Los mitos del horror forman su "liga extraordinaria"
Nota: 7,5
Penny Dreadful era el nombre que daba título a una célebre publicación de ficción que se vendía durante el siglo XIX en Inglaterra. La colección de fascículos, también conocida como "Los horrores del penique". incluía historias de terror. Hoy, John Logan, coguionista de Skyfall, y el realizador de esta misma, Sam Mendes (American Beauty, Revolutionary Road, Camino a la Perdición), recuperan el término para bautizar a su nueva creación en Showtime, una serie de género que nada tiene que envidiar a cualquier superproducción de Hollywood para la pantalla grande, empezando por un reparto del todo cinematográfico, encabezado por estrellas como Eva Green, Josh Hartnett o Timothy Dalton. Como guinda al pastel, un director de lujo para encargarse de su piloto y del segundo episodio, el responsable de Lo Imposible y El Orfanato, Juan Antonio Bayona, en el que su trabajo más estiloso hasta la fecha.
Con esta carta de presentación es prácticamente inevitable resistirse al visionado de la nueva propuesta de la cadena, que parece querer sustituir el hueco abandonado por el asesino Dexter con otra sanguinolenta ficción, que constará de un número modesto de entregas para completare esta primera temporada, ocho, en las que entraremos en contacto con los orígenes de diversos personajes de la literatura más terrorífica y fantástica, como Drácula, el Dr. Frankenstein, Dorian Gray o Jack el Destripador.
Es quizá por la inclusión de estos reconocidos iconos o bien por hallarse enmarcada en un género en el que es sencillo rendirse a los tópicos, por lo que la serie encuentra su mayor defecto en un guión que puede tornarse algo predecible y arquetípico, tanto en lo caracteres que envuelven a la historia como en los acontecimientos de la trama. Ya desde el inicio asistimos a un argumento que deja entrever sus intenciones futuras a través de un piloto que hace hincapié en dos de los protagonistas principales, el misterioso, atractivo, temerario y solitario showman Ethan Chandler (Hartnett) y la sensual pero escalofriante espiritista Vanessa Ives (Green), quien contrata al primero para localizar y rescatar a la hija del escritor y millonario Sir Malcom (Dalton). Chandler no es el único que se posicionará bajo las órdenes del ricachón, sino que el atormentado padre buscará también la ayuda de un joven y ambicioso doctor (Harry Treadaway) para que dirija una serie de autopsias con el fin de arrojar más luz sobre el secuestro de la muchacha. Asimismo, serán necesarios los servicios del excéntrico egiptólogo Ferdinand Lyle (Simon Russell Beale).
Sin la posibilidad de adelantar por el momento muchos más acontecimientos, aunque intuyendo lo que en mayor o menor medida sobrevendrá, parece que Penny Dreadful va camino de confeccionar una especie de Liga de los Hombres Extraordinarios, pero mejor resuelta de lo que significó aquella desaprovechada y fallida reunión de mitos con súper habilidades que lideraba Sean Connery, porque a pesar de esa mentada facilidad de previsión que permite el libreto a la audiencia, el espectáculo es tremendamente disfrutable, no sólo porque el elenco interpretativo ofrece todo lo que cabría esperar de su estelar formación, con especial atracción por el rol de Treadaway (El Llanero Solitario, City of Ember), sino también porque los medios y el presupuesto se perciben de igual manera en unos efectos especiales propios de cualquier largometraje de la industria mayor, con un mimo sobresaliente esforzado en el aspecto audiovisual para conformar un ambiente victoriano lúgubre, inquietante, terrible y sobrenatural, que recuerda al Drácula de Coppola, en el que parece que seremos testigos de la aparición de numerosas criaturas y monstruos.
El éxito del piloto no sólo es debido al excelente trabajo del catalán en la dirección, sino que se deriva de una acertada colaboración en un equipo en el que Logan y Mendes portan la batuta, sobre todo el primero, aunque deberá andarse con cuidado para evitar caer en excesivas tipicidades del género y para no desgastar una fórmula que podría quedarse sin recursos argumentales que explotar mucho antes de finalizar esta primera temporada.
Así pues, no sólo los amantes del terror deberían incluir Penny Dreadful en su parrilla, sino que cualquier seriéfilo que se precie tiene una cita de obligado visionado con la última ficción de género de la pequeña pantalla, que promete más de un sobresalto, mucha sangre, cadáveres por doquier y cierto erotismo para estimular las mentes más pervesas y curadas de espanto. Y es que ya lo decía Dorian Gray: "A un niño con quemaduras, le gusta el fuego".