Crítica de televisión: Los Pilares de la Tierra

Una buena adaptación pero nada más
La obra de Ken Follet representa un clásico obligado de la literatura, no es que sea una obra maestra pero desde luego es uno de los libros más adictivos que he tenido el placer de leer. Todo el mundo que haya leído Los Pilares de la Tierra es consciente de la complejidad en realizar una película sobre la catedral de Kingsbridge, por ello la única solución viable era una miniserie producida por los hermanos Ridley y Tony Scott. Por ello, viendo la dificultad de adaptar semejante obra a la pequeña pantalla y una vez visto todos los capítulos puedo afirmar que estoy satisfecho con el resultado, aunque evidentemente una vez más el tópico se cumple, el libro es mejor que su adaptación televisiva.

Los Pilares de la Tierra nos adentra de lleno en la vida en la época medieval, en sus luchas de ambición por el poder y la riqueza, o en la dureza por la supervivencia en un mundo tan hostil. A lo largo de toda la serie podemos ver como la construcción de una catedral es la semilla para el nacimiento de una ciudad. Sin embargo, la dificultad será máxima ya que los protagonistas tendrán que luchar contra viento y marea para levantar una majestuosa catedral.

El punto más difícil a la hora de la adaptación era el margen temporal, ya que en la novela nos relatan una historia que dura más de cien años. La decisión que tomaron los guionistas era acortar la duración del relato que nos están contando, algo bastante comprensible aunque criticable porque se pierden muchas cosas que para muchos fanáticos de la novela son imprescindibles.

En términos generales la serie ha sabido respetar la esencia del libro y de sus personajes, sobretodo en la fantástica elaboración del casting. No obstante, partes como el sufrimiento de Aliena y su hermano después de la muerte de su padre o el viaje de ésta misma a lo largo de Europa en busca de Jack pasandemasiado desapercibidos y resultaban vitales para comprender la dureza de la vida cotidiana en esa época y las motivaciones de los personajes.

Por otra parte, los guionistas han modificado partes de la historia, que sin afectar al resultado final, me han parecido curiosas como innecesarias. Sobretodo la relación incestuosa entre William Hamley y su madre lo cuál me sorprendió mucho o la muerte de Waleran. En los últimos minutos de la serie tenemos la sensación de que se intenta cerrar la historia de una forma un poco atropellada, sobretodo en la escena del juicio y la muerte de Waleran, totalmente sacada de la manga.

En el apartado técnico de la serie no nos podemos quejar, y como ya dijo mi compañero Pablo se nota la mano del director de Gladiador, Ridley Scott como productor. Tenemos una ambientación de lujo para adentrarnos de lleno en las pasiones de la Edad Media, además de contar con una banda sonora perfecta para la ocasión y unos geniales títulos de crédito.

Uno de los mayores aciertos de la adaptación ha sido la caracterización de los personajes. Sobretodo me refiero al obispo Waleran genialmente interpretado por Ian Mcshane protagonista absoluto de la sobresaliente Deadwood. Para cualquier cinéfilo es un placer ver actuar a este coloso de la interpretación y para esta ocasión no podrían haber optado por una elección mejor. Mcshane consigue recrear a un personaje ambicioso cuyo fin justifica cualquier medio a pesar de ser un ferviente creyente del señor.

En resumen, los amantes de la novela pueden quedar satisfechos aunque evidentemente siempre se puede pedir más y para aquellos que no la hayan leído encontraréis una serie de media notable sobre las pasiones de la Época Medieval. Odio, amor, ambición,superación y venganza será lo que encontraréis en Los Pilares de la Tierra.