Terror, tópicos, perversión sexual y giallo italiano
Nota: 7,5
A decir verdad y aunque el terror resulta muy rentable en cine, no se ha tratado mucho en la TV. Es cierto que se han producido a lo largo de la historia series relacionadas, en mayor o menor medida, con el género, aunque pocas con un hilo conductor dependiente en cada capítulo que no se mezcle con mini-historias que nada tienen que ver con la trama principal. Ficciones como Expediente X, Más Allá del Límite, Sobrenatural, Historias de la Cripta, Maestros del Terror, Terror en Estado Puro, entre otras, se han dedicado a recurrir a diferentes fenómenos y pequeños relatos con un inicio y un final en el mismo episodio, mezclados en algunos casos, con un argumento de fondo que asoma de vez en cuando. También hay excepciones como The Walking Dead, la muy recomendable y no estrenada en España Dead Set o la mal acogida ¿Hay Alguien Ahí?, siendo esta última la que más se asemeja a American Horror Story por la trama, re-trillada en la gran pantalla, no así en la pequeña. Sin embargo, la reciente adquisición del canal FX tiene un toque especial, siniestro y enfermizamente erótico.
Adéntrate en el morbo fantasmagórico, tras el salto.
No entiendo muy bien el mecanismo por el que se rige la mente de uno de los creadores, Ryan Murphy, que tan pronto se saca cosinas tan interesantes como Nip/Tuck, éxitos como Glee, o ñoñerías romanticonas como Come, Reza, Ama. Por suerte, la parte psicótica del cerebro de este hombre ha reactivado los engranajes que gestaron su serial quirúrgico en pos de la producción de American Horror Story, junto a su socio Brad Falchuk. Una locura que se agradece, llave para acceder a una dimensión caótica.
La historia en su nivel más superficial no es ninguna novedad, pero ésa es la intención, reflejar todos los tópicos referentes a las narraciones cinematográficas sobre lugares malditos. Se trata del típico cuento de la familia que se muda a una casa victoriana de Los Ángeles, en la que los anteriores dueños de la mansión, una psicodélica pareja gay, murieron en la misma, asesinato con suicidio. Los Harmon, aún a sabiendas del fatal incidente y tomándoselo incluso con cierto cachondeo, deciden quedarse con ella, motivados por el bajo coste y el deseo de alejarse de sus antiguas vidas como un intento de solucionar así los conflictos matrimoniales que sufren, fruto de un aparatoso aborto de Vivien (Connie Britton), la figura materna, y una infidelidad por parte de su esposo y psiquiatra Ben (Dylan McDermott). Desde el primer día, la convivencia en la casa no será nada agradable, vecinos pirados, una inquietante señora de la limpieza, extraños visitantes y fenómeros inexplicables serán los invitados estrella de los Harmon.
En un primer vistazo al piloto, American Horror Story no parece nada especial, pero no es necesario esperar muchos minutos para descubrir que encierra ciertas particularidades que la diferencian de las producciones habituales. Me refiero al estilo elegante que destila la técnica de rodaje ya desde el inicio, una factura cuidada que mima mucho los planos y la ambientación. La primera secuencia nos remite a 1978, fecha en la que dos pequeños gemelos cabroncetes deciden adentrarse en la casa, en aquel momento abandonada, y destrozarla a golpe de bate. Nada que se salga de lo común en el género si no fuera porque se acompañan dichos instantes de una alegre música interpretada por dulcificadas voces, que, como nota curiosa, es la misma melodía que cantaban Steve Martin y Bernadette Peters en Un Loco Anda Suelto (You Belong To Me).
Claro que la televisión no es un concurso de belleza y la audiencia no se gana sólo a base de un diseño bonito y llamativo. El contenido también cuenta y es en este aspecto donde se entremezclan y se crean una serie de sentimientos contrapuestos en el espectador, que no se sorprende ante el devenir de unos acontecimientos que ha visto millones de veces en pantalla desde los tiempos de la Hammer, pero en los que asoma un cierto y atractivo toque del giallo italiano, que mezclaba el thriller y el terror y que mostraba sin contemplaciones el sexo y la morbosidad. En este caso, American Horror Story es una alegoría también a ese cine y un desfile de elementos sadomasoquistas como trajes de cuero que cubren rostro y cuerpo y que envuelven el contexto en un halo de sexualidad perversa. Todo un acierto.
