Crítica de TV: 'Daredevil' (Temporada 1)

Matt Murdockya no da palos de ciego

La irrupción de los superhéroes en la pequeña pantalla ya es un hecho, pero hasta la fecha sólo habíamos visto meros pasatiempos que, incluso en algunos casos, rozan el esperpento y cuya intención no es que perduren en la memoria de algún espectador demasiado tiempo. Que sí, que la televisión no cuenta con los mismos medios que el cine; sin embargo, después de curtirnos viendo las mil y una adaptaciones de los distintos universos de Marvel, hemos descubierto que incluso con los mayores presupuestos se puede acabar realizando auténticas chapuzas. Daredevil entra en escena de la mano de Neflix demostrando que la buena televisión y el género de superhéroes pueden ir juntos de la mano.

Con toda probabilidad, muchos se me echen encima cuando diga que, personalmente, la adaptación cinematográfica no me resultó tan catastrófica. Evidentemente, fue una castaña pero los primeros minutos de la versión de Affleck muestran a un interesnate personaje traumatizado que duerme en una bañara insonorizada y que no duda en liquidar a aquéllos que escapan de la ley. La risible escena del parque, la horrible caracterización de Kingpin -en cambio Colin Farrell si supo dar chispa a su Bullseye- y, por supuesto, el vergonzoso fragmento con el órgano en la iglesia terminaron por liquidar las esperanzas. No obstante y como dicen los amantes de cómicdel superhéroe invidente, es el Batman de Marvel y, desde luego, razón no les falta.

En Daredevil, la serie, nos encontramos ante un retrato que se aleja de cualquier comedia que hayamos visto anteriormente, como es el caso de Arrow que, a pesar de sus divertidos inicios, ha degenerado incapaz de mantener ese equilibrio entre la autoparodia y la acción palomitera. De Flash ni hablemos, si ya el superhéroe tiene menos carisma que la carrera de Joseph Fiennes, no ayuda en absoluto una falta de chispa que la condenan al olvido; aunque el gran fracaso de la temporada en lo que al género se refiere es Gotham, no es que las expectativas fueran muy elevadas, pero supo darnos ciertas alegrías durante la temporada que fueron desvaneciéndose como un simple espejismo.

La estrategia de Nexflix con la emisión de temporadas integras -al igual que con House of Cards- mata a más de uno. Hay algunos que no sabemos contenernos y cuando nos dan la bolsa de golosinas entera podemos acabar empachados o, en estos casos concretos, con insomnio. Tras unos impactantes tráilers, Daredevil se nos presentaba por todo lo alto y, desde luego, su piloto deja claro que el héroe de Marvel viene para quedarse. Sin duda, la adaptación televisiva del abogado de la Cocina del Infierno va a representar en el género un antes y un después dentro de la TV, dejando patente que se puede hacer obras de gran calidad sin desorbitados presupuestos en un campo que hasta ahora se lo ha tomado a coña.

Daredevil se nos presenta como abogado de día y justiciero de noche con un acertado Charlie Cox al que ya tuvimos el placer de ver en su pícaro papel en Boardwalk Empire. Uno de los puntos más interesantes del superhéroe es su dilema sobre cómo aplicar la justicia. A pesar de que en varios momentos somos testigos de un Matt Murdock que se plantea cruzar la linea apartando a un lado sus charlas con el párroco -quien se personifica como conciencia y confesor -, jamás acaba sobrepasando la frontera. La evolución del protagonista se recrea a través de acertadísimos flashbacks que van desde su accidente hasta su adiestramiento con el carismático Stick. Otro acierto es la manera en que introducen los poderes de Daredevil, lejos de la fantasía de cualquier adaptación marvelita, ofrece una perspectiva más verosímil basada en la concentración y en la deducción por medio de sus restantes sentidos.

Pero de lo que realmente teníamos ganas, era de ver en acción a Vincent D´Onofrio en la piel de Wilson Fisk. En los avances ya nos ponía los pelos de punta y las expectativas han acabado plenamente justificadas. Gran mérito hay que otorgárselo al conocido actor en la plasmación del personaje, cuyo primer acto en escena ya nos resulta desolador, como él mismo define al contemplar una obra de arte.

Respecto al resto de villanos y en general, el esbozo del crimen que dibujan Hell´s Kitchen -echo de menos mayor personalidad del barrio-y Nueva York es de lo mejorcito gracias a la presencia de los divertidos hermanos soviéticos, los asiáticos e incluso el contable. Mención aparte merece Wesley, implacable número dos de Fisk que, desgraciadamente, termina de forma poco afortunada en uno de los pequeños sinsentidos de la serie, que se suman a otros defectillos como los terriblemente cargantes personajes de Karen o Foggy. La presunta función de Foggy -o al menos eso parece que nos han querido transmitir- es soportar la cara simpática de la serie, pero por desgracia, el tipo no tiene gracia alguna. De hecho, el capítulo que co-protagoniza con Murdock es, con total seguridad, el menos afortunado de la temporada.

En rasgos generales, hay que admitir que nos encontramos ante una de las series del año, una afirmación que queda justificada especialmente en su capítulo final, donde por fin conseguimos ver a Daredevil con traje y dejamos atrás el antifaz cutre hecho con medias. El mismo episodio en el que Fisk nos regala uno de los mejores momentos al definirse a sí mismo dentro del furgón policial como lo que nunca debió ser: un grandísimo hijo de perra.

Tampoco vamos a negar algunos altibajos en esta primera temporada, sobre todo hacia la mitad de la misma al recrearse en exceso en el drama, pero, desde luego, el mérito de ser un producto rompedor en la pequeña pantalla no se lo quita nadie, además de alzarse como un entretenimiento de primera. Los títulos de crédito o el plano secuencia con el que nos deleitan en el tercer capítulo son, sin duda, sorpresas que han hecho que nos entusiasmemos con Daredevil, al que esperaremos como fieles discípulos el año que viene dispuestos a comprobar todo lo que puede dar de sí esta pequeña joyita.