Revista Cultura y Ocio

Crítica de Drones, nuevo trabajo de Muse

Por La Cloaca @nohaycloacas

Muse_DronesPublicado por Ezequiel López

El disco empieza abruptamente con “Dead Inside”, lo que parece prometer, o al menos enchufarmos de golpe a la idea del estilo de Drones. Un pensamiento de “bueno, no empieza la cosa mal…” ronda nuestras cabezas. El ritmo marcado por la batería y el sintetizador es bastante contudente, a ratos recuerda al ritmo de Unidisclosed Desires y la voz de Bellamy , bastante correcto en esta pista nos lleva a través de un minisolo de guitarra de la casa, hasta un final un poco pobre musicalmente, a pesar de que Matt empieza a enseñar lo mejor de su voz.

Nuestros pensamientos ahora son, “esto es el principio, seguro que hay un crescendo”, porque esta canción por sí sola es, por qué no decirlo, vacía.

Un irritante intermedio protagonizado por las órdenes de sargento a un soldado humillado. Esperemos que merezca la pena. Se trata de la introducción de la presentada como joya de la corona del álbum “Psycho”.

Este estilo recuerda mucho a épocas pasadas de Muse, empezando porque el riff recuerda a improvisación entre canciones en los grandes conciertos del grupo.

Para ver la enorme capacidad de inspiración de Muse podemos ver ejemplos como este

Imprescindible en esta canción el papel del bajo, no se le puede reprochar nada. El resto de la canción, interrumpida de vez en cuando por el sargento. Aún así tenemos una canción muy correcta, aunque al igual que la anterior, carente de originalidad y nuevos trucos de magia que esperabamos de este nuevo disco, la verdad que la frase “your ass belongs to me now” como estribillo tampoco ayuda mucho, muy lejos de la poesía implícita de otros álbums.

Hasta ahora la lírica es tan superficial y explícita en cuanto a los temas, que sólo con el título nos bastaría. Opresión, pérdida de esperanza, levantamiento de masas y destrucción por control remoto, son temas tan actuales que son hasta desactualizados. No estaría mal algún enfoque mínimamente metafórico.

Sin pena ni gloria pasamos a “Mercy”, corte brusco en la temática hasta ahora. Los sonidos simples de piano nos lleva al estilo rock progresivo de algunos grupos de los 90. La intensidad aumenta rápidamente hasta que en el minuto 1 de canción nos consiguen transportar a uno de sus multitudinarios conciertos y siente uno la tentación de levantar las manos, seguir el ritmo, y esperar el siguiente estribillo, introducido por un poco de música electrónica, en dosis exacta, sin abusar. Se me vienen a la mente los sonidos de Invincible. La base de bajo es de la mejor época de Muse.

En definitiva, una canción sin demasiados altibajos, un clímax en sí misma y no sabemos si sentir emoción o decepción porque ésta era la cresta de la ola del álbum.

Afortunadamente no lo es, comienza Reapers, con un sólo de arpegio a lo Van Halen, digno de Metallica o del mismo Matt en Invincible que nos introduce a un ritmo trepidante con unos riffs muy interesantes de guitarra, tan sólo ensuciado por un estribillo de hard rock facilón de principios de los 2000, con algunos efectos electrónicos de voz a lo “2nd Law” que le restan un poco de calidad. El solo de guitarra, potente de sonido, carente de originalidad, hay más ruido y efecto que nueces y acaba sin haber empezado. Me imagino un Matt perezoso en tarde domingo diciendo “esto mismo nos vale”.

Sin embargo, acaba de manera bastante digna, con un “Here come the drones” , sirenas, y jaleo metalero de final de canción sinfín en directo que bien podría transmitir el sentimiento de ciudad bombardeada por control remoto (con mucha imaginación, claro).

