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Crítica de La Mujer de negro: El ángel de la muerte, un film de Tom Harper
Publicado el 27 febrero 2015 por Bebina @Games4u_es
Hace tres años Hammer Film Productions nos sorprendió con una vuelta a las viejas formas de crear terror en el cine, La mujer de negro. Dirigida por James Watkins (Eden Lake) y protagonizada por Daniel Radcliffe (Harry Potter, Horns) fue uno de los films de terror más exitosos de todos los tiempos, estaba basada en una novela de Susan Hills que ya había sido llevada anteriormente a la gran pantalla, más concretamente en 1989. La película narraba la historia de Arthur Kipps, un joven notario inglés, viudo y con un hijo que tiene que hacer cuanto esté en sus manos para vender una propiedad, una mansión situada en un pequeño islote y rodeada de pantanos, si no quiere ser despedido. En esa mansión habita el oscuro espíritu de una mujer que sufrió una terrible perdida, por lo que tratará de hacer pasar a todo adulto que se encuentre por el mismo dolor que ella padece. Pese a que el señor Potter sirvió como gancho para atraer a la gente a las salas de cine, no fue ni de lejos lo mejor de la cinta, sin embargo la ambientación y el soberbio guión de la misma hicieron que mucha gente recobrara la fe en el terror clásico y se convirtió en la obra cumbre moderna de la mítica productora británica.
CRÍTICA DE LA MUJER DE NEGRO: EL ÁNGEL DE LA MUERTE
Un trienio después he aquí la secuela, dirigida esta vez por Tom Harper (Misfits, The Borrowers) que es el encargado en esta ocasión de llevarnos una vez más a la mansión de Eel Marsh. Un grupo de ocho escolares acompañados por la profesora Eve Parkins (Phoebe Fox) y la directora de la institución Jean Hogg (Helen McCrory) que llegan a Crythin Gifford huyendo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial para proteger a estos niños que lo han perdido todo. La presencia de estos nuevos habitantes en la ahora ruinosa mansión no tardará en despertar a una fuerza malévola, sedienta de venganza que durante décadas ha mantenido ha mantenido embrujado a este imponente y aislado edificio. Allí conocerán a Harry Burnstow (Jeremy Irvine), un piloto de la RAF que se encuentra también en la isla y que tratará de ayudarles ante los horrores que empiezan a desatarse en la casa.
Pese a no contar en esta entrega con un actor de esos que venden entradas por si solos y que arrastran a la gente al cine solo con su presencia como era el caso de Radcliffe en la primera parte, el elenco de actores de esta secuela funciona mejor y crean un conjunto armonioso dentro del ecosistema del film, que no se ve obligado a ceñirse solo en el personaje protagonista. Phoebe Fox (Black Mirror, A poet in New York) recrea a una mujer fuerte y dulce, con una sonrisa que oculta algo más, un trauma que la persigue y atormenta en sus pesadillas, y el único personaje capaz de plantar cara al mal que habita en la mansión y con el que tiene un vínculo de dolor. Impresionantes también son los niños en este film, nunca parecen forzados y desatan su potencial de forma natural en muchas escenas. La ambientación sigue siendo sobrecogedora, sublime para un film de terror, pese a que, obviamente, repite en muchos aspectos respecto a la primera parte, pero es una ambientación tan perturbadora, tan exquisita que es una pena que no se saque tanto partido de ella como en el primer film, pues en esta secuela se ha optado más por el susto fácil que por un terror más de tipo psicológico y contextual.
No posee la carga dramática de su antecesora, siendo en este apartado más inerte y escasamente aterradora por lo que tiene que echar mano de los tópicos del cine de terror para aguantar el tirón. Sin embargo son su sólido diseño de producción y su ambientación los que te mantiene enganchado durante hora y media, ya que los sustos parecen más bien un añadido de ultima hora y que no terminan de compensar la falta de elementos inquietantes y psicológicamente perturbadores que poseía la película de 2012, y es una lástima porque teniendo un contexto argumental situado en la II G.M podía haber dado más de sí en el conjunto del argumento y habernos presentado una historia más rica en detalles, ya que el personaje de Jeremy Irvine como soldado podía haber dado mucho más de sí.
La mujer de negro: El Ángel de la muerte no tiene la contundencia de la primera parte y no sabe jugar con el contexto histórico de la forma tan acertada en que lo hizo el film dirigido por James Watkins y pierde el encantó de aquel sublime homenaje al terror clásico más basado en la ambientación y en la retorsión psicológica pese a que, eso si, mantiene una sólida base en general.