Los personajes de la serie no distan, sin embargo, de unas figuras estereotipadas tanto en el núcleo familiar, como en esa gama de individuos pertenecientes al lado sombrío y misterioso de la historia. En el matrimonio de los Harmon, Ben y Vivien mantienen una relación distante desde el affair del primero. Vivien rehúye a su esposo soportando una losa que le impide perdonar y olvidar. No sólo eso, sino que además carga con el recuerdo constante del nonato que perdió, lo que acentúa su rencor hacia la traición. El conflicto traerá como consecuencia la represión sexual de Ben, quien tendrá que lidiar contra sus instintos ante las oportunidades de infidelidad que la casa le brinda. La tercera en discordia es la hija adolescente de ambos, Violet (Taissa Farmiga), una medio emo con serios problemas autodestructivos que no encaja en el instituto.
Continuamente asistimos a un desfile sobrecargado de extrañas personalidades que hacen del Bronx un barrio muy acogedor. Destaca la siempre formidable Jessica Lange, que encarna a una singular vecina con una clara tendencia a la cleptomanía que tiene una "adorable" hija (Jamie Brewer) con síndrome de Down, la cual no para de colarse en la mansión de los Harmon y decir a todo quisqui que la va a palmar. Se presentan también una ama de casa estirada con interesantes y calientes secretos (Frances Conroy/Alexandra Breckenridge) o un mirón (Denis O'Hare) con medio rostro abrasado -siempre hay un tipo desfigurado- que en su día habitó en la casa, lo que trajo fatídicas consecuencias para él y su familia. Asimismo, conoceremos a Tate (Evan Peters), primer paciente de Ben Harmon desde la mudanza, un joven de esos norteamericanos que sueñan con matar a todo el instituto y con el que Violet entrará en contacto, compartiendo el sentimiento de exclusión e incomprensión sociales. Con este panorama, cualquiera con dos dedos de frente se hubiera largado antes siquiera de atravesar el porche, lo contrario proporciona cierto descuadre a la razón humana y es lo que sucede en este caso, que la familia responde con indiferencia a la evidencia.
Este último punto de la ceguera de los protagonistas se puede asociar a los numerosos tópicos a los que se alude, que, bien mirado, resultan un guiño irónico a las actuales producciones venidas en detrimento que mezclan la estupidez con todas las referencias anteriores a los grandes clásicos del cine de terror como La Semilla del Diablo, El Resplandor, El Ente, Al Final de la Escalera, o, recordando a las influencias de ese giallo que comentaba, El horrible secreto del doctor Hichcock (Riccardo Freda), la saga Suspiria (Dario Argento), o más recientemente la película francesa Red Nights (Julien Carbon y Laurent Courtiaud), cuyo trailer podéis gozar aquí. Dichos topicazos y personajes comunes juegan en realidad en contra de la serie, ya que envuelven la obra de una simpleza que se torna ya iterativa para un público cansado de lo mismo de siempre. Menos mal que las singularidades nombradas en cuanto a factura técnica y contenido sensual compensan las deficiencias.
American Horror Story, definida por sus creadores como un "thriller psicosexual", augura un futuro prometedor con una cifra en su estreno de casi 3,2 millones de espectadores al otro lado del charco, logrando un 30% más de audiencia que la premiere en 2008 de uno de sus platos fuertes, Sons of Anarchy. Fox emitirá la serie en España el 7 de noviembre, una cita ineludible para los aficionados al género, quienes seguro que disfrutarán de una historia de terror con una estética enfermiza y sexualmente paranoide, aún obviando la plaga de tópicos que se acontecen. Sé de dos tipos que quedarían encantados con esta serie, el Marqués de Sade y Sacher-Masoch.