldwin con Jesús Janeiro, el nuevo Paquirrín. Por lo menos, aunque sea para hacer el mas absoluto ridículo, es un detalle que Segura haya logrado contrastar el tufazo sensacionalista del fichaje del matador consiguiendo a un gran nombre de Hollywood. Por desgracia, su participación hace más por el conjunto de la película en sí que gracias a sus escenas en pantalla, haciendo gala de una seriedad desintonizada y directamente increíble al principio en contraste con el despiporre mas absoluto del que es víctima al final de la película. Mientras, el espectador se encuentra echando de menos a ese gran sosias de Stavro Blofed (007: Sólo Se Vive Dos Veces) en el que se convirtió José Luis Moreno en la segunda entrega.Aunque mínimas, las variaciones que hace Segura en su fórmula se antojan suficientes como para mantener el interés del espectador curtido en la franquicia, tan consciente como el mismo realizador de que es el propio personaje de Torrente el que ya no tiene nada nuevo que ofrecer y que, a pesar de ello, la fiesta en torno a ex agente castizo tiene que continuar. Quizás no tanto para servir de azote a la coyuntura actual y a los restos de la pasada, con el escándalo marbellí palideciendo ante la corrupción de aludidos como Bárcenas o Urdangarin, sino más para llenar el bolsillo de un cineasta que, coronado en el éxito taquillero, parece disfrutar haciendo cualquier otra cosa que no sea una gran película en términos no numéricos. Por el momento, algo de Berlanga sigue habiendo en la saga y Segura aún se permite momentos algo más elevados gracias a una genial aparición de Tony Leblanc y a fichajes brillantes como los de Areces y López. Lo que no quita para que, nos guste o no, Santiago Segura sea nuestro James Cameron y Torrente el Avatar que nos merecemos.