La adaptación que hará las delicias de los amantes del clásico
Nota: 7'5
Desde hace bastantes años se ha convertido en una frase generalizada afirmar que hoy en día en Hollywood falta imaginación, y desde luego no falta razón ante tanto reciclaje de proyectos que en su día tuvieron gancho o que simplemente pueden despertar esa melancolía del pasado que llame al espectador a acudir con un buen combo de palomitas a sus cines más cercanos.
Por suerte o por desgracia, en la televisión yanqui parece estar sucediendo lo mismo una vez ya tenemos en el retrovisor la mejor época en cuanto a calidad que la televisión americana nos ha dado. Por nombrar algún paradigma de esta tendencia, sin duda, nos vendría a la mente Fargo, un absoluto caramelo del que muchos hemos disfrutado con ese regreso al cine negro sobre la blanca nieve de Dakota al tiempo que volvíamos a gozar de la música de Jeff Russo. No obstante, tenemos otros ejemplos con peor fortuna, como la desechable Abierto hasta el amanecer o la soporífera Sleepy Hollow. Por su parte, Gotham parece que aún sigue buscando su identidad y nos reservamos el dictamen antes de mandarla a los leones. Hoy, escribimos por un proyecto que es tan osado como arriesgado, y es que no hay que olvidar que 12 monos es una de las mejores películas de Terry Gilliam.
El film del realizador de Minnesota sobre los viajes en el tiempo es para muchos una genialidad en cuyo final radica el verdadero sentido de una paradoja temporal. Llevarlo a la pequeña pantalla, en efecto, conlleva el alto riesgo de la comparación y, por ello, el respeto a la obra original debe sentar las bases del proyecto y es que todos sabemos que hay que tratar bien al fenómeno fan y no dar de comer a los gremlins pasada media noche. Sin embargo, ya no es sólo el respeto, sino la pregunta que todos nos hicimos al conocer la noticia de su resurrección para la TV. ¿Es realmente necesario? Pues, honestamente, lo logrado con Hannibal y la capacidad de sorprender al espectador a partir de ciertas licencias con la obra de Thomas Harris sin que ello le perjudique, es una prueba irrefutable de que este tipo de proyectos no tienen que venir por una carencia de imaginación, sino todo lo contrario y qué mejor que los viajes en el tiempo, con ese abanico de posibilidades a la hora de reescribir el futuro. Por eso, 12 monos tiene la oportunidad de crear su propia identidad, aunque partiendo de los cimientos de la obra de Gilliam.
Jeffrey Renner es quien tiene la dura papeleta de ponerse en los zapatos del veterano director de Miedo y Asco en las Vegas. Un viejo conocido de la pequeña pantalla responsable de capítulos en series tan actuales como la fantástica The affair o la ya lamentablemente difunta Caprica. En un episodio piloto de menos de 50 minutos, hay que ofrecer argumentos suficientes al espectador para que decida quedarse en el barco, sin que ello lleve a la precipitación en las líneas argumentales y sin olvidar la puesta en escena, un hazaña compleja y de la que no todos salen victoriosos. Cierto es que la obra de Gilliam se caracterizaba por una ambientación perturbadora donde el trabajo interpretativo resultaba un pilar básico, en cambio, el piloto no logra ese efecto por su deseo de vendernos algo innovador que no nos hayan ofrecido ya las películas.
Si bien es cierto que los personajes y el tono no están aún suficientemente definidos, no podemos decir tampoco que la puesta en escena sea mediocre, ni mucho menos. De hecho, si no tuviera un espejo donde reflejarse, 12 monos hubiera nacido sin complejo alguno. Por ello, sin que el piloto sea perfecto dada la celeridad de los eventos, sí que apunta maneras y buena predisposición para desarrollar la historia y los roles que deambularán entre el futuro y el pasado.
Como viene siendo habitual en esta clase de proyectos, los actores polluelos no pueden competir contra los gallos del corral. Aaron Standford no puede lucir a la altura de la calva del siempre carismático Bruce Willis, pero si queremos disfrutar de la propuesta, habrá que dejar a un lado las comparaciones. Standford es una de esas caras que no se recuerdan apenas (vista en X-Men o la cancelada Nikita looks to kill), pero el casting de actores también está compuesto por viejos rockeros como Kirk Acevedo (Fringe, Oz, Hermanos de Sangre) o Zeljko Ivanek (Damages, Oz, 24), quienes, sin duda, darán ambiente a esta fiesta.
El argumento base de la serie que asoma en el piloto no dista al de la película. Si hacemos memoria, la cinta nos relata un futuro desolador donde una plaga vírica ha acabado con la humanidad hasta dejarla al borde de la extinción. Un grupo de científicos en su afán por cambiar el futuro mandan a hombres al pasado con el objetivo de investigar y modificar los hechos que dieron lugar a la pandemia. En este caso, parece que los eventos son incluso anteriores a los del film, o eso sugiere el desconocimiento de la existencia del ejército de los 12 Monos, por lo que seguramente no veamos a los personajes del largometraje de Gilliam pasearse por la función, no al menos de forma idéntica.
En conclusión, parece que la serie 12 Monos ha decidido respetar los orígenes de la historia para jugar después con la baza de los viajes en el tiempo a su antojo y así manejar innumetables paradojas, dejando el contador del condensador de fluzo a cero, que bien funciona como impulsor del factor sopresa al posibilitar la reescritura del futuro. Eso sí, si bien las transiciones temporales sirven de ventaja, su abuso podría mermar el resultado de la propuesta por cansinas o ser el peligroso comodín del guionista perezoso para hacer cliffhangers a placer.
Por ahora, 12 Monos contiene todos los ingredientes para convertirse en una de nuestras series de sci-fi de referencia -con permiso de Ascension-, siempre que aprovechen todas las posibilidades que ofrece ese futuro tan desolador y desconcertante, así que agrarraos fuerte a vuestro sofá, ya que las leyes de la física van a ponerse a prueba y la palabra "paradoja" será la moneda de cambio en esta nueva propuesta, que puede dejar a Los Cronocrímenes en segunda división.