Y aquí el crescendo, la canción que no esperaba, en mi pesismo, “The Handler”, la típica canción que ponemos a repetir varias veces. Al igual que otras estaban carentes de contenido, musical y lírico, The Handler está por encima de la media en este sentido. El riff de guitarra y bajo, el ritmo de batería, machacón y contundente, casi de trash metal lento, la voz de Bellamy sacando el mejor de sus falsetes, los juegos de palabras y un solo de guitarra potente ,aunque demasiado largo y lineal, hacen de esta canción la mejor del disco. La melodía llevada por Bellamy hacia el final, hace que este sea una cadencia casi perfecta.

Nos damos un descanso, con un fragmento de un discurso de Kennedy, acompañado por una musiquita que podríamos calificar de “esperanza” en cine americano, nos da la introducción de “Defector”, que empieza siendo musicalmente bastante redundante con las anteriores, ritmos lentos y machacones, riff facilón, volvemos al vacío, que sólo salvamos con el solo final, tal vez el mejor hasta el momento en musicalidad. Más Kennedy.

“Revolt” comienza con sirenas y sonido de manifestaciones, parece que va a cumplir lo prometido en el título. Se abre paso la música, pero por unos minutos Muse se convierte en otro grupo de rock, tal vez más comercial, durante un momento en el estribillo podemos llegar a pensar que estamos escuchando The Killers con la voz de Bellamy, y mientras más lo escucho más me lo parece.

La siguiente, “Aftermath” , es el título que más intriga me produce. Comparte sonidos al principio de “Follow Me”,el sintetizador nos transporta a un ambiente post-apocalíptico (¿será lo que hay after-math?), con una guitarra que suena a años 70, muy original, casi me recuerda a “Maggot Brain”, la melodía va tomando carácter de final de peli de Señor de los Anillos, con Bellamy en el papel de Peregrin Tuk cantando. La ópera-rock y los mecheros al viento continúan, el tema se va realimentando cíclicamente y agotando hasta el final.

“The Globalist” es el tema Premium en Spotify, así que esperamos que tenga algo de especial. Con esta intriga empiezan nuestros oídos expectantes a recibir una faceta de Muse un poco olvidada, algo que podríamos llamar Western-Espacial y que los fans de Muse conocerán bien. Al menos eso nos dice el comienzo , seguido de una de cal y otra de arena en lo energético, llegamos a un momento tipo Sinfonía de Resistance, con Bellamy+Piano, a lo final de Citizen Erased, que casi parece el mismo momento. Gran música, pero la sensación que transmite, si comparamos la coherencia de estas piezas con las de otros trabajos, es que los anteriores tienen mucha más coherencia musical y ahora Muse hace un esfuerzo por no parecer una copia de sí mismos y generar nuevos sonidos y épocas. Esta canción es un buen ejemplo, parece que Bellamy hace un esfuerzo por no dar dos acordes que te hagan pensar en otra canción suya.

Finalmente “Drones” es desconcertantemente inesperada en el disco, a pesar de llamarse como el álbum, no se parece a nada. Es una canción coral a capella que nos hace estar en el interior de un Monasterio, pero escuchando una letra moderna y perturbadora. Chapó en eso.

En definitiva, al igual que pasó con The 2nd Law, todos los fans de Muse, acostumbrados antiguamente al inconformismo musical, esperábamos mucho más de la banda y más aún ante el anuncio de querer reafirmarse en su antiguo estilo. Bien podrían haber compuesto todo el álbum en una tarde de jam en el garaje.

Ese estilo que nos transmitía Muse, de temáticas interesantes y conspiranoicas de antaño, ahora está manido, tal vez porque las conspiraciones ahora son una noticia normal o bien porque tratar estos temas de esta manera puede resultar un poco de quinceañeros, superficial o incluso interesado. No hay más trasfondo en las letras, por muy misterioso que sea su origen según Bellamy. Y por qué no decirlo, no tiene ningún sentido los videoclips de “lyrics”, son letras que se mueven, Matt.